Mostrando entradas con la etiqueta Entre naranjos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Entre naranjos. Mostrar todas las entradas

viernes, 18 de octubre de 2024

Ahí tengo mi barca; ya sabes

«—Oye, Cupido; ahí tengo mi barca; ya sabes; la que mi padre encargó a Valencia para regalármela. Costillaje de acero; madera magnífica; más segura que un navío. Tú entiendes el río… más de una vez te he visto remar; yo no soy manco… ¿Vamos?

—Andando—dijo el barbero con resolución.

Buscaron una antorcha, y ayudados por varios mocetones, trajeron la barca de Rafael hasta una escalerilla de la ribera».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez



Nazaret. Octubre de 1957

Las Provincias. Pérez Aparisi

Subida por Ramón Sánchez Castelló‎ a VAHG


miércoles, 16 de octubre de 2024

El agua subía con lentitud, amenazando a la ciudad

«— ¿Munta?… —preguntaban los que vivían en el interior.

— Sí que munta —contestaban los ribereños.

El agua subía con lentitud, amenazando a la ciudad que audazmente había echado raíces en medio de su curso. Pero a pesar del peligro, los vecinos no iban más allá de una alarmada curiosidad. Nadie sentía miedo ni abandonaba su casa para pasar los puentes, buscando un refugio en tierra firme. ¿Para qué? Aquella inundación sería como todas. Era inevitable de vez en cuando la cólera del río: hasta había que agradecerla, pues constituía diversión inesperada; una agradable paralización de trabajo. La confianza moruna daba tranquilidad a la gente. Lo mismo había hecho en tiempo de sus padres, de sus abuelos y tatarabuelos, y nunca se llevó la población: algunas casas la vez que más. ¿Y había de sobrevenir ahora la catástrofe?…».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez



Riada de 1957. Cauce del Turia

sábado, 15 de octubre de 2022

El agua subía con lentitud, amenazando a la ciudad

«— ¿Munta?… —preguntaban los que vivían en el interior.

— Sí que munta —contestaban los ribereños.

El agua subía con lentitud, amenazando a la ciudad que audazmente había echado raíces en medio de su curso. Pero a pesar del peligro, los vecinos no iban más allá de una alarmada curiosidad. Nadie sentía miedo ni abandonaba su casa para pasar los puentes, buscando un refugio en tierra firme. ¿Para qué? Aquella inundación sería como todas. Era inevitable de vez en cuando la cólera del río: hasta había que agradecerla, pues constituía diversión inesperada; una agradable paralización de trabajo. La confianza moruna daba tranquilidad a la gente. Lo mismo había hecho en tiempo de sus padres, de sus abuelos y tatarabuelos, y nunca se llevó la población: algunas casas la vez que más. ¿Y había de sobrevenir ahora la catástrofe?…».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez



Riada de 1957. Cauce del Turia

http://www.ofmval.org/ 

martes, 25 de enero de 2022

Para adquirir mayores respetos, se hizo devoto de San Bernardo

«Así fue prosperando, sin que las burlas de la gente de la ciudad le hicieran perder la confianza de aquel rebaño de rústicos que le temían como a la Ley y creían en él como en la Providencia.

Un préstamo a un mayorazgo derrochador le hizo dueño del caserón señorial que desde entonces pasó a ser de la familia Brull. Comenzó a frecuentar el trato de los grandes propietarios de la ciudad, que aunque despreciándole, le abrieron un hueco entre ellos con esa instintiva solidaridad de la masonería del dinero. Para adquirir mayores respetos, se hizo devoto de San Bernardo, pagó fiestas de iglesia y estuvo siempre al lado del alcalde, fuese quien fuese. Para él no hubo ya en Alcira otras personas, que las que al llegar la cosecha recogían miles de duros; los demás eran la canalla».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez



Puente de san Bernardo (Alcira)

Todocolección

viernes, 15 de octubre de 2021

El agua subía con lentitud, amenazando a la ciudad

 «— ¿Munta?… —preguntaban los que vivían en el interior.

— Sí que munta —contestaban los ribereños.

