jueves, 31 de enero de 2019

Tendíanse como unos príncipes

«Después venía el huroneo en busca del vino que la tripulación había dejado olvidado en el fondo del porrón de lata; y los gatos, si no había trabajo, tendíanse como unos príncipes en la proa, con la camisa fuera de los pantalones y la panza al aire, arrullados por el cabeceo de la barca y las cosquillas de la brisa».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Niños en la playa II. 1908

Óleo. 81 x 106

Hispanic Society of America. Nueva York


martes, 29 de enero de 2019

Entonces entraba la rebañadura mendrugo en mano

«No se equivocaba el muchacho al decir que había nacido para el mar. En la barca del tío Borrasca se encontraba mucho mejor que en la otra encallada en la arena, junto a la cual gruñía el cerdo y cacareaban las gallinas. Trabajaba mucho, y además de su pitanza percibía algunos puntapiés del viejo patrón, cariñoso en tierra, pero que una vez sobre su barca no respetaba ni a su mismo padre. Trepaba al mástil a poner el farol o arreglar una cuerda con la ligereza de un gato; ayudaba á tirar de las redes cuando llegaba el momento de chorrar; baldeaba la cubierta, alineaba en la cala los grandes cestos del pescado y soplaba el fogón, cuidando de que el caldero estuviera siempre en su punto para que no se quejara la gente de a bordo. Pero como compensación a estos trabajos, ¡cuántas satisfacciones! Al terminar el patrón y los suyos la comida que él y otro gato de la barca presenciaban inmóviles y respetuosos, dejábanles las sobras a los chicos, y los dos sentábanse a proa con el negro caldero entre las piernas y un pan bajo del brazo. Ellos sacaban la mejor parte, y cuando las cucharas tropezaban ya con el fondo, entonces entraba la rebañadura mendrugo en mano, hasta que el metal quedaba limpio y brillante, como si acabasen de fregarlo».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Comida en la barca. 1898

Óleo. 180 x 250

Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid

Joaquín Sorolla y Bastida

Vicente Antonio Juan: Vicente Blasco Ibáñez. Apuntes biográficos. 01

Apuntes biográficos. 01

«Oficialmente, Vicente Blasco Ibáñez nació el 29 de enero del 1867 pero sobre la fecha exacta del acontecimiento, existen algunas discrepancias.



Casa natal de Blasco Ibañez

http://lapidasconmemorativasvalencia.blogspot.com/2015/06/vicente-blasco-ibanez-en-su-casa-natal.html

Según la última biografía publicada por Javier Varela1 en 2015, y de acuerdo con la partida de bautismo, el recién nacido registrado con el nombre Vicente Antonio Juan, fue  bautizado el 30 de enero de 1867, en la iglesia parroquial de los Santos Juanes de Valencia, de la cual los padres eran feligreses. El documento registraba que el niño  “...nació el día anterior a la una de la tarde, hijo legítimo de Gaspar Blasco, natural de Aguilar y de Ramona Ibáñez, natural de Calatayud”. Los padrinos fueron Antonio Pinilla, natural de Sestrica, un pueblo de la provincia de Zaragoza y Vicenta Martínez, tía de doña Ramona, natural de Calatayud.

Calle Jaboneria Nueva, a finales del siglo XVIII

Archivo Rafael Solaz

De acuerdo a estos datos, el niño habría nacido el 29 de enero pero según el padre, el acontecimiento ocurrió un día antes: «El día 28 de enero 1867 tuvimos un hijo que se llama Vicente»; como se indica en la biografía escrita por Libertad Blasco, la hija de Blasco Ibáñez.

