jueves, 30 de noviembre de 2017

Las novelas regionales. 11

«Cañas y barro es la vida en la célebre Albufera valenciana, húmeda, fangosa, calenturienta, con sus arrozales, que forman horizonte. ¿Tipos?... Los hay a puñados; podrían contarse por docenas: allí están el tío Paloma, el pescador más antiguo del lago, alma independiente, movediza como su propia barca, para quien el oficio de agricultor es una profesión de esclavos; su hijo Toni, voluntad de acero, trabajador infatigable, empeñado en rellenar con tierra traída de muy lejos una charca profunda que le cedió graciosamente cierta señora rica «que no sabía qué hacer de ella»; Tonet el Cubano, flor de vicio, tumbón y sensual, que aspira a vivir en la holganza merced a la protección de su querida Neleta, esposa del rico tabernero y antiguo contrabandista Cañamel; el borracho Sangonera, socarrón delicioso, especie de dios Baco, a quien los habitantes del lago solían encontrar dormido junto a las orillas, la cabeza ceñida de flores, y que al cabo murió de un atracón; el pare Miquel, la Borda , la Samaruca y otros...»

Mis contemporáneos

Eduardo Zamacois


Fotograma de la serie de RTVE "Cañas y barro". 1978

Aquí podéis ver la serie:


miércoles, 29 de noviembre de 2017

Al sonar el pito del tranvía que pasaba por el centro de la plaza

«Algunos carros cargados de hortalizas avanzaban lentamente rompiendo la corriente humana, y al sonar el pito del tranvía que pasaba por el centro de la plaza, la gente apartábase lentamente, abriendo paso al jamelgo que tiraba del charolado coche, atestado de pasajeros hasta las plataformas».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Plaza del Mercado. 1890

http://plazasdevalencia.blogspot.com.es/2010/

martes, 28 de noviembre de 2017

Las novelas regionales. 10

«A fines del año siguiente, o sea en Noviembre de 1902, Vicente Blasco Ibáñez publicó su novela Cañas y barro, el mejor, a mi juicio, de todos sus libros. Luego supe que su autor lo tenía en igual estima, y no me extrañó; Cañas y barro es una obra maestra. 

Explicar el argumento de esta novela es empresa difícil, porque más que un asunto puede afirmarse que hay en ella dos o muchos, todos igualmente interesantes y desarrollados simultáneamente, lo que da a la narración una jugosidad excepcional, un «calor de humanidad» extraordinario: es el espejo donde van reflejándose las historias de varias familias que viven paralelamente, el tornavoz que recoge los gritos de dolor, las zozobras, las alegrías mezquinas, todas las palpitaciones, en suma, de un trozo del pintoresco enjambre humano».

Mis contemporáneos

Eduardo Zamacois


Fotograma de la serie de RTVE "Cañas y barro". 1978

Aquí podéis ver la serie:


lunes, 27 de noviembre de 2017

Roseta seguía sus evoluciones

«La madre la seguía sin verla desde la cama, para hacerle toda clase de indicaciones. Podía llevarse las sobras de la cena; con esto y tres sardinas que encontraría en el vasar tenía bastante. Cuidado con romper la cazuela, como el otro día. ¡Ah! Y que no olvidase comprar hilo, agujas y unas alpargatas para el pequeño. ¡Criatura más destrozona!... En el cajón de la mesita encontraría el dinero. 

Y mientras la madre daba una vuelta en la cama, dulcemente acariciada por el calor del estudi, proponiéndose dormir media hora más junto al enorme Batiste, que roncaba sonoramente, Roseta seguía sus evoluciones».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de RTVE "La barraca". 1979

http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-barraca/

domingo, 26 de noviembre de 2017

Esperaban impacientes las pescaderas

«Vendíase el pescado como una bendición de Dios. La demanda era mucha en el mercado de Valencia, y las barcas arrastraban sus redes frente al cabo de San Antonio sin la menor inquietud, fiadas en la calma y deseando sus patrones llenar las cestas cuanto antes para regresar al Cabañal, en cuya playa esperaban impacientes las pescaderas».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Recogida de pesca en una playa de Valencia. Circa 1920

Archivo José Huguet

http://vicenticoaa.blogspot.com.es/2017/09/

sábado, 25 de noviembre de 2017

Todos se acordaban en el Cabañal de lo ocurrido

«Habían pasado muchos años, y sin embargo, unos por referencia y otros como testigos presenciales, todos se acordaban en el Cabañal de lo ocurrido un martes de Cuaresma. 

