sábado, 30 de enero de 2021

La ruidosa batahola del mercado

«Dos o tres veces había estado allí, pero amparado por su madre, agarrado a sus faldas, con gran miedo a perderse. Recordaba con espanto la ruidosa batahola del mercado y aquellos municipales de torvo ceño y cerdosos bigotes, terror de la gente menuda; pero, a pesar de los espantables peligros, seguía adelante, con la firmeza del que marcha a la muerte cumpliendo su deber». 

El femater
 
Cuentos valencianos
 
Vicente Blasco Ibáñez
 


 Plaza del Mercado. 1890

jueves, 28 de enero de 2021

Al pasar por frente al cementerio de Valencia

«Corrió un poco al pasar por frente al cementerio de Valencia, por antojársele que a aquella hora podían salir los muertos a tomar el fresco, y cuando se vio lejos de la fúnebre plazoleta de palmeras, moderó su paso hasta ser éste un trotecillo menudo. 

¡Pobre Nelet! Marchaba como un explorador de misterioso territorio hacia aquella ciudad que, bañada por los primeros rayos del sol, recortaba su rojiza crestería de tejados y torres sobre un fondo de blanquecino azul».

El femater
 
Cuentos valencianos
 
Vicente Blasco Ibáñez
 

 
Cementerio de Valencia
 
Paseo central. 1902
 
Todocolección

 

martes, 26 de enero de 2021

Marcábase el día con resplandor de lejano incendio

«Salió de madrugada, cuando por entre las moreras y los olivos marcábase el día con resplandor de lejano incendio. En la espalda, sobre la burda camisa, bailoteaban al compás de la marcha el flotante rabo de su pañuelo anudado a las sienes y el capazo de esparto, que parecía una joroba. Aquel día estrenaba ropa: unos pantalones de pana de su padre, que podían ir solos por todos los caminos de la provincia sin riesgo de perderse, y que, acortados por la tía Pascuala, se sostenían merced a un tirante cruzado a la bandolera».

El femater
 
Cuentos valencianos
 
Vicente Blasco Ibáñez
 



 Amanecer en la huerta de Valencia

Ignacio Pinazo Camarlench

domingo, 24 de enero de 2021

Las hermanas estaban en la fábrica de sedas hilando capullo

«Las cosas iban mal. El padre, cuando no trabajaba los cuatro terrones en arriendo, iba con el viejo carro a cargar vino en Utiel; las hermanas estaban en la fábrica de sedas hilando capullo; la madre trabajaba como una bestia todo el día, y el pequeñín, que era el gandul de la familia, debía contribuir con sus diez años, aunque no fuera más que agarrándose a la espuerta, como otros de su edad, y aumentando aquel estercolero inmediato a la barraca, tesoro que fortalecía las entrañas de la tierra, vivificando su producción». 

El femater
 
Cuentos valencianos
 
Vicente Blasco Ibáñez
 

 
Cosechera de seda preparando el lecho de hojas de morera

Fausto Muñoz

 

viernes, 22 de enero de 2021

En los domingos y fiestas de santos valencianos, que eran los primeros del cielo para el tío Caragol

«En los domingos y fiestas de santos valencianos, que eran los primeros del cielo para el tío Caragol —San Vicente Mártir, San Vicente Ferrer, la Virgen de los Desamparados y el Cristo del Grao—, aparecía la humeante paella, vasto redondel de arroz, sobre cuya arena de hinchados granos yacían despedazadas varias aves. El cocinero sorprendía a su gente repartiendo cebollas crudas, voluminosas, de acre perfume que arrancaba lágrimas y una blancura de marfil. Eran un regalo de príncipe mantenido en secreto. No había mas que quebrarlas de un puñetazo para que soltasen su viscosidad, y luego se perdían en los paladares como bocados crujientes de un pan dulce y picante, alternando con las cucharadas de arroz.»

Mare Nostrum
 
Vicente Blasco Ibáñez


 
Cocinando una paella
 
 Eva Ros Godoy

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miércoles, 20 de enero de 2021

Que adornaban la puerta de la barraca

«El primer día que a Nelet le enviaron solo a la ciudad, su inteligencia de chicuelo torpe adivinó vagamente que iba a entrar en un nuevo período de su vida. 

Comenzaba a ser hombre. Su madre se quejaba de verle jugar a todas horas, sin servir para otra cosa, y el hecho de colgarle el capazo a la espalda, enviándolo a Valencia a recoger estiércol, equivalía a la sentencia de que, en adelante, tendría que ganarse el mendrugo negro y la cucharada de arroz haciendo algo más que saltar acequias, cortar flautas en los verdes cañares o formar coronas de flores rojas y amarillas con los tupidos dompedros que adornaban la puerta de la barraca».