Otra versión es la que aparece en la biografía publicada en 1977 por Pilar Tortosa, una familiar cercana a Blasco Ibáñez,  donde se sugiere que la fecha correcta sería el 27 de enero, citando a José María Meliá Bernabeu - Pigmalión (1885–1974), periodista y escritor valenciano, amigo y secretario del novelista:

«Íbamos en un tranvía hacia la playa; Blasco Ibáñez había leído un trabajo mío sobre hombres célebres y signos del Zodiaco, y al recordarle yo que había nacido en martes, me interrumpió: 

—No, me dijo, yo nací en domingo. En las partidas de Bautismo figuran las fechas que se declaran, pero mis padres me dijeron que yo había nacido un domingo 27 de enero». 

También, la autora menciona otras equivocaciones encontradas en la partida de nacimiento de Blasco Ibáñez: en donde debe decir «comerciante», refiriéndose a la ocupación del padre, se lee «cocinero», y se sitúa la villa de Calatayud, lugar de nacimiento de la madre, en la provincia de Teruel en lugar de Zaragoza».

Marga Preda

https://elargonautavalenciano.blogspot.com/2016/01/la-familia-blasco-ibanez-1867.html

«Vicente Blasco Ibáñez nació en Valencia, en la calle de la Jabonería Nueva, número 2, llamada luego Flor de Mayo y hoy en día Barón de Cárcer, el 27 de Enero de 1867, no el 28, como se había señalado siempre. Tomamos este dato de Pigmalión, quien asegura haberlo recogido de los labios del propio novelista, el cual estaba orgulloso de tal fecha, puesto que un 27 de enero había nacido también Mozart.


Fachada de la casa natal de Blasco Ibáñez (destruida en 1939)

http://www.cervantesvirtual.com/



Placa que se instaló en la casa natal de Vicente Blasco Ibáñez (destruida en 1939)

http://www.cervantesvirtual.com/


Placa en recuerdo al lugar donde estuvo la casa natalicia de Blasco Ibáñez

http://www.bv.gva.es/

Nació en las inmediaciones del Mercado Central, barrio destacado en la acción narrativa de Arroz y tartana (1894) y en Flor de mayo (1895) —las dos primeras novelas de las que se siente satisfecho el autor— quien relega al olvido una vasta producción anterior con certero criterio ya que, si desde su más temprana infancia brotó incontenible un venero de imaginación, el novelista no había encontrado aún su estilo inconfundible, y su lenguaje —salvo chispazos aislados— era demasiado discursivo y grandilocuente. 


http://juanansoler.blogspot.com.es/


http://elargonautavalenciano.blogspot.com.es/


Plaza del Mercado. 1888 

Colección Diaz Prósper

Sus padres —don Gaspar Blasco Teruel y doña Ramona Ibáñez Martínez— eran oriundos de la provincia de Teruel, de cuyas tierras áridas y frías tantos aragoneses emigraron en busca del grato clima y de la riqueza floreciente de Valencia. Gran parte del comercio —sobre todo el del ramo de la alimentación y del vestido, así como el de la servidumbre— era desempeñado por aragoneses, “churros” en la terminología entre compasiva y despectiva de los oriundos levantinos. 


Padres de Blasco Ibáñez.

Gaspar Blasco Teruel y Ramona Ibáñez Martínez

Archivo Rafael Solaz

La situación económica de los padres de Blasco no era tan precaria como la de la mayoría de aragoneses que, temporal o definitivamente, tenían que dejar sus tierras de origen. El futuro novelista sintetizaría como las dos notas más destacadas de su carácter la valentía y la gallardía, propias del valenciano, y la tozudez, típica del aragonés».

Vicente Blasco Ibáñez. Ese diedro de luces y sombras

José Mas y Mª Teresa Mateu

lunes, 28 de enero de 2019

Quiero que me entierren en el más modesto cementerio valenciano

«Quiero que me entierren en el más 
modesto cementerio valenciano, 
junto al Mare Nostrum que llenó de ideal mi espíritu, quiero que mi cuerpo se confunda con esta tierra de Valencia que es el amor de todos mis amores».