El día fue de los más hermosos. El mar estaba tranquilo, terso como un espejo, sin la más ligera ondulación, reflejando el inquieto triángulo de oro que formaba el sol sobre las muertas aguas».

Flor de Mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Playa del Cabañal

Juan Carlos Rodriguez Amado‎

Valencia en blanco y negro

viernes, 24 de noviembre de 2017

La insolencia de una virtud salvaje

«En cambio, su criada era poco sensible a la galantería callejera. Acogíala con un gesto de rústico desprecio, un fruncimiento de labios desdeñoso: algo que mostrase la indignación de una castidad hasta la rudeza, la insolencia de una virtud salvaje».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Plaza del Mercado

http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=1694486&page=520

jueves, 23 de noviembre de 2017

Las novelas regionales. 09

«El triunfo obtenido dos años más tarde por "Entre naranjos" , igualó y acaso sobrepujó, al de "La barraca". 

Hay en esta novela una parte autobiográfica muy interesante. Blasco Ibáñez había conocido en uno de sus viajes a cierta artista rusa, tiple de ópera, mujer extraordinaria, hermosa, fuerte y sádica como una walkyria, que recorría el mundo llevando consigo a una pobre muchacha a quien en sus frecuentes arrebatos de mal humor azotaba cruelmente. Fueron aquéllos unos amores de pesadilla, vehementes y rápidos; la artista, con su elevada estatura y sus bíceps de hierro, era una verdadera amazona, celosa y agresiva, de la que sus amantes necesitaban defenderse a puñetazos; instintivamente su temperamento rebelde se negaba a rendirse, y cada posesión requería una escena ancestral de lucha y de doma, en la que luego los besos servían para restañar la sangre de los golpes. 

La acción principal de la novela se desarrolla cerca de Valencia, en Alcira, pueblo lindísimo, pintoresco como un capricho de abanico, cuyo blanco caserío parece flotar sobre el océano verde de los inmensos naranjales que lo circundan».

Mis contemporáneos

Eduardo Zamacois


Puente de San Bernardo

Alcira

Todocolección

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Acicalábase como una niña

«La mitad de los polvos y menjurjes que sus niñas tenían en el tocador los consumía la mamá, que en la madurez de su vida comenzó a saber como se agrandan los ojos por medio de las rayas negras, cómo se da color a las mejillas cuando éstas adquieren un fúnebre tinte de membrillo, y cómo se combate el vello traidor que alevosamente asoma en el labio y en la barba cual película de melocotón, convirtiéndose después en espantosas cerdas. Acicalábase como una niña, guardando con su cuerpo atenciones que no había tenido en su juventud. ¿Para quién se arreglaba? Ni ella misma lo sabía. Era puro deseo de retardar en apariencia la llegada de la vejez; precauciones, según propia afirmación, para no parecer la abuela de sus hijas y para sentir una indefinible satisfacción cuando en la calle echaban una flor descarriada a su garbo de buena moza».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Perfumería Selecta de Heliodoro Lillo

Calle de la Paz, 24

Anuncio guía 1916

Enric Vidaltorres‎. Valencia en blanco y negro


martes, 21 de noviembre de 2017

Las novelas regionales. 08

«Guarda este libro páginas soberbias, como las consagradas al entierro de Pascualet y al incendio de la barraca, y hasta media docena de tipos perfectamente trazados. Su autor lo escribió de un tirón y en un estado de hiperestesia que iba creciendo y agudizándose conforme se acercaba el desenlace. Los dos últimos capítulos, especialmente, llegaron a colocarle en un estado de verdadero desequilibrio mental. Sufrió alucinaciones. La noche en que terminó la novela trabajó hasta la madrugada; estaba solo; acababa de escribir la cuartilla final y levantó la cabeza: sentado delante de él vio a Pimentó. La impresión fue tan violenta, que Blasco tiró la pluma y retrocediendo, como para no ser acometido por la espalda, se retiró a su cuarto; la sombra trágica del huertano permaneció allí, de codos sobre la mesa, junto al quinqué, inmóvil en medio del silencio y la amplitud del salón obscuro».

