«La comitiva, abrumada por la embriaguez y el cansancio, pareció recobrar nueva vida frente a la casa de Cañamel, como si al través de las rendijas de la puerta llegase a todos el perfume de los toneles.
Uno cantó una canción respetuosa al siñor don Paco, halagándole para que abriese, apellidándolo "la flor de los amigos"y prometiendo las simpatías de todos si llenaba el pellejo. Pero la casa permaneció silenciosa: no se movió una ventana; no sonó el más leve ruido en su interior.
En la segunda copla ya le hablaban de tú al pobre Cañamèl, y la voz de los cantores temblaba con cierta irritación que prometía una lluvia de insolencias.
Tonet mostrábase inquieto.
—¡Che…! ¡no en feu el porc! —decía a sus amigos con acento paternal».
Cañas y barro
Vicente Blasco Ibáñez