sábado, 30 de noviembre de 2019

Volviendo al barrio de las Barracas

«El tío Mariano, a quien se tenía en el pueblo por incrédulo, porque jamás daba a ganar al cura una peseta, movía la cabeza con grave expresión. Hacía bien su sobrino: para todo hay tiempo. El Retor y su hermano pusiéronse en pie al ver que se aproximaban los amigos del tío. Quedaban en que él ayudaría. Ya se avistaría de nuevo con su sobrino para ultimar el asunto. ¿Querían tomar algo?... ¿No habían comido aún?

—Bueno; pues a dinar y hasta la vista, chiquets . 

Los dos hermanos se alejaron con paso lento por la desierta acera, volviendo al barrio de las Barracas».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Barracas en El Cabañal. 1930

Colección de Rafael Solaz

http://barracavalenciana.blogspot.com/

jueves, 28 de noviembre de 2019

Ni les ofrecía parte de su caldero

«Comía lo suyo, lo que había conquistado durante el día, y no se cuidaba de lo que cenaban sus hijos ni les ofrecía parte de su caldero. ¡Cada cual que engordase con su trabajo! Sus ojillos brillaban con maligna satisfacción cuando veía sobre la mesa de la familia, como único alimento, una cazuela de arroz, mientras él roía los huesos de algún pájaro cazado en el interior de un carrizal al ver lejos a los guardias».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez




Concurso popular de all i pebre.Circa 1965

http://vicenticoaa.blogspot.com/2015/02/

martes, 26 de noviembre de 2019

Tragando cantidades enormes de alimento, que parecía imposible pudieran contenerse en un estómago humano

«La voracidad de aquel viejo pequeño y enjuto era la de todos los antiguos hijos de la Albufera. No comía seriamente más que por la noche, al volver a la barraca, y sentado en el suelo en un rincón, con el caldero entre las rodillas, pasaba horas enteras silencioso, moviendo a ambos lados su boca de cabra vieja, tragando cantidades enormes de alimento, que parecía imposible pudieran contenerse en un estómago humano».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


La Albufera

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domingo, 24 de noviembre de 2019

Día de mercado en Alcira y de gran aglomeración de hortelanos

«Todos los miércoles, día de mercado en Alcira y de gran aglomeración de hortelanos, la calle donde vivía don Jaime era un jubileo. Se presentaban a pedir prórrogas entregando algunas pesetas como donativo gracioso que no influía en la rebaja del débito; solicitaban otros un préstamo humildemente, con timidez, como si vinieran a robar al avariento rábula; y lo extraño del caso era que, según notaban los vecinos, toda aquella gente después de dejar allí cuanto tenía, marchaba contenta, con rostro de satisfacción, como si acabara de librarse de un peligro».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez


Mercado de Alcira

Todocolección

viernes, 22 de noviembre de 2019

O confeccionaba una sebollá, mezclando cebollas con anguilas

«Otras iba a buscar en la barca su antiguo caldero lleno de remiendos, y guisaba en suc alguna tenca enorme o confeccionaba una sebollá, mezclando cebollas con anguilas, como si preparase la comida de medio pueblo».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


Guisando un all i pebre en La Albufera

Pinterest

lunes, 18 de noviembre de 2019

Entraba por la noche en la barraca con el monot al brazo

«Aparte de estos desahogos, el tío Paloma conservaba una actitud fría y aislada en medio de la familia del hijo. Entraba por la noche en la barraca con el monot al brazo, una bolsa de red y aros de madera que contenía algunas anguilas, y empujaba con el pie a su nuera para que le dejase sitio en el fogón. Él mismo se preparaba la cena. Unas veces enrollaba las anguilas atravesándolas con una varita y las guisaba al ast , tostándolas pacientemente por todos los lados sobre las llamas».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



El Palmar. 1932

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sábado, 16 de noviembre de 2019

Sillones de floreada cretona en torno de las mesas de bambú formaban islas

«Dos salones agrandados por la escasez de su altura eran el campo visual de Ojeda. En el primero, donde estaba él, mezclábase a la blancura uniforme de la decoración el verde charolado de las palmeras de invernáculo, el verde pictórico de los enrejados de madera tendidos de pilastra a pilastra y el verde amarillento y velludo de unas parras artificiales, cuyas hojas parecían retazos de terciopelo. Sillones de floreada cretona en torno de las mesas de bambú formaban islas, a las que se acogían grupos de personas para embadurnar con manteca y mermeladas el pan tostado, husmear el perfume del té o seguir el burbujeo de las aguas minerales teñidas de jarabes y licores».

Los argonautas

Vicente Blasco Ibáñez


Café de España

Bajada de san Francisco

Todocolección

jueves, 14 de noviembre de 2019

Que hocicaba el pesebre con extrañeza

«Decididamente, gustaba a todos este nuevo individuo de la familia, que hocicaba el pesebre con extrañeza, como si encontrase en él algún lejano olor de compañero muerto. 