Mis contemporáneos

Eduardo Zamacois


Fotograma de la serie de RTVE "La Barraca". 1979


Aquí podéis ver la serie completa:

http://www.rtve.es/television/la-barraca/


lunes, 20 de noviembre de 2017

Con sus puestos de venta al aire libre, sus toldos viejos

«La plaza, con sus puestos de venta al aire libre, sus toldos viejos, temblones al menor soplo del viento, y bañados por el rojo sol con una transparencia acaramelada, sus vendedores vociferantes, su cielo azul sin nube alguna, su exceso de luz que lo doraba todo a fuego, desde los muros de la Lonja a los cestones de caña de las verduleras, y su vaho de hortalizas pisoteadas y frutas maduras prematuramente por una temperatura siempre cálida, hacía recordar las ferias africanas, un mercado marroquí con su multitud inquieta, sus ensordecedores gritos y el nervioso oleaje de los compradores».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Plaza del Mercado. 1888

Ayuntamiento de Valencia

http://gaiarestauracion.blogspot.com.es/

domingo, 19 de noviembre de 2017

Las novelas regionales. 07

«Así Blasco Ibáñez no paladeó las mieles de una verdadera victoria hasta dos años más tarde, en 1898, con la publicación de La barraca . 

¡Libro admirable! Su autor «lo vió» bien, de un golpe, y lo escribió con una vehemencia y una diafanidad de estilo inimitables. Toda «el alma» árabe, brava y sufrida de los hijos de la huerta, late allí: la lucha de los hombres con la tierra, el cariño dedicado por el labrador al caballo que trabaja con él sobre el surco y al perro que de noche vigila su hacienda; el respeto tradicional al «amo» que de hecho, ya que no de derecho, oprime todavía á sus colonos con el peso de una autoridad omnímoda y feudal; y también «el alma» del paisaje, con su cielo añilado, sus palmeras hieráticas eternamente tristes, su red de infinitos y pequeños canales, por donde el agua, semejante á un dios helénico, bordea los verdes bancales, distribuyendo en ellos, con su frescura murmurante, el regocijo de la vida. En La barraca nada falta, nada tampoco sobra; en la historia de la novela española contemporánea, este libro quedará como un modelo definitivo de nuestra literatura regional»

Mis contemporáneos

Eduardo Zamacois.


Fotograma de la serie de RTVE "La barraca". 1979


Aquí podéis ver la serie completa:

http://www.rtve.es/television/la-barraca/

sábado, 18 de noviembre de 2017

Y en todos los pisos bajos, tiendas de comestibles, ropas, drogas y bebidas

«Más allá, sobre el revoltijo de toldos, el tejado de cinc del mercadillo de las flores; a la derecha, las dos entradas de los pórticos del Mercado Nuevo, con las chatas columnas pintadas de amarillo rabioso; en el lado opuesto, la calle de las Mantas, como un portalón de galera antigua, empavesada con telas ondeantes y multicolores que las tiendas de ropas cuelgan como muestra de los altos balcones; en torno de la plaza, cortados por las bocacalles, grupos de estrechas fachadas, balcones aglomerados, paredes con rótulos, y en todos los pisos bajos, tiendas de comestibles, ropas, drogas y bebidas, luciendo en las puertas, como título del establecimiento, cuantos santos tiene la corte celestial y cuantos animales vulgares guarda la escala zoológica».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Droguería Abascal y Compañía

Plaza del Mercado 2 y calle Cervantes 9

Actual farmacia Rubio Abascal, calle de San Fernando

http://comercioshistoricosdevalencia.blogspot.com.es/2014/11/

viernes, 17 de noviembre de 2017

Las novelas regionales. 06

«Sirve de escenario a la obra la playa del Cabañal; todos los personajes son pescadores, gente brava y noble, que tiene torpe la palabra y el ademán pronto y vehemente.