El femater
 
Cuentos valencianos
 
Vicente Blasco Ibáñez
 

 
Barraca en la huerta de Valencia
 
http://losmundosdejaimito.blogspot.com/2014/12/verano-en-la-barraca-valencia-anos-30.html
 
 

 

lunes, 18 de enero de 2021

El entierro fue una manifestación de duelo

«El entierro fue una manifestación de duelo. 

Aún quedaba sangre de valientes: la raza no iba a terminar tan pronto como muchos creían. 

Los amos de las casas de juego marchaban en primer término tras el ataúd, como afligidos protectores del muerto, y tras ellos, todos los matones de segunda fila y los aspirantes a la clase; morralla del Mercado y del Matadero que esperaban ocasión para revelarse, y hacía sus ensayos de guapeza yendo a pedir alguna peseta en los billares o timbas de calderilla».

Guapeza valenciana

Cuentos valencianos
 
Vicente Blasco Ibáñez
 

 

 
Entierro en Valencia
 
Todocolección


sábado, 16 de enero de 2021

Llegaron los guardias y se amotinó la gente

«Corría la gente, cerrábanse las puertas con estrépito, sonaban pitos y más pitos al extremo de la calle, sin que por esto se viese un quepis por parte alguna, y aprovechándose del pánico abandonaron los Bandullos la protectora esquina, avanzando cuchillo en mano hacia el inerte cuerpo, al que removieron de una patada como si fuese un talego de ropa. 

Ben mort está. 

Y para convencerse más, se inclinó uno de ellos sobre la cabeza del muerto, guardándose algo en el bolsillo. 

Cuando llegaron los guardias y se amotinó la gente en torno del Juzgado, viose a la luz de algunos fósforos la cara moruna de Pepet el de la Ribera, con los ojos desmesurados y vidriosos, y junto a la sien derecha una desolladura roja que aún manaba sangre. 

Le habían cortado una oreja como a los toros muertos con arte».

Guapeza valenciana

Cuentos valencianos
 
Vicente Blasco Ibáñez
 

 Plaza del Mercado. 1914

Subida por Enrique Cardona a VAHG

 

jueves, 14 de enero de 2021

Estaba ya en la subida de la Morera

«Estaba ya en la subida de la Morera, cuando sonó un disparo y el valentón sintió un golpe en la espalda, al mismo tiempo que se nublaba su vista y le zumbaban los oídos. 

¡Cristo! Eran ellos que acababan de herirle.

 Y llevándose la mano al cinto tiró de su pistola del quince; pero antes que volviera la cara sonó otro disparo y Pepet cayó redondo».

 Guapeza valenciana

Cuentos valencianos
 
Vicente Blasco Ibáñez
 

 
Farmacia de la Morera
 
A la derecha la manzana final del Barrio de pescadores 

Colección Verum Valentia

 

martes, 12 de enero de 2021

Marchando por la calle de las Barcas

«¡Qué hígados de hombre! Y la turba bravucona se disolvió, ansiosa de relatar en cafetines y timbas la caída de los Bandullos, añadiendo, con aire de importancia, que habían presenciado la terrible gabineta de aquel valentón que juraba el exterminio de la familia. 

Bien decía el ribereño que no tenía miedo ni le inquietaban los Bandullos. No había más que verle a las once de la noche marchando por la calle de las Barcas con desembarazada confianza».

Guapeza valenciana

Cuentos valencianos
 
Vicente Blasco Ibáñez
 

 Calle de las Barcas desde la esquina de la antigua calle Timoneda (Barrio de pescadores)

Subida por Pilar Martínez Olmos a VAHG


domingo, 10 de enero de 2021

Y la tartana se alejó dando tumbos

«El pequeño, pálido, casi exánime, echando sangre y más sangre por entre la faja, fue llevado por sus hermanos a la tartana, que aguardaba cerca de la alquería, que trajo por la mañana todo el arreglo de la paella. 

—¡Arrea, tartanero!... ¡Al hospital! Donde van los hombres cuando están en desgracia. 

Y la tartana se alejó dando tumbos que arrancaban al herido rugidos de dolor».

Guapeza valenciana

Cuentos valencianos
 
Vicente Blasco Ibáñez
 

 
Torres de Serranos
 
Todocolección

 
 
 

 

 

viernes, 8 de enero de 2021

Aprendida en los corralones de la calle Cuarte

«El pequeño, extendiendo la diestra armada de ancha faca y cubriéndose el pecho con el brazo izquierdo, saltaba como una mona, haciendo gala de la esgrima presidiaría aprendida en los corralones de la calle Cuarte».

