martes, 28 de julio de 2020

Hasta las devotas a la puerta de la iglesia murmuraban

«La gente estaba conforme en que el tío Sento había perdido la razón. Cuanto poseía antes de casarse y todo lo que había heredado de la siñá Tomasa iba a ser de Marieta, de aquella mosca muerta, que había conseguido turbarle de tal modo que hasta las devotas a la puerta de la iglesia murmuraban si la chica tendría hecho pacto con el Malo y habría dado al viejo polvos seguidores».

La cencerrada

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez



La salida de misa en Rocafort

José Benlliure Ortiz

domingo, 26 de julio de 2020

La sonrisa boba con que acogía todas sus palabras

«Aquel hombre debía estar loco. No había más que ver el aire de adoración con que contemplaba a Marieta, la sonrisa boba con que acogía todas sus palabras y las actitudes de chaval con que se mostraba a los cincuenta y seis años bien cumplidos. Y las que más protestaban contra aquel hecho inaudito eran las chicas de las familias acomodadas, que, siguiendo las egoístas tradiciones, no hubieran tenido inconveniente en entregar su morena mano a aquel gallo viejo, que se apretaba la exuberante panza con la faja de seda negra y mostraba sus ojillos pardos y duros bajo el sombrajo de unas cejas salientes y enormes, que según expresión de sus enemigos, tenían más de media arroba de pelo».

La cencerrada

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez



La sonrisa de Valencia. 1927

Díaz Casariego

viernes, 24 de julio de 2020

Muy enamorado debía de estar el tío Sento para casarse

«El egoísmo rural no salía de su asombro. Muy enamorado debía de estar el tío Sento para casarse, violando tan escandalosamente las costumbres tradicionales. ¿Cuándo se había visto a un hombre que era dueño de la cuarta parte del término, con más de cien botas en la bodega y cinco mulas en la cuadra casarse con una chica que de pequeña robaba fruta o ayudaba en las faenas de las casas ricas para que le diesen de comer?»

La cencerrada

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez


A la puerta de la barraca

Todocolección

miércoles, 22 de julio de 2020

Se casaba el tío Sento, uno de los prohombres del pueblo

«Todos los vecinos de Benimuslim acogieron con extrañeza la noticia. 

Se casaba el tío Sento, uno de los prohombres del pueblo, el primer contribuyente del distrito, y la novia era Marieta, guapa chica, hija de un carretero, que no aportaba al matrimonio otros bienes que aquella cara morena, con su sonrisa de graciosos hoyuelos y los ojazos negros que parecían adormecerse tras las largas pestañas, entre los dos roquetes de apretado y brillante cabello que, adornados con pobres horquillas, cubrían sus sienes».

La cencerrada

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez



Boda en Valencia

Estampa. 4 de mayo de 1935

jueves, 16 de julio de 2020

Y triunfalmente, siguió el camino de la cárcel

«Cuando pasó ante el cafetín saludó con altivez a sus amigotes, que, asombrados, como si no hubiesen presenciado el suceso, le preguntaban qué había hecho. 

—¡Res: coses d'homens!

Y contento con su suerte, erguido y triunfalmente, siguió el camino de la cárcel, acogiendo el infeliz las miradas de la curiosidad con la prosopopeya de la estupidez satisfecha».

¡Cosas de hombres! 

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez


Trasera de las Torres de Serranos tapadas en su función de cárcel . 1893

Subida por Pilar Martínez Olmos a VAHG

martes, 14 de julio de 2020

Calló el organillo, cesó el coro

«—Tú, Cubano, ascolta. 

Movimiento de asombro, de estupefacción. Calló el organillo, cesó el coro, y Pepeta levantó fieramente la cabeza. ¿Qué quería aquel pillete? ¿Había por allí algún borrego que robar?...»

¡Cosas de hombres! 