Hay en esta novela tipos gallardamente dibujados, como el de la tía Picores, una especie de leona de la Pescadería, procaz y deslenguada, capaz de reñir a puñetazos con un hombre; el del tío Paella, padre de Dolores; el del «siñor Martínes», carabinero andaluz, perezoso y sentimental, que pasa como un soplo de poesía por la taberna de Tona; y el de su hija Roseta, aquella virgen rubia, con largos ojos azules y contemplativos, «que lo sabía todo». Y también merecen recordarse dos o tres escenas de primer orden: tales como la del naufragio, la de la bendición de la barca, y la de aquella tarde en que Pascual y Tonet deciden ir a Argel por un cargamento de tabaco. En esta última descripción, especialmente, Blasco Ibáñez se excede y mejora a sí mismo; la blancura de la playa arenosa reverberante bajo el sol; la quietud de las barcas tendidas a lo largo de la costa con un abandono casi inteligente, cual si tuviesen conciencia de que descansan; la serenidad verde del mar emperezado por el calor de la siesta; el silencio, el enorme silencio, que llena el espacio azul; y, a ratos, en la lejanía luminosa del horizonte, una vela blanca, como una pechuga de gaviota... componen un lienzo pasmoso que Joaquín Sorolla hubiese firmado».

Mis contemporáneos

Eduardo Zamacois


Playa de Valencia. 1908

Joaquín Sorolla

jueves, 16 de noviembre de 2017

La Lonja de la Seda, acariciada por el sol de invierno

«En el lado opuesto la Lonja de la Seda, acariciada por el sol de invierno y luciendo sobre el fondo azul del cielo todas las esplendideces de su fachada ojival. La torre del reloj, cuadrada, desnuda, monótona, partiendo el edificio en dos cuerpos, y éstos exhibiendo los ventanales con sus bordados pétreos; las portadas que rasgan el robusto paredón, con sus entradas de embudo, compuestas de atrevidos arcos ojivales, entre los que corretean en interminable procesión grotescas figurillas de hombres y animales en todas las posiciones estrambóticas que pudo discurrir la extraviada imaginación de los artistas medievales; en las esquinas, ángeles de pesada y luenga vestidura, diadema bizantina y alas de menudo plumaje, sustentando con visible esfuerzo los escudos de las barras de Aragón y las enroscadas cintas con apretados caracteres góticos de borrosas inscripciones; arriba, en el friso, bajo las gárgolas de espantosa fealdad que se tienden audazmente en el espacio con la muda risa del aquelarre, todos los reyes aragoneses en laureados medallones, con el casco de aletas sobre el perfil enérgico, feroz y barbudo; y rematando la robusta fábrica, en la que alternan los bloques ásperos con los escarolados y encajes del cincel, la apretada rúa de almenas cubiertas con la antigua corona real».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


La Lonja

Todocolección

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Las novelas regionales. 05

«Las ilusiones de los que así le juzgaron no resultaron fallidas: Blasco las satisfizo todas publicando un año después, en 1895, su lindísima novela Flor de Mayo . 

¡Qué emoción tan fuerte, tan inolvidable, deja este libro!... Es pesimista, es trágico; sus últimas páginas, especialmente, tienen toda la amargura del mar, y por su arquitectura cae en absoluto dentro de aquellos moldes en que «el padre» melancólico y casto de la novela moderna, Emilio Zola, fabricaba los suyos. Y, sin embargo, ¡qué extraño raudal de luz, qué alegre vigor y qué intensas ráfagas de ruda poesía hay en él!...»

Mis contemporáneos

Eduardo Zamacois



Pescaderas en la Playa de Levante. Cabañal

http://enateneo.blogspot.com.es/

martes, 14 de noviembre de 2017

Iban deslizándose los ánades lo mismo que galeras de marfil

«En las acequias conmovíase la tersa lámina de cristal rojizo con chapuzones que hacían callar a las ranas; sonaba luego un ruidoso batir de alas e iban deslizándose los ánades lo mismo que galeras de marfil, moviendo, cual fantásticas proas, sus cuellos de serpiente».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez


Molino de "Nou Moles" sobre la acequia de Favara. 1908. Actual calle de Torres Torres

Archivo de José Huguet

http://valenciadesaparecida.blogspot.com.es/2015/05/

lunes, 13 de noviembre de 2017

Las novelas regionales. 04

«De todos los libros de esta época, "Arroz y tartana" es, indudablemente, el más flojo; y, sin embargo, tanto por el número y calidad de sus tipos, como por el raro «calor de humanidad» que hay en él, es una obra recia, de estirpe balzaciana. 