Vicente Blasco Ibáñez


Blasco Ibáñez pronunciando un discurso 
durante la Fiesta de "La barraca"

17 de mayo de 1921

Cortesía de Marga Preda

domingo, 27 de enero de 2019

Fueron al Grao a un bazar del puerto

«El aprendizaje comenzó bien. Hasta entonces le habían vestido con la ropa vieja de su padre, pero la siñá Tona quiso que entrase con cierta dignidad en su nuevo oficio, y una tarde, cerrando la taberna, fueron al Grao a un bazar del puerto, donde vendían ropas hechas para los marineros. Pascualet recordó durante muchos años la tal tienda, que le parecía el santuario del lujo. Los ojos se le fueron tras los chaquetones azules, los impermeables de amarillo hule, las enormes botas de aguas, prendas todas que sólo usaban los patrones, y salió orgulloso con su hatillo de grumete, compuesto de dos camisas mallorquinas, tiesas, ásperas y burdas, como si fuesen de papel de lija; una faja de lana negra, un traje completo de bayeta, de un amarillo rabioso; una barretina roja para calársela hasta el cuello en el mal tiempo y gorra de seda negra para bajar a tierra. Por fin, le vestían a su medida; ya no tendría que luchar con las chaquetas de su padre, que en los días de viento se hinchaban como velas, haciéndole correr por la playa más aprisa que quería. De zapatos no había que hablar. Él no recordaba haber metido jamás en tal tormento sus ágiles pies».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez




1927

Todocolección

sábado, 26 de enero de 2019

Y Pascualet se enganchó con el tío Borrasca como grumete

«Por fin la madre cedió cuando iba a comenzar la temporada de la pesca del bou, y Pascualet se enganchó con el tío Borrasca como grumete o gato de barca, teniendo como salario la comida y la propiedad de todos los cabets, o sea el pescado menudo que saliese en las redes, camarones, caballitos de mar, etc.».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez



Playa de Pinedo

Todocolección

jueves, 24 de enero de 2019

Pascualet fue una verdadera madre para su hermano

«Pascualet fue una verdadera madre para su hermano. Mientras la siñá Tona atendía á la taberna en los primeros tiempos, que fueron los más penosos, el bondadoso muchacho cargaba con el hermanito como niñera cuidadosa, y jugaba con los pilletes de la playa, sin abandonar nunca al arrapiezo rabioso y pataleante que le martirizaba la espalda y le pelaba el cogote con sus pellizcos.

Por la noche, en el camarote estrecho de la barca-taberna, para Tonet era el mejor sitio, y su cachazudo hermano se apelotonaba en un rincón para dejar espacio á aquel diablejo que, á pesar de su debilidad, le trataba como un déspota».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez




Haciéndose a la mar. 1908

Óleo. 82.5 x 107.5

Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba. La Habana

miércoles, 23 de enero de 2019

Grueso, panzudo, carilleno; tenía cierto aire de seminarista

«El mayor, Pascualet, era un retrato vivo de su padre. Grueso, panzudo, carilleno; tenía cierto aire de seminarista bien alimentado, y los pescadores le llamaron el Retor, apodo que había de conservar toda su vida. 

Tenía ocho años más que su hermano Antonio, un muchacho enjuto, nervioso y dominante, cuyos ojos eran iguales a los de Tona».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez



El niño de la barquita. 1904

Óleo. 106,50 x 76

Museo Sorolla

lunes, 21 de enero de 2019

Los vendedores de periódicos pasaban por el bulevar voceando las publicaciones

«Fuera del jardín se notaba igualmente la misma ansiedad que hacía a las gentes fraternales e igualitarias. Los vendedores de periódicos pasaban por el bulevar voceando las publicaciones de la tarde. Su carrera furiosa era cortada por las manos ávidas de los transeúntes, que se disputaban los papeles. Todo lector se veía rodeado de un grupo que le pedía noticias o intentaba descifrar por encima de sus hombros los gruesos y sensacionales rótulos que encabezaban la hoja».