El agua subía con lentitud, amenazando a la ciudad que audazmente había echado raíces en medio de su curso. Pero a pesar del peligro, los vecinos no iban más allá de una alarmada curiosidad. Nadie sentía miedo ni abandonaba su casa para pasar los puentes, buscando un refugio en tierra firme. ¿Para qué? Aquella inundación sería como todas. Era inevitable de vez en cuando la cólera del río: hasta había que agradecerla, pues constituía diversión inesperada; una agradable paralización de trabajo. La confianza moruna daba tranquilidad a la gente. Lo mismo había hecho en tiempo de sus padres, de sus abuelos y tatarabuelos, y nunca se llevó la población: algunas casas la vez que más. ¿Y había de sobrevenir ahora la catástrofe?…»

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez



Riada 1957. Número extraordinario de Las Provincias

miércoles, 14 de octubre de 2020

¿Munta?… —preguntaban los que vivían en el interior

«— ¿Munta?… —preguntaban los que vivían en el interior.

— Sí que munta —contestaban los ribereños.

El agua subía con lentitud, amenazando a la ciudad que audazmente había echado raíces en medio de su curso. Pero a pesar del peligro, los vecinos no iban más allá de una alarmada curiosidad. Nadie sentía miedo ni abandonaba su casa para pasar los puentes, buscando un refugio en tierra firme. ¿Para qué? Aquella inundación sería como todas. Era inevitable de vez en cuando la cólera del río: hasta había que agradecerla, pues constituía diversión inesperada; una agradable paralización de trabajo. La confianza moruna daba tranquilidad a la gente. Lo mismo había hecho en tiempo de sus padres, de sus abuelos y tatarabuelos, y nunca se llevó la población: algunas casas la vez que más. ¿Y había de sobrevenir ahora la catástrofe?…»

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez


 
Riada de 1957. Cauce del Turia

http://www.ofmval.org/ 

 

miércoles, 12 de febrero de 2020

Formaban un hermoso huerto de naranjos

«Y de este modo, tranquilamente, el pobre don Jaime adquiría un campo aquí, luego otro más allá, después un tercero que unía a los dos, y a la vuelta de pocos años formaban un hermoso huerto de naranjos, adquirido con más trampas y malas artes que dinero efectivo. Así iba agrandando sus propiedades, y siempre risueño, las gafas sobre la frente y el estómago cada vez más voluminoso, se le veía entre sus víctimas, tuteándolas con fraternal cariño, dándolas palmaditas en la espalda cuando llegaban con nuevas peticiones y jurando que le haría morir en la calle como un perro aquella manía de hacer favores».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez


La Esfera. 15 de enero de 1927



domingo, 24 de noviembre de 2019

Día de mercado en Alcira y de gran aglomeración de hortelanos

«Todos los miércoles, día de mercado en Alcira y de gran aglomeración de hortelanos, la calle donde vivía don Jaime era un jubileo. Se presentaban a pedir prórrogas entregando algunas pesetas como donativo gracioso que no influía en la rebaja del débito; solicitaban otros un préstamo humildemente, con timidez, como si vinieran a robar al avariento rábula; y lo extraño del caso era que, según notaban los vecinos, toda aquella gente después de dejar allí cuanto tenía, marchaba contenta, con rostro de satisfacción, como si acabara de librarse de un peligro».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez


Mercado de Alcira

Todocolección

martes, 12 de noviembre de 2019

Por esto don Jaime se dedicó a vender a los hortelanos bestias de labor más o menos defectuosas

«Dar dinero a préstamo le parecía una mezquindad. Las angustias de los labradores eran cuando moría el caballo y había que comprar otro. Por esto don Jaime se dedicó a vender a los hortelanos bestias de labor más o menos defectuosas que le proporcionaban unos gitanos de Valencia y que él colocaba con tantos elogios cual si se tratase del caballo del Cid. Nada de venta a plazos. Dinero al contado; los caballos no eran de él—según afirmaba con la mano puesta en el pecho—y sus dueños querían cobrarlos en seguida. Lo único que podía hacer, obedeciendo a su gran corazón, débil ante la miseria, era buscar dinero para la compra, pidiéndolo a cualquier amigo».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez


Mercado de caballerías en el cauce del Turia

La Semana Gráfica. 2 de abril de 1927

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Prestándoles dinero con la garantía de las futuras cosechas

«Charlatán solemne que a cada momento hablaba del artículo tantos de la ley aplicable al caso, los pobres hortelanos tenían tanta fe en su sabiduría como miedo a su mala intención, y acudían a solicitar su consejo en todos los conflictos, pagándole como a un abogado. 