Vivir con «arroz y tartana» significa vivir ostentosamente, aparentando poseer mucho más de lo que se tiene y sin cuidarse de la bancarrota, del crac final».

Mis contemporáneos

Eduardo Zamacois



Baile de mascaras en el teatro Principal

http://juanansoler.blogspot.com.es/

domingo, 12 de noviembre de 2017

El popular "pardalot"con su cola de abanico

«Arriba, la fachada de piedra lisa, amarillenta, carcomida, con un retablo de gastada es cultura, dos portadas vulgares, una fila de ventanas bajo el alero, santos berroqueños al nivel de los tejados, y como final, el campanil triangular con sus tres balconcillos, su reloj descolorido y descompuesto, rematado todo por la fina pirámide, a cuyo extremo, a guisa de veleta y posado sobre una esfera, gira pesadamente el pájaro fabuloso, el popular "pardalot"con su cola de abanico».

Arroz y Tartana

Vicente Blasco Ibáñez


El Pardalot

Subida por José Vicente Luján Estellés a VAHG

sábado, 11 de noviembre de 2017

Las novelas regionales. 03

«Su complexión le lleva a sentir el amor a la Naturaleza con extraordinaria intensidad; aunque siempre escribió en prosa, es un verdadero y altísimo poeta de la vida, un enamorado fervoroso de la tierra, semejante a aquellos sacerdotes de los antiguos cultos que asistían de rodillas al orto del sol. Dueño de una paleta riquísima, los colores del iris le sirven dócilmente y le pertenecen como esclavos; su estilo esplendoroso, ardiente como un mantón filipino, le envuelve bajo el prestigio asiático, hecho de oro y de seda, de un manto real; y a su conjuro, los rincones de la huerta valenciana se rebullen y despiertan, y aparecen a nuestros ojos con toda su cegante luminosidad meridional. Sigamos al maestro en su éxodo desde el lago maravilloso de la Albufera a los bosques de Alcira, aljofarados de oro por las naranjas; desde las ruinas druídicas de Sagunto la heroica a las playas soleadas y rientes del Cabañal; y sentiremos cómo la poesía, simultáneamente enérgica y perezosa, de aquella tierra sultana, nos penetra y concluye enseñoreándose de nuestro ánimo: por todas partes triunfan el amarillo quemante del sol, el azul vigoroso del espacio, el verde esmeralda de la planicie cultivada, inmensa y prolífica; y aquí y allá, rompiendo la monotonía griega de este acorde magnífico, la belleza árabe de las palmeras litúrgicas, implorantes como sacerdotes en oración, abriendo desmayadamente sus ramas en un gesto de inconsolable dolor; y las barracas enjalbegadas de blanco, con sus techumbres puntiagudas defendidas por una cruz. Y, finalmente, las noches valencianas, noches diáfanas, en las que las olas empenachadas de espuma sonríen misteriosamente bajo la luna con sonrisa de plata, y en que el cielo, bañado en la serenidad lívida de la luz astral, parece más alto...»

Mis contemporáneos

Eduardo Zamacois


Barraca valenciana

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viernes, 10 de noviembre de 2017

Las lóbregas y húmedas covachuelas donde los hojalateros establecen sus tiendas

«Desde el lugar que ocupaba veía al frente la iglesia de los Santos Juanes, con su terraza de oxidadas barandillas, teniendo abajo, casi en los cimientos, las lóbregas y húmedas covachuelas donde los hojalateros establecen sus tiendas desde fecha remota».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Covetes de Sant Joan. Circa 1940

