viernes, 28 de febrero de 2020

El Carnaval según Blasco Ibáñez. 06

«Por la tarde, Nelet enganchaba la galerita, y a la Alameda, donde la fiesta tomaba el carácter de una saturnal de esclavos ebrios.

El disfraz de labrador era un pretexto para toda clase de expansiones brutales; y acompañados por el retintín de los cascabeles de las ligas, trotaban los grupos de zaragüelles planchados, chalecos de flores, mantas ondeantes y tiesos pañuelos de seda. lo infinito, como el grito de guerra de los pieles rojas, conmovía las calles. Las criadas, endomingadas, huían despavoridas al escuchar el vocerío; y pasaba la tribu al galope, dando furiosos saltos, con sus caretas horriblemente grotescas y esgrimiendo por encima de sus cabezas enormes navajas de madera pintada con manchas de bermellón en la corva hoja. Revueltos con ellos, iban los disfraces de siempre: mamarrachos con arrugadas chisteras y levitas adornadas con arabescos de naipes; bebés que asomaban la poblada barba bajo la careta y al compás del sonajero decían cínicas enormidades; diablos verdes silbando con furia y azotando con el rabo a los papanatas; gitanos con un burro moribundo y sarnoso tintado a fajas como una cebra; payasos ágiles, viejas haraposas con una repugnante escoba al hombro, y los tíos de «¡al higuí!» golpeando la caña y haciendo saltar el cebo ante el escuadrón goloso de muchachos con la boca abierta».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez




Blanco y negro. 1911

miércoles, 26 de febrero de 2020

El Carnaval según Blasco Ibáñez. 05

«Los estudiantes, con el manteo terciado, tricornio en mano y ondeante en la manga el lazo de la Facultad, corrían las calles como un rebaño loco, asediando a los transeúntes para sacarles el dinero en nombre de la caridad. Por la plazuela de las de Pajares desfilaron los de Medicina y Derecho, y en torno de la enhiesta bandera amarilla o roja, las músicas rompieron a tocar alegres valses, que rápidamente poblaban los balcones.

La expansión ruidosa de la juventud libre y sin cuidados invadía la plaza como una atronadora borrachera. Volaban los tricornios a los balcones; y había muchacho que, impulsado por alguna copita traidora, despreciaba la vulgar invitación de las escaleras y se encaramaba por la fachada, agarrándose a las rejas, para entregar un ramo de flores a la niña y pedirle un duro a la mamá. Concha y Amparo recibían una ovación y doña Manuela, roja de orgullo, repartía sonrisas y pesetas a todo el enjambre de diablos negros, voceadores y gesticuladores que se agolpaba bajo el balcón. A espaldas de ellas estaba Andresito Cuadros, que acababa de entrar en el salón con el manteo terciado, una bayeta infame que tiznaba de negro la camisa y la cara. Llevaba ramos para la mamá y las niñas, y estuvo locuaz, atrevido, aunque, con gran desencanto de Amparito, no intentó como los otros, subir por la fachada, sistema que a ella le parecía muy interesante».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


La Estudiantina de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, en las Fiestas de Carnaval de 1894

Los estudiantes de pintura: Antonio Fillol Granell, José Mongrell Torrent, Daniel Cortés Pérez, Joan Fuster Bonnin, Francisco Boví Bernardo y Ramón Stolz Seguí,  y de escultura Ricardo Causarás Casaña

http://elargonautavalenciano.blogspot.com.es/2016/03/alma-valenciana-1904.html

lunes, 24 de febrero de 2020

El Carnaval según Blasco Ibáñez. 04

«Muchachos con pliegos de colores voceaban las _décimas y cuartetas_, alegres y divertidas , _para las máscaras_, colecciones de disparates métricos y porquerías rimadas, que por la tarde habían de provocar alaridos de alegre escándalo en la de crin, ligas multicolores con sonoros cascabeles, y caretas pintadas, capaces de oscurecer la imaginación de los escultores de la Edad Media, unas con los músculos contraídos por el dolor, un ojo saltado y arroyos de bermellón cayendo por la mejilla; otras con una frente inmensa, espantosa; caras de esqueletos con las fosas nasales hundidas y repugnantes; narices que son higos aplastados, o que se prolongan como serpenteante trompa con un cascabel en la punta; sonrisas contagiosas que provocan la carcajada y carrillos rubicundos a los que se agarra un repugnante lagarto verde».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Tarde de carnaval en la Alameda