Los cuatro jinetes del Apocalipsis

Vicente Blasco Ibáñez



Vendedor de periódicos en un suburbio de París. 1890

https://es.123rf.com/

Que eran los primeros del cielo para el tío Caragol —San Vicente Mártir...

«En los domingos y fiestas de santos valencianos, que eran los primeros del cielo para el tío Caragol —San Vicente Mártir, San Vicente Ferrer, la Virgen de los Desamparados y el Cristo del Grao—, aparecía la humeante paella, vasto redondel de arroz, sobre cuya arena de hinchados granos yacían despedazadas varias aves. El cocinero sorprendía a su gente repartiendo cebollas crudas, voluminosas, de acre perfume que arrancaba lágrimas y una blancura de marfil. Eran un regalo de príncipe mantenido en secreto. No había mas que quebrarlas de un puñetazo para que soltasen su viscosidad, y luego se perdían en los paladares como bocados crujientes de un pan dulce y picante, alternando con las cucharadas de arroz.»

Mare Nostrum

Vicente Blasco Ibáñez



La Semana Gráfica. 2 de febrero de 1929

domingo, 20 de enero de 2019

O correteando por la orilla en busca de conchas y caracoles

«El porvenir de sus chicos comenzaba a preocuparla. Se habían criado en la playa como dos gaviotas, anidando en las horas del sol bajo la panza de las barcas en seco o correteando por la orilla en busca de conchas y caracoles, hundiendo sus piernecitas de color de chocolate en las gruesas capas de algas».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Corriendo por la playa. 1908

Joaquín Sorolla

Óleo. 90 x 166,5

Museo de Bellas Artes de Asturias. Oviedo

sábado, 19 de enero de 2019

Y tenían que hacerse a la mar antes del alba

«No por esto se hallaba libre de incomodidades. Dormía poco, levantábase al amanecer, y muchas veces, a media noche, aporreaban la puerta de la barca y había que levantarse para servir a los pescadores recién llegados a la playa, que descargaban su pescado y tenían que hacerse a la mar antes del alba».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez



Haciéndose a la mar

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viernes, 18 de enero de 2019

No tenía el color seco y tostado de las que esperaban en la orilla de la playa

«La abundancia y la falta de cuidados la rejuvenecieron. Engordaba dentro de su barca con cierto lustre de carnicera ahita; siempre a cubierto del sol y la humedad, no tenía el color seco y tostado de las que esperaban en la orilla de la playa, y se presentaba tras el mostrador luciendo sobre la voluminosa pechuga una colección interminable de pañuelos de tomate y huevo , complicados arabescos rojos y amarillos tejidos en la sólida seda».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez



Pescaderas en la Playa del Cabañal

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jueves, 17 de enero de 2019

El techo empavesado de morcillas secas, sobreasadas lustrosas...

«No era para hacerse ricos, pero se vivía bien. La Tona sonreía con satisfacción pensando que nada debía y viendo el techo empavesado de morcillas secas, sobreasadas lustrosas, tiras de negra mojama y algún jamón espolvoreado con pimiento rojo: los tonelitos llenos de líquido, las botellas, escalonadas, luciendo licores de color variado, y las sartenes de diversos tamaños colgadas de la pared, prontas a chillar sobre el fogón con su cavidad repleta de cosas substanciosas. 

¡Y pensar que había pasado hambre en los primeros meses de su viudez! Por eso, harta y satisfecha, repetía ahora tantas veces la misma afirmación. Por más que digan, Dios no desampara á las buenas personas».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Puesto de embutidos en el Mercado Central

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miércoles, 16 de enero de 2019