Archivo de Rafael Solaz

http://valenciablancoynegro.blogspot.com.es/2012/04/

jueves, 9 de noviembre de 2017

Las novelas regionales. 02

«En estas obras, Vicente Blasco Ibáñez, aunque incorrecto muchas veces, y a ratos, quizá, frondoso y plateresco en demasía, se muestra, sin embargo, como un artista fascinante y magnífico, evocador insuperable de horizontes. Toda la orquestal polifonía de la Naturaleza resuena a la vez en su cerebro y es recogida ordenadamente por su sensibilidad delicadísima: no sólo «ve» la realidad, sino que al mismo tiempo la huele, la oye y la siente, cual si la tuviese entre sus brazos: por lo mismo, ni un aroma, ni una nota, ni un color, ni un detalle, se escapan a su penetración vigilante. Guardan estos libros un fragor incesante de pasiones, un revertimiento constante de jugos vitales, una especie de convulsión pánica, que así agita las simientes echadas en el surco, como desborda los ríos y enardece las almas. Alternativamente, luciendo una facilidad elástica donde jamás se atisba el menor rastro de cansancio, Blasco Ibáñez tan pronto se refugia en los caracteres y los diseca y escudriña discreta y sutilmente, como vuelve al mundo objetivo, reconstituyéndolo de diversos modos; unas veces con labor mesurada y paciente de miniaturista, otras a largos trazos, con brochazos heroicos, cual si le tentase la majestad sencilla y enorme del cielo tendido sobre el mar».

Mis contemporáneos

Eduardo Zamacois


Visita a La Albufera durante la Semana de Homenaje en Valencia. 1921

http://casamuseoblascoibanez.com/

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Conocía bien la plaza; había pasado en ella una parte de su juventud

«Conocía bien la plaza; había pasado en ella una parte de su juventud, y cuando de tarde en tarde iba al Mercado por ser víspera de festividad en que se encendían todos los hornillos de su cocina, experimentaba la impresión del que tras un largo viaje por países extraños vuelve a su verdadera patria».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Plaza del Mercado. 1888

http://valenciaparaisoterrenalesp.blogspot.com.es/

martes, 7 de noviembre de 2017

Las novelas regionales. 01

«Son seis las novelas correspondientes a este primer período, y las denomino así por desarrollarse todas ellas en la región valenciana, con tipos y paisajes y hasta modismos de lenguaje arrancados a la gran hermosura bravía de la huerta; no por juzgarlas menos interesantes y comprensivas, ni tampoco inferiores a las que su autor desenvolvió más tarde en amplios escenarios: pues la emoción artística no reside en la magnitud decorativa del «marco», ni en la condición noble de las figuras, como enseñan todavía ridículamente vulgares textos de retórica, sino en esa eficacia descriptiva y en esa habilidad para trazar caracteres reales, que han de llevar al libro, al mármol o al lienzo, el estremecimiento sagrado de la Vida».

Mis contemporáneos

Eduardo Zamacois


Oro de ley. 15 de enero de 1926

lunes, 6 de noviembre de 2017

Ya estaban en la verdadera Albufera

«El viento comenzaba a refrescar. La vela se hinchó con nuevas sacudidas y la cargada barca inclinóse hasta mojar las espaldas de los que se sentaban en la borda. En torno de la proa, las aguas, partidas con violencia, cantaban un gluglu cada vez más fuerte. Ya estaban en la verdadera Albufera, en el inmenso lluent, azul y terso como un espejo veneciano, que retrataba invertidos los barcos y las lejanas orillas con el contorno ligeramente serpenteado».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


La Albufera

https://www.delcampe.net/

domingo, 5 de noviembre de 2017

No debemos vivir para ser ricos, ni para ser célebres

«—¿Cree usted en la gloria, como fin de la vida? ¿Ama usted el dinero? 

El maestro no vacila al contestar. 

—La gloria, como el dinero, como el amor—declara—, son «adornos» de la vida, y nada más; arrequives brillantes que la embellecen y nos la ofrecen bajo un disfraz amable. Pero el verdadero fin de la vida está, sencillamente, «en vivir». No debemos vivir para ser ricos, ni para ser célebres, ni para endiosar a una mujer, digan lo que quieran los falsos poetas: la vida goza de substantividad propia; se justifica a sí misma... 

Y esta respuesta enérgica y breve compendia el alma, toda el alma, de este hombre excepcional, conquistador rezagado, mezcla feliz de artista y de aventurero, que, sin apoyo de nadie, supo vencer á la pobreza y darle a la Vida un zarpazo de león».