Guapeza valenciana

Cuentos valencianos
 
Vicente Blasco Ibáñez
 
 

 
Torres de Cuarte. 1858
 
 https://carolineangus.com/

miércoles, 6 de enero de 2021

La Navidad según Blasco Ibáñez. Y 21

«--Di a Adela y a Nelet que entren.

Toda la servidumbre de la casa se plantó a estilo de coro de zarzuela ante el sillón de la señora. Entre los tres cruzábanse alegres miradas, sonrisas de satisfacción.

Era la ceremonia anual, el acto de dar los aguinaldos a los criados, por ser el día de la señora. Con majestad teatral, doña Manuela dio un duro a cada uno, más un pañuelo de seda a Visanteta, por lo satisfecha que estaba de su mérito como cocinera. El ceño de la habilidosa muchacha se dilató por primera vez en todo el día, y los tres salieron apresuradamente con la alegría del regalo, oyéndose el ruido de sus empellones y correteos.

Esto obscureció un poco la sonrisa de don Juan. Decididamente, su hermana era una loca, que odiaba el dinero. ¡Mire usted que tirar tres duros tan en tonto! ¿No hubiera quedado lo mismo con tres pesetas?

Pero su digestión de esquimal harto no le permitía indignarse, y escuchó con expresión amable a su hermana, que, inclinada sobre él, apoyándose en su misma butaca, le hablaba mimosamente, como si fuese una niña.

--Hay que seguir las costumbres, Juan; si no, los criados, en vez de respetarla a una, se encargan de desacreditarla. A ti de seguro que no le parece bien dar un duro a cada criado; a mí tampoco, pero hijo mío, la costumbre es la costumbre, y si una hace ciertas economías, la gente cree que va de capa caída, suposición que a nadie gusta. ¿No crees tú lo mismo?»

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez

 

Chachas o amas de cría (sic). Valencia. Fotógrafo Damián

Todocolección
 

lunes, 4 de enero de 2021

La Navidad según Blasco Ibáñez. 20

«Cuando volvieron al comedor, Nelet sacaba el héroe de la fiesta: un soberbio capón, panza arriba, con los robustos muslos recogidos sobre el pecho y la piel dorada, crujiente, impregnada de manteca.

Don Juan contemplábalo con miradas de amor. No; una pieza tan hermosa no la destrozaría el desmañado Juanito. A ver, Rafael, que, como aprendí de médico, entendería de estas cosas.

Las niñas protestaron, recordando las espeluznantes relaciones que su hermano las había hecho varias veces, para asustarlas, describiendo sus hazañas en el anfiteatro anatómico.

--No, Rafael no--gritó Amparito--. Si él toca el capón no comemos.

¡Vaya un asco! ¡Como si aquel estudiante honorario hubiese asistido al curso de anatomía media docena de veces...! Al fin, el tío, en vista de las protestas, se decidió a destrozar la pieza, pues en su calidad de solterón sabía un poco de todo.... ¡Brava manera de masticar! Confesaban que la comida les subía ya a la garganta; pero a pesar de esto, era tan excelente la carne tierna y jugosa, con su corteza tostada crujiendo entre los dientes, que todos despacharon su ración, masticando con lentitud y emprendiéndola después con los huesos. El tío se mostraba como un valiente.

Aparecieron los postres. Cubrióse la mesa de tajadas de melón, peras y manzanas, avellanas y nueces; pero esto pasó sin gran éxito, atreviéndose el tío sólo con algunos pedazos de fruta que le mandó Juanito.

Después, la clásica sopada , sin la cual don Juan no comprendía los banquetes: una gran fuente de crema, en la que se empapaban apretadas filas de pequeños bizcochos. Esto era lo mejor para los que, como él, carecían de dentadura. Sabía a gloria; pero a pesar de tantos elogios, recibió como en triunfo el turrón de Jijona y los pasteles de espuma. También era esto del género de don Juan, adorador de las cosas blandas, que se escurren dulcemente sin roce alguno hasta el fondo del estómago. Con la boca llena de merengue contestaba a sus sobrinas, que estaban cada vez más alegres, y aprobaba bondadosamente los cuidados de su hermana por tenerle contento. Ahora había que retirar el vino de los Escolapios: «no estaba en carácter»; y por esto el viejo saludó alegremente la aparición en la mesa de las botellas de licor de diferentes formas y clases».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



 
Postres Martí

Todocolección
 

sábado, 2 de enero de 2021

La Navidad según Blasco Ibáñez. 19

«Otro plato ligero, pero éste era francamente indígena: lomo de cerdo y longanizas con pimiento y tomate, un guiso al que daba siempre Visanteta una gracia especial, que hacía a todos mojar el pan en la roja salsa».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Puesto de embutidos en el Mercado Central

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