Ignacio Pinazo Camarlench

sábado, 22 de febrero de 2020

El Carnaval según Blasco Ibáñez. 03

«Llegaron los tres días de Carnaval. Por las mañanas, entre las estudiantinas y comparsas que corrían las calles, pasaban las familias ostentando a algún niño infeliz enfundado en la malla de Lohengrin, el justillo de Quevedo o los rojos gregüescos de Mefistófeles. Los ciegos y ciegas que el resto del año pregonan el papelito en el que está todo lo que se canta iban en cuadrilla, guitarra al pecho, vestidos de pescadores u odaliscas, mal pergeñados, con mugrientos trajes de ropería».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Grupo con disfraces en los Viveros

Foto Escuder

Todocolección

jueves, 20 de febrero de 2020

El Carnaval según Blasco Ibáñez. 02

«La entrada de la familia le deslumbraba, sintiendo el infeliz una impresión de vanidad. Las hermanitas, vestidas unas veces con trajes de sociedad, obra de una modista francesa, y que todavía estaban por pagar; graciosamente disfrazadas otras de labradoras, de pierrots o de calabresas; Rafael, de etiqueta, embutido en un gabán claro, tan corto de faldones que parecía una americana; y la mamá satisfecha del éxito alcanzado por sus niñas, y a pesar del cansancio, sonriente y majestuosa con su vestido de seda, que crujía a cada paso, y encima el amplio abrigo de terciopelo, Juanito contemplaba con el cariño de un padre este desfile desmayado que iba en busca de la cama, arrojando al paso en las sillas los adornos exteriores».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Baile de Carnaval en el Teatro Principal

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martes, 18 de febrero de 2020

El Carnaval según Blasco Ibáñez. 01

«El Carnaval de aquel año fue muy alegre para la familia de doña Manuela.

Las niñas se divirtieron. Rafaelito era socio de todos los círculos distinguidos y decentes donde se baila, mientras arriba, en una habitación con luces verdes, guardada y vigilada como antro de conspiradores, rueda la ruleta con sus vivos colorines o se agrupan los aficionados en torno de las cuatro cartas del monte».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Baile de máscaras. Ateneo Mercantil. 1903

VAHG

domingo, 16 de febrero de 2020

De mano en mano para refrescar las secas fauces

«Todos estaban despechugados, sudorosos, anonadados por la calma bochornosa; rodaba sin cesar el porrón de mano en mano para refrescar las secas fauces, y algunas veces miraban con envidia las aves de mar que revoloteaban a ras del agua como si temiesen cruzar la atmósfera caliginosa».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


La Albufera

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viernes, 14 de febrero de 2020

Florecía su extravagante primavera de amor

«Nadie supo cómo fue el encuentro; pero era forzoso que ocurriera, y ocurrió. Dimoni y la Borracha se juntaron y se confundieron. 

Siguieron su curso por el cielo de la borrachera, rozáronse, para marchar siempre unidos, el astro rojizo de color de vino y aquella estrella errante, lívida como la luz del alcohol. 

La fraternidad de borrachos acabó en amor, y fuéronse a sus dominios de Benicófar a ocultar su felicidad en aquella casucha vieja, donde, por las noches, tendidos en el suelo del mismo cuarto donde había nacido Dimoni , veían las estrellas, que parpadeaban maliciosamente a través de los grandes boquetes del tejado, adornados con largas cabelleras de inquietas plantas. Aquella casa era una muela vieja y cariada que se caía en pedazos. Las noches de tempestad tenían que huir como si estuvieran a campo raso, perseguidos por la lluvia, de habitación en habitación, hasta que, por fin, encontraban en el abandonado establo un rinconcito, donde, entre polvo y telarañas, florecía su extravagante primavera de amor».