Cuando hizo una pequeña fortuna, continuó en las modestas funciones para conservar en su persona ese respeto supersticioso que infunde a los labriegos todo el que está en buenas relaciones con la ley, pero en vez de ser un pedigüeño, solicitante eterno del ochavo de los pobres, se dedicó a sacarles de apuros, prestándoles dinero con la garantía de las futuras cosechas».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez



La cosecha de naranja

La Hormiga de Oro. 6 de mayo de 1911

lunes, 14 de octubre de 2019

Tú entiendes el río… más de una vez te he visto remar

«—Oye, Cupido; ahí tengo mi barca; ya sabes; la que mi padre encargó a Valencia para regalármela. Costillaje de acero; madera magnífica; más segura que un navío. Tú entiendes el río… más de una vez te he visto remar; yo no soy manco… ¿Vamos?

—Andando—dijo el barbero con resolución.

Buscaron una antorcha, y ayudados por varios mocetones, trajeron la barca de Rafael hasta una escalerilla de la ribera».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez



Nazaret. Octubre de 1957

Las Provincias. Pérez Aparisi

Subida por Ramón Sánchez Castelló‎ a VAHG

domingo, 13 de octubre de 2019

El agua subía con lentitud, amenazando a la ciudad

«— ¿Munta?… —preguntaban los que vivían en el interior. 

— Sí que munta —contestaban los ribereños. 

El agua subía con lentitud, amenazando a la ciudad que audazmente había echado raíces en medio de su curso. Pero a pesar del peligro, los vecinos no iban más allá de una alarmada curiosidad. Nadie sentía miedo ni abandonaba su casa para pasar los puentes, buscando un refugio en tierra firme. ¿Para qué? Aquella inundación sería como todas. Era inevitable de vez en cuando la cólera del río: hasta había que agradecerla, pues constituía diversión inesperada; una agradable paralización de trabajo. La confianza moruna daba tranquilidad a la gente. Lo mismo había hecho en tiempo de sus padres, de sus abuelos y tatarabuelos, y nunca se llevó la población: algunas casas la vez que más. ¿Y había de sobrevenir ahora la catástrofe?…»

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez



Cauce del Turia

Especial Las Provincias

Subida por Ramón Sánchez Castelló a VAHG

sábado, 12 de octubre de 2019

Los caminos hondos y tortuosos convertíanse en barrancos

«Las primeras lluvias del invierno caían con insistencia sobre la comarca. El cielo gris, cargado de nubes, parecía tocar la copa de los árboles. La tierra rojiza de los campos obscurecíase bajo el continuo chaparrón; los caminos hondos y tortuosos, entre las tapias y setos de los huertos, convertíanse en barrancos; paralizábase la vida laboriosa del cultivo y los pobres naranjos, tristes y llorosos, encogíanse bajo el diluvio, como protestando de aquel cambio brusco en el país del sol».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez


Huerta de Valencia

Especial Las Provincias

Subida por Ramón Sánchez Castelló a VAHG

miércoles, 29 de mayo de 2019

En toda la inmensa extensión cubierta de arrozales y naranjos. Vídeo

«Desde Valencia hasta Játiva, en toda la inmensa extensión cubierta de arrozales y naranjos que la gente valenciana encierra bajo el vago título de la Ribera , no había quien ignorase el nombre de Brull y la fuerza política que significaba».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez



L'arròs

viernes, 24 de mayo de 2019

Llegó a la plazoleta, frente a la casa

«El joven avanzaba lentamente, con miedo, como si temiera que el ruido de sus pasos cortase aquella melodía que parecía mecer amorosamente el huerto, dormido bajo la luz de oro de la tarde. 