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez


Organillero en la plaza de Nápoles y Sicilia

Subida por Lluís Lsn a VAHG

domingo, 12 de julio de 2020

De aquél que está en el rincón, en el temible tonel

«Pero ¡qué cargantes eran los amigos del cafetín! ¿Que Pepeta no le quería ya? Bueno; dale expresiones... ¿Que él era un chiquillo y le faltaba esto y lo de más allá? Conforme; pero aún no había muerto, y tiempo le quedaba para hacer algo. Por de pronto, a Pepeta y al cubano se los pasaba por tal y cual sitio. Ella era una carasera , y él un mariquita con su hablar de chiquillo y su peluca rizada. Ya les arreglaría las cuentas... "A ver, tío Panchabruta : otra águila de petróleo refinado. De aquél que está en el rincón, en el temible tonel que ha enviado al cementerio tres generaciones de borrachos"».

¡Cosas de hombres! 

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez


Interior de la Bodega Polit. 1957

https://www.elmundo.es/blogs/elmundo/paco-a-la-naranja/2015/07/25/camino-de-vera-alquerias.html

viernes, 10 de julio de 2020

Se arrullaban el licenciado y Pepeta

«En aquellas horas de regocijo público, en medio de la calle, acariciados por la expansión de todos los vecinos, se arrullaban el licenciado y Pepeta: él, dulzón empalagoso, hablándole al oído; ella, grave estirada y seria, apretando los labios como si estuviera ofendida, porque una chavala que se respete debe poner siempre al novio cara de perro. Los hombres son muy presuntuosos, y si llegan a comprender que una está chiflada por ellos..., ya..., ya...»

¡Cosas de hombres! 

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez


Idilio en la barraca

Todocolección

miércoles, 8 de julio de 2020

Al cantar el sereno las once

«Y a esta hora de digestión líquida, al cantar el sereno las once y estar los corrillos más animados, era cuando, a lo lejos, la difusa luz de los faroles marcaba algo que se aproximaba balanceándose, trazando zigzags como una barca sin timón, echando la pesada ancla en cada esquina».

¡Cosas de hombres! 

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez


Serenos oyendo el parte antes de salir en la ronda nocturna de vigilancia por las calles de Valencia, y para la apertura de las puertas de los edificios de aquellos ciudadanos que lo necesitaban

Están situados en la casa de Socorro que había en la calle de Colón nº 41 actual

http://valenciadesaparecida.blogspot.com.es/

lunes, 6 de julio de 2020

Despedazábanse en los corros enormes sandías

«Despedazábanse en los corros enormes sandías; hundíanse las botas en tajadas como medias lunas; pringábanse las caras con el rojo zumo: extendíanse los arrugados moqueros bajo la barba para no mancharse, y, al fin, la gente, con el vientre hinchado de agua, sumíase en dulce beatitud, escuchando como angélicas melodías los arañazos de los acordeones».

¡Cosas de hombres! 

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez



Niño comiendo sandía. 1920

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo. 99.5 x 75

Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba. La Habana

sábado, 4 de julio de 2020

La guitarra con su rasgueo soñador

«En todas las puertas sonaban el acordeón con su chillona melancolía, la guitarra con su rasgueo soñador, el canto a coro desentonado y estridente, y algunas veces, en las esquinas estallaba una tempestad de aullidos, el estrépito sin la lucha cuerpo a cuerpo, y los antipáticos perros chatos chocaban sus amenazantes cabezas de foca, hasta que el silletazo de algún vecino de buena voluntad los ponía en dispersión».

¡Cosas de hombres! 

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez


Grupo musical. Valencia

Foto Jordá

Todocolección

jueves, 2 de julio de 2020

Los lóbregos faroles

«La calle, tostada todo el día por el sol, revivía con los primeros soplos de la noche. 

Los lóbregos faroles, cuyos palmitos de gas parecían pintados en la pared con almazarrón, dejábanlo todo en fresca penumbra; en las puertas destacábanse las manchas blancas de la gente casi en paños menores; chorreaban rítmicamente los balcones con el riego de las plantas; en cada balaustrada asomaba un botijo, y de arriba, de aquel cielo oscuro, que parecía un lienzo apolillado transparentando lejana luz, descendía un soplo húmedo que reanimaba a la tierra, arrancándola»

¡Cosas de hombres! 

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez



El farolero de la plaza del Mercado

Subida por Carlos Tárrega Momblanc a VAHG