Mis contemporáneos

Eduardo Zamacois


Aspecto de la playa durante el discurso pronunciado por Blasco Ibáñez 
en el acto de la inauguración del Asilo para los inválidos del mar

Cabañal. Valencia. 19 de febrero de 1911

http://elargonautavalenciano.blogspot.com.es/

sábado, 4 de noviembre de 2017

Sobre el inmenso arrozal, se destacaban las casas del Saler

«Terminaba el lago. Otra vez la barca penetraba en una red de canales, y lejos, muy lejos, sobre el inmenso arrozal, se destacaban las casas del Saler, el pueblecito de la Albufera más cercano a Valencia, con el puerto ocupado por innumerables barquichuelos y grandes barcas que cortaban el horizonte con sus mástiles sin labrar, semejantes a pinos mondados».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


http://barracavalenciana.blogspot.com.es/

viernes, 3 de noviembre de 2017

La mujer—exclama—no es toda la vida...

«—¿Y de la mujer—pregunto—qué opina usted? ¿Cree usted en su complejidad, en su perfidia?... 

Adivino su respuesta, pero quiero recibirla de sus labios. ¡Bah!... Vicente Blasco Ibáñez sonríe, se encoge de hombros y por su rostro pasa la expresión satisfecha, un poco petulante, del hombre que, en lances de amor, ha triunfado muchas veces. 

—La mujer—exclama—no es toda la vida... ¡ni siquiera la mitad de la vida!... con ser, indudablemente, lo mejor que hay en ella. No es que yo la desprecie, como los orientales, pero tampoco sufrí jamás su imperio tiránico. Yo soy un macho, un gozador, no un sentimental. Yo opino que la mujer es una de las muchas cosas legítimamente codiciables y dignas de conquista que hay bajo el sol».

Mis contemporáneos

Eduardo Zamacois


Elena Ortúzar. La segunda esposa de Blasco Ibáñez

http://elargonautavalenciano.blogspot.com.es/

jueves, 2 de noviembre de 2017

Que acaba de devanarse ante sus ojos una visión de cinematógrafo

«—Cuanto más sencillo es un autor—dice Blasco—menos esfuerzo cuesta su lectura. Por lo mismo procuro siempre escribir sin oropeles retóricos, llanamente, con el propósito único de que el lector «se olvide» de que está leyendo, y al terminar la última página le parezca que sale de un sueño, o que acaba de devanarse ante sus ojos una visión de cinematógrafo».

Mis contemporáneos

Eduardo Zamacois




Programa de mano del estreno en el Teatro Principal
de "Los cuatro jinetes del Apocalipsis"

20 de marzo de 1923

Todocolección

miércoles, 1 de noviembre de 2017

El Panteón del Olvido

«A mi muerte quisiera ser llevado en hombros 
por estos hombres 
de "El Progreso Pescador"»


Blasco Ibáñez pronunciando un discurso durante la inauguración de."El Asilo para Inválidos del Mar".

El Pueblo. 20 de febrero de 1911

«Quiero descansar en el más modesto cementerio valenciano. Junto al Mare Nostrum que llenó de ideal mi espíritu, quiero que mi cuerpo se confunda con esta tierra de Valencia que es el amor de todos mis amores».

«En 1933 Javier Goerlich, por encargo del Ayuntamiento de Valencia  proyecta el Mausoleo para Blasco Ibañez a ubicar junto al Cementerio General de Valencia. Se trata de un proyecto grandilocuente destinado a morada eterna de este tan importante novelista y político valenciano.  








Mucho se habló de este proyecto,  que nunca llegó a materializarse y que fue objeto de mofa en un ninot de 1935 titulado “Panteón del olvido”. 


En 1939 y por motivos obvios, el proyecto fue paralizado y abandonado definitivamente. 

El proyecto constructivo del mausoleo y panteón corrió a cargo de Goerlich, mientras que el sarcófago propiamente dicho fue realizado por el escultor Mariano Benlliure, amigo este de Blasco Ibañez y también de Goerlich, pese a la diferencia de edad existente entre ellos.  



El sarcófago, en la actualidad está ubicado en el Convento del Carmen de Valencia, en la calle Museo 8, concretamente entrando en el claustro gótico en la primera capilla que encontramos abierta a la izquierda».

Fundación Goerlich