Donde las paellas de arroz burbujeaban su caldo substancioso

«Corrían con gracioso contoneo sobre la ardiente arena más de veinte gallinas, capitaneadas por un gallo matón y vocinglero que se las tenía tiesas con todos los perros vagabundos que correteaban la playa; al través de los cañizos oíase el gruñido de un cerdo atacado del asma de la obesidad, y frente al mostrador, bajo el sombrajo, flameaban a todas horas dos fogones, donde las paellas de arroz burbujeaban su caldo substancioso o el pescado chirriaba, dorándose entre el azulado vapor del aceite frito. Había allí prosperidad y abundancia».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Cocinando una paella en la playa de La Malvarrosa

http://lamalva-rosaenblancinegre.blogspot.com/

martes, 15 de enero de 2019

La barca, pintada de blanco, había perdido el fúnebre aspecto de tumba

«Pruebas eran de esto las sucesivas transformaciones que iba experimentando la original instalación. Los agujeros de los dos camarotes cubríanse con vistosas cortinas de sarga; y cuando éstas se levantaban, veíanse colchones nuevos y almohadas de blanca funda; sobre el mostrador brillaba como un bloque de oro la reluciente cafetera; la barca, pintada de blanco, había perdido el fúnebre aspecto de tumba que recordaba la catástrofe, y junto a sus costados iban extendiéndose cercas de cañas, conforme aumentaba la prosperidad del establecimiento».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Barca reconvertida en barraca

Estampa. 6 de junio de 1931

lunes, 14 de enero de 2019

Después de pasar unos minutos en el Printemps o las Galerías

«Y Julio había propuesto en una carta neumática el encontrarse, como en otros tiempos, en este lugar, por considerarlo poco frecuentado. Y ella, con no menos olvido de la realidad, fijaba en su respuesta la hora de siempre, las cinco, creyendo que, después de pasar unos minutos en el Printemps o las Galerías con pretexto de hacer compras, podría deslizarse hasta el jardín solitario, sin riesgos a ser vista por algunos de sus numerosos conocidos.».

Los cuatro jinetes del Apocalipsis

Vicente Blasco Ibáñez


Printemps Haussmann

https://www.cometoparis.com/

domingo, 13 de enero de 2019

Para ir a las tabernas del Cabañal

«Las comadres del Cabañal estaban asombradas. Tona era el mismo demonio. ¡Miren qué bien sabía ganarse la vida! Toneles y botellas se vaciaban que era una bendición de Dios; los pescadores sorbían allí sus copas sin necesidad de atravesar toda la playa para ir a las tabernas del Cabañal, y bajo el tinglado, en las cojas mesillas, echaban sus partidas de truque y flor , esperando la hora de hacerse a la mar y amenizando el juego con sendos tragos de caña que Tona recibía directamente de la misma Cuba, según su formal juramento. 

La barca en seco navegaba viento en popa. Cuando saltando de ola en ola arrastraba las redes, jamás había producido tanto al tío Pascual como ahora, que vieja y con el costillaje quebrantado, la explotaba la viuda».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


El Pollastre. Calle Escalante

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sábado, 12 de enero de 2019

Para tomar el tren en la gare Saint-Lazare

«Todos los bancos estaban llenos. Algunas mujeres ocupaban taburetes plegadizos de lona, con el aplomo que confiere el derecho de propiedad. Las sillas de hierro, asientos sometidos a pago, servían de refugio a varias señoras cargadas de paquetes, burguesas de los alrededores de París que esperaban a otros individuos de su familia para tomar el tren en la gare Saint-Lazare…»

Los cuatro jinetes del Apocalipsis

Vicente Blasco Ibáñez


La Gare de Saint-Lazare

http://viajesferroviarios.blogspot.com/

viernes, 11 de enero de 2019

Cerca de la casa donde están los toros para el arrastre de las embarcaciones

«Un costado de la barca fue aserrado hasta el suelo, formando una puerta con pequeño mostrador. En el fondo de la barca colocáronse algunos tonelillos de aguardiente, ginebra y vino; la cubierta fue sustituida por un tejado de tablones embreados que dejaba mayor espacio en el lóbrego tabuco; a proa y popa, con los tablones sobrantes, formáronse dos agujeros á modo de camarotes; el uno para la viuda y el otro para los niños, y sobre la puerta extendióse un tinglado de cañas, bajo el cual mostrábanse con cierta prosopopeya dos mesillas cojas y hasta media docena de taburetes de esparto. 