Dimoni

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez


Idilio valenciano

Barraca en El Saler

Todocolección

miércoles, 12 de febrero de 2020

Formaban un hermoso huerto de naranjos

«Y de este modo, tranquilamente, el pobre don Jaime adquiría un campo aquí, luego otro más allá, después un tercero que unía a los dos, y a la vuelta de pocos años formaban un hermoso huerto de naranjos, adquirido con más trampas y malas artes que dinero efectivo. Así iba agrandando sus propiedades, y siempre risueño, las gafas sobre la frente y el estómago cada vez más voluminoso, se le veía entre sus víctimas, tuteándolas con fraternal cariño, dándolas palmaditas en la espalda cuando llegaban con nuevas peticiones y jurando que le haría morir en la calle como un perro aquella manía de hacer favores».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez


La Esfera. 15 de enero de 1927



lunes, 10 de febrero de 2020

Hundiendo todos su cuchara en el mismo plato

«La comida estaba a punto, y patrón y marineros sentáronse al pie del mástil a la sombra de la vela, hundiendo todos su cuchara en el mismo plato.»

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Comida en la barca. 1898

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo. 180 x 250

Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid

sábado, 8 de febrero de 2020

Como si hubiese llegado ya el verano

«El sol llegaba a su mayor altura. Brillaban las aguas como inflamadas, burbujeando bajo un resplandor de incendio; caldeábase la atmósfera como si hubiese llegado ya el verano, y en la cubierta de la Garbosa ardían las viejas tablas crepitando con ruido de leña vieja».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Verano. 1904

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo. 149 x 252

Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba

jueves, 6 de febrero de 2020

Despertando a las caballerías del inmediato corral

«Todas las miradas estaban fijas en Dimoni y su dulzaina. 

—¡La abuela! ¡Fes l'agüela! 

Y Dimoni, sin pestañear, como si no hubiera oído la petición general, comenzaba a imitar con su dulzaina el gangoso diálogo de dos viejas con tan grotescas inflexiones, con pausas tan oportunas, con escapes de voz tan chillones, que una carcajada brutal e interminable conmovía la taberna, despertando a las caballerías del inmediato corral, que unían a la barahúnda sus agudos relinchos».

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez


Establo del Parador-Posada del Ángel

Revista Valencia Atracción. Diciembre de 1930

Subida por César CaminArt a VAHG

martes, 4 de febrero de 2020

Donde burbujeaba la olla del mediodía

«Tonet y los dos marineros aprovechaban la calma para echar sedales. El gato de la barca vigilaba el fogón de proa, donde burbujeaba la olla del mediodía, y el Retor, paseando por la estrecha popa y mirando al horizonte, se daba a todos los demonios ante la calma. La Garbosa, aunque no estaba inmóvil, parecía enclavada siempre en el mismo sitio».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez



Pelando patatas. 1891

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo. 40 x 48

Colección privada

domingo, 2 de febrero de 2020

Sentados unos en los cuadrados taburetes de algarrobo

«La taberna sentíase halagada por la presencia de un huésped que llevaba tras sí la concurrencia, e iban entrando los admiradores a bandadas; no había bastantes manos para llenar porrones, esparcíase por el ambiente un denso olor de lana burda y sudor de pies, y a la luz del humoso quinqué veíase a la respetable asamblea, sentados unos en los cuadrados taburetes de algarrobo con asiento de esparto y otros en cuclillas en el suelo, sosteniéndose con fuertes manos las abultadas mandíbulas, como si éstas fueran a desprenderse de tanto reír».

Dimoni

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez


La tertulia. 1890

José Benlliure Gil

Óleo

 Colección Vicente Fuster