Llegó a la plazoleta, frente a la casa, y vio de nuevo sus palmeras rumorosas, los bancos de mampostería con asiento y respaldo de floreados azulejos. Allí había reído ella muchas veces escuchándole. 

La puerta estaba cerrada. Al través de un balcón entreabierto veíase un pedazo de seda azul ligeramente curvado: la espalda de una mujer».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez


Alquería en Alcira. Valencia. 1903

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo. 26 x 64
.
Meadows Museum. Dallas

martes, 7 de mayo de 2019

Formando calles de roja tierra, anchas y rectas

«Los naranjos extendíanse en filas, formando calles de roja tierra, anchas y rectas como las de una ciudad moderna tirada a cordel, en la que las casas fuesen cúpulas de un verde obscuro y lustroso. A ambos lados de la avenida que conducía a la casa, extendían y entrelazaban los altos rosales sus espinosas ramas. Comenzaban a brotar en ellas los primeros botones anunciando la primavera».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez



Nuevo Mundo. 16 de febrero de 1925

lunes, 6 de mayo de 2019

Destacábanse como visión cinematográfica las filas de naranjos

«Muchas tardes en el Congreso, oyendo al jefe que desde el banco azul contestaba con voz incisiva a los cargos de las oposiciones, su cerebro, como abrumado por el incesante martilleo de palabras, comenzaba a dormirse. Ante sus ojos entornados desarrollábase una neblina parda, como si espesara la penumbra húmeda de bodega en que está siempre el salón de sesiones; y sobre este telón destacábanse como visión cinematográfica las filas de naranjos, la casa azul con sus ventanas abiertas, y por una de ellas salía un chorro de notas, una voz velada y dulcísima cantando lieders y romanzas que servía de acompañamiento a los duros y sonoros párrafos del jefe del gobierno. De repente, Rafael despertaba con los aplausos y el barullo. Había llegado el momento de votar, y el diputado, viendo todavía los últimos contornos de la casa azul que se desvanecían, preguntaba a su vecino de banco: 

—¿Qué, votamos? ¿Sí o no?»

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez


La recolección de la naranja

Todocolección

lunes, 15 de octubre de 2018

Sí que munta —contestaban los ribereños

«— ¿Munta?… —preguntaban los que vivían en el interior. 

— Sí que munta —contestaban los ribereños. 

El agua subía con lentitud, amenazando a la ciudad que audazmente había echado raíces en medio de su curso. Pero a pesar del peligro, los vecinos no iban más allá de una alarmada curiosidad. Nadie sentía miedo ni abandonaba su casa para pasar los puentes, buscando un refugio en tierra firme. ¿Para qué? Aquella inundación sería como todas. Era inevitable de vez en cuando la cólera del río: hasta había que agradecerla, pues constituía diversión inesperada; una agradable paralización de trabajo. La confianza moruna daba tranquilidad a la gente. Lo mismo había hecho en tiempo de sus padres, de sus abuelos y tatarabuelos, y nunca se llevó la población: algunas casas la vez que más. ¿Y había de sobrevenir ahora la catástrofe?…»

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez



Riada de 1957. Cauce del Turia

http://www.ofmval.org/

domingo, 14 de octubre de 2018

Oye, Cupido; ahí tengo mi barca

«—Oye, Cupido; ahí tengo mi barca; ya sabes; la que mi padre encargó a Valencia para regalármela. Costillaje de acero; madera magnífica; más segura que un navío. Tú entiendes el río… más de una vez te he visto remar; yo no soy manco… ¿Vamos? 

—Andando—dijo el barbero con resolución. 

Buscaron una antorcha, y ayudados por varios mocetones, trajeron la barca de Rafael hasta una escalerilla de la ribera».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez



Nazaret. Octubre de 1957

Las Provincias. Pérez Aparisi

Subida por Ramón Sánchez Castelló‎ a VAHG