La fúnebre barca convirtióse en cafetín de la playa, cerca de la casa donde están los toros para el arrastre de las embarcaciones, en el punto en que se descarga el pescado y es mayor la afluencia de gente».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Pesca del bou

Memoria gráfica de Valencia. Levante EMV

jueves, 10 de enero de 2019

En un quinto piso de la rue de la Pompe

«Después de varias entrevistas preparatorias y titubeantes, abandonaron definitivamente el jardín. Su amor había adquirido la majestuosa importancia del hecho consumado, y fue a refugiarse de cinco a siete en un quinto piso de la rue de la Pompe, donde tenía Julio su estudio de pintor. Las cortinas bien corridas sobre el ventanal de cristales, la chimenea ardiente esparciendo palpitaciones de púrpura como única luz de la habitación, el monótono canto del samovar hirviendo junto a las tazas de té, todo el recogimiento de una vida aislada por el dulce egoísmo, no les permitió enterarse de que las tardes iban siendo más largas, de que afuera aún lucía a ratos el sol en el fondo de los pozos de nácar abiertos en las nubes, y que la primavera, una primavera tímida y pálida, empezaba a mostrar sus dedos verdes en los botones de las ramas, sufriendo las últimas mordeduras del invierno, negro jabalí que volvía sobre sus pasos».

Los cuatro jinetes del Apocalipsis

Vicente Blasco Ibáñez


La rue de la Pompe et le Lycée janson de Sailly, vers 1920

http://www.parisrues.com/

miércoles, 9 de enero de 2019

No la quedaba en el mundo otra fortuna que la barca rota

«Pero no era mujer para amilanarse ante el desvío general. ¡Ea! ya había llorado bastante. Llegaba el momento de ganarse la vida como una buena madre que tiene magníficos puños y dos bocas que la piden pan. 

No la quedaba en el mundo otra fortuna que la barca rota donde murió su marido, y que puesta en seco se pudría sobre la arena, unas veces inundada su cala por las lluvias y otras resquebrajándose su madera con los ardores del sol, anidando en sus grietas voraces enjambres de mosquitos. 

Tona tenía un plan. Donde estaba la barca podía plantear su industria. La tumba del padre serviría de sustento para ella y los hijos.

Un primo hermano del difunto Pascual, el tío Mariano, solterón que iba para rico y parecía tener algún cariño a los dos sobrinos, fue, a pesar de su avaricia, el que ayudó a la viuda en los primeros gastos».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez




Barca-vivienda

Estampa. 6 de junio de 1931

martes, 8 de enero de 2019

Junto a un bulevar de continuo movimiento

«Habían transcurrido cinco meses desde las últimas entrevistas en este square que ofrece a las parejas errantes el refugio de una calma húmeda y fúnebre junto a un bulevar de continuo movimiento y en las inmediaciones de una gran estación de ferrocarril. La hora de la cita era siempre las cinco. Julio veía llegar a su amada a la luz de los reverberos, encendidos recientemente, con el bulto envuelto en pieles y llevándose el manguito al rostro lo mismo que un antifaz. La voz dulce, al saludarlo, esparcía su respiración congelada por el frío: un nimbo de vapor blanco y tenue».

Los cuatro jinetes del Apocalipsis

Vicente Blasco Ibáñez


Boulevard Haussmann con Rue des Italiens

Todocolección

lunes, 7 de enero de 2019

La necesidad de tender la mano en las calles para conseguir el ochavo

«Las comadres del Cabañal prorrumpían en lamentos al ver cómo dejaba el mar a los hombres que tenían el valor de explotarlo, y con sus alaridos de plañidera acompañaron al cementerio la caja que contenía el cadáver roído y aplastado. 

Durante una semana se habló mucho del tío Pascualo; después la gente sólo se acordó de él al ver a su viuda, siempre suspirando, con un arrapiezo de la mano y otro al pecho. 

Algo más que la pérdida del marido lloraba la pobre Tona. Veía acercarse la miseria; pero no una miseria tolerable, sino la que espanta a la misma pobreza acostumbrada a privaciones; la carencia de hogar, la necesidad de tender la mano en las calles para conseguir el ochavo o el mohoso mendrugo. 

Cuando aun estaba reciente su desgracia encontró protección; y las limosnas, las suscripciones entre el vecindario, pudieron sostenerla durante tres o cuatro meses; pero la gente es olvidadiza. Tona ya no fue la viuda del náufrago, sino una pobre más que importunaba a todos con lamentaciones pedigüeñas, y al fin vio cerrarse muchas puertas y volverse con desvío caras amigas que siempre habían tenido para ella cariñosas sonrisas».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez




Pidiendo limosna en la Puerta de los Hierros de la Catedral de Valencia. Años 20

https://liturgia.mforos.com/1699001/10747591-donde-hay-caridad-y-amor/

domingo, 6 de enero de 2019

Al pasar la verja por el bulevar Haussmann

«Debían encontrarse a las cinco de la tarde en el pequeño jardín de la Capilla Expiatoria; pero Julio Desnoyers llegó media hora antes, con la impaciencia del enamorado que cree adelantar el momento de la cita presentándose con anticipación. Al pasar la verja por el bulevar Haussmann, se dio cuenta repentinamente de que en París el mes de julio pertenece al verano. El curso de las estaciones era para él en aquellos momentos algo embrollado que exigía cálculos».

Los cuatro jinetes del Apocalipsis

Vicente Blasco Ibáñez


Boulevar Haussmann. París

Todocolección

sábado, 5 de enero de 2019

La Navidad según Blasco Ibáñez. Y 22

«--Di a Adela y a Nelet que entren.

Toda la servidumbre de la casa se plantó a estilo de coro de zarzuela ante el sillón de la señora. Entre los tres cruzábanse alegres miradas, sonrisas de satisfacción.

Era la ceremonia anual, el acto de dar los aguinaldos a los criados, por ser el día de la señora. Con majestad teatral, doña Manuela dio un duro a cada uno, más un pañuelo de seda a Visanteta, por lo satisfecha que estaba de su mérito como cocinera. El ceño de la habilidosa muchacha se dilató por primera vez en todo el día, y los tres salieron apresuradamente con la alegría del regalo, oyéndose el ruido de sus empellones y correteos.

Esto obscureció un poco la sonrisa de don Juan. Decididamente, su hermana era una loca, que odiaba el dinero. ¡Mire usted que tirar tres duros tan en tonto! ¿No hubiera quedado lo mismo con tres pesetas?

Pero su digestión de esquimal harto no le permitía indignarse, y escuchó con expresión amable a su hermana, que, inclinada sobre él, apoyándose en su misma butaca, le hablaba mimosamente, como si fuese una niña.

--Hay que seguir las costumbres, Juan; si no, los criados, en vez de respetarla a una, se encargan de desacreditarla. A ti de seguro que no le parece bien dar un duro a cada criado; a mí tampoco, pero hijo mío, la costumbre es la costumbre, y si una hace ciertas economías, la gente cree que va de capa caída, suposición que a nadie gusta. ¿No crees tú lo mismo?»

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Chachas o amas de cría (sic). Valencia. Fotógrafo Damián

Todocolección

viernes, 4 de enero de 2019

La Navidad según Blasco Ibáñez. 21

«Cuando volvieron al comedor, Nelet sacaba el héroe de la fiesta: un soberbio capón, panza arriba, con los robustos muslos recogidos sobre el pecho y la piel dorada, crujiente, impregnada de manteca.

Don Juan contemplábalo con miradas de amor. No; una pieza tan hermosa no la destrozaría el desmañado Juanito. A ver, Rafael, que, como aprendí de médico, entendería de estas cosas.

Las niñas protestaron, recordando las espeluznantes relaciones que su hermano las había hecho varias veces, para asustarlas, describiendo sus hazañas en el anfiteatro anatómico.

--No, Rafael no--gritó Amparito--. Si él toca el capón no comemos.

¡Vaya un asco! ¡Como si aquel estudiante honorario hubiese asistido al curso de anatomía media docena de veces...! Al fin, el tío, en vista de las protestas, se decidió a destrozar la pieza, pues en su calidad de solterón sabía un poco de todo.... ¡Brava manera de masticar! Confesaban que la comida les subía ya a la garganta; pero a pesar de esto, era tan excelente la carne tierna y jugosa, con su corteza tostada crujiendo entre los dientes, que todos despacharon su ración, masticando con lentitud y emprendiéndola después con los huesos. El tío se mostraba como un valiente.

Aparecieron los postres. Cubrióse la mesa de tajadas de melón, peras y manzanas, avellanas y nueces; pero esto pasó sin gran éxito, atreviéndose el tío sólo con algunos pedazos de fruta que le mandó Juanito.

Después, la clásica sopada , sin la cual don Juan no comprendía los banquetes: una gran fuente de crema, en la que se empapaban apretadas filas de pequeños bizcochos. Esto era lo mejor para los que, como él, carecían de dentadura. Sabía a gloria; pero a pesar de tantos elogios, recibió como en triunfo el turrón de Jijona y los pasteles de espuma. También era esto del género de don Juan, adorador de las cosas blandas, que se escurren dulcemente sin roce alguno hasta el fondo del estómago. Con la boca llena de merengue contestaba a sus sobrinas, que estaban cada vez más alegres, y aprobaba bondadosamente los cuidados de su hermana por tenerle contento. Ahora había que retirar el vino de los Escolapios: «no estaba en carácter»; y por esto el viejo saludó alegremente la aparición en la mesa de las botellas de licor de diferentes formas y clases».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Todocolección

jueves, 3 de enero de 2019

La Navidad según Blasco Ibáñez. 20

«Otro plato ligero, pero éste era francamente indígena: lomo de cerdo y longanizas con pimiento y tomate, un guiso al que daba siempre Visanteta una gracia especial, que hacía a todos mojar el pan en la roja salsa».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Puesto de embutidos en el Mercado Central

http://www.elmundo.es/

miércoles, 2 de enero de 2019

La Navidad según Blasco Ibáñez. 19

«Nelet, con la gravedad de un _maître d'hôtel_, muy circunspecto desde que veía en la mesa al tío millonario, sacó de la cocina el plato del día, la obra maestra de Visanteta, un pescado a la bayonesa que arrancó a todos un grito de admiración.

--¡Caballeros...! ¡Ni en la mejor fonda!--dijo Rafael--. ¡Ole por la cocinera!

Don Juan encontró de mal gusto la felicitación, pero admiró la obra.

Era una merluza de más de tres libras, que parecía de plomo brillante, con el escamoso vientre hundido en la salsa, un fresco cogollo de lechuga en la boca, y en torno de la cola unos cuantos rabanillos cortados en forma de rosas. La fuente tenía una orla de rodajas de huevo cocido, y sobre la capa amarillenta que cubría el apetitoso animal, tres filas de aceitunas y alcaparras marcaban el contorno del lomo y la espina. Don Juan miraba, con la pala de plata en la mano. ¡Vive Dios, que le remordía la conciencia destrozar aquella obra de arte! Pero la cosa se había hecho para comer; y al poco rato, la blanca carne de la merluza, revuelta con los sabrosos adornos, estaba en todos los platos».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Pescadería del Mercado Central

Cortesía de José Navarro Escrich