Comió toda la familia, y era tal la fiebre de la novedad, el entusiasmo por la adquisición, que varias veces Batistet y los pequeños escaparon de la mesa para ir a echar una mirada al establo, como si temiesen que al caballo le hubieran salido alas y ya no estuviese allí».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez


Establo del Parador-Posada del Ángel

Revista Valencia Atracción. Diciembre de 1930

Subida por César CaminArt a VAHG

martes, 12 de noviembre de 2019

Por esto don Jaime se dedicó a vender a los hortelanos bestias de labor más o menos defectuosas

«Dar dinero a préstamo le parecía una mezquindad. Las angustias de los labradores eran cuando moría el caballo y había que comprar otro. Por esto don Jaime se dedicó a vender a los hortelanos bestias de labor más o menos defectuosas que le proporcionaban unos gitanos de Valencia y que él colocaba con tantos elogios cual si se tratase del caballo del Cid. Nada de venta a plazos. Dinero al contado; los caballos no eran de él—según afirmaba con la mano puesta en el pecho—y sus dueños querían cobrarlos en seguida. Lo único que podía hacer, obedeciendo a su gran corazón, débil ante la miseria, era buscar dinero para la compra, pidiéndolo a cualquier amigo».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez


Mercado de caballerías en el cauce del Turia

La Semana Gráfica. 2 de abril de 1927

domingo, 10 de noviembre de 2019

El muchacho se mostró entusiasmado por la nueva bestia

«Al oír el trote del rocín, salió Batistet con la cabeza cubierta de trapos, para apoderarse del ronzal mientras su padre desmontaba. El muchacho se mostró entusiasmado por la nueva bestia. La acarició, metióle sus manos entre los morros, y con el ansia de tomar posesión de ella, puso un pie sobre el corvejón, se agarró a la cola y montó por la grupa como un moro».

La barraca

Vicente Blasco Ibañez




Huerta de Valencia

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viernes, 8 de noviembre de 2019

Cuando las tierras estaban secas y recibían el arado

«En la época de la siembra, cuando las tierras estaban secas y recibían el arado, Tono llegaba sudoroso, después de arrear durante todo el día las caballerías alquiladas. Su padre rondaba en torno de él, husmeándolo con maligna fruición, y después corría a la taberna, donde dormitaban con el vaso en la mano sus camaradas de los buenos tiempos. ¡Caballeros, la gran noticia…! Su hijo olía a caballo. ¡Ji, ji! ¡Un caballo en la isla del Palmar! Ya había llegado lo del mundo al revés».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


Labrando en la Albufera. 1935

http://solerdos.blogspot.com.es/

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Prestándoles dinero con la garantía de las futuras cosechas

«Charlatán solemne que a cada momento hablaba del artículo tantos de la ley aplicable al caso, los pobres hortelanos tenían tanta fe en su sabiduría como miedo a su mala intención, y acudían a solicitar su consejo en todos los conflictos, pagándole como a un abogado. 

Cuando hizo una pequeña fortuna, continuó en las modestas funciones para conservar en su persona ese respeto supersticioso que infunde a los labriegos todo el que está en buenas relaciones con la ley, pero en vez de ser un pedigüeño, solicitante eterno del ochavo de los pobres, se dedicó a sacarles de apuros, prestándoles dinero con la garantía de las futuras cosechas».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez



La cosecha de naranja

La Hormiga de Oro. 6 de mayo de 1911

lunes, 4 de noviembre de 2019

Que alimenta la voracidad insaciable de los Altos Hornos

«Al año siguiente, en 1904, Blasco Ibáñez publicó El intruso, cuya trama se desenvuelve en Bilbao, la tierra fuerte, hecha de hierro, que alimenta la voracidad insaciable de los Altos Hornos. La catedral es el símbolo de la religión tradicional, quietista y como momificada, que subsiste aislada del mundo y confía a la autoridad y esclarecimiento de su larga historia la salud de su porvenir: El intruso, por el contrario, es la máscara de la religión moderna, la religión militante, que huye del reposo claustral porque comprende que en él está la muerte, y ambula por las calles, y frecuenta salones y publica libros y estrena obras y funda establecimientos de enseñanza y establece compañías anónimas de navegación y acomete negocios de ferrocarriles y de minas, y procura, en fin, asociarse a todas las palpitaciones de la existencia contemporánea. El intruso, para decirlo de una vez, es el jesuíta; «la especie» más inteligente y ladina, y por lo mismo más temible, de la muchedumbre ensotanada; el amo despótico, aunque aparentemente se muestre risueño y tolerante, de muchas fortunas y de muchas conciencias».

Mis contemporáneos

Eduardo Zamacois


Altos Hornos. Bilbao. 1890

Hauser y Menet

domingo, 3 de noviembre de 2019

Un día tropezó con un arado que Tono había traído

«El primer año fue de incesantes tormentos para el viejo. Al entrar por la noche en la barraca, encontraba instrumentos de labranza al lado de los aparejos de pesca. Un día tropezó con un arado que Tono había traído de tierra firme para recomponerlo durante la velada, y le produjo el mismo efecto que un dragón monstruoso tendido en medio de la barraca. Todas estas láminas de acero le causaban frío y rabia. Le bastaba ver una hoz caída a unos cuantos pasos de sus redes, para que al momento creyese que la corva hoja iba a marchar por sí sola a cortarle los aparejos, y reñía a su nuera por descuidada, ordenando a gritos que arrojase lejos, muy lejos, aquellas herramientas de… «labrador». Por todas partes objetos que le recordaban el cultivo de la tierra. ¡Y esto en la barraca de los Palomas , donde no se había conocido más acero que el de las facas para abrir el pescado…! ¡Vamos, que había para reventar de rabia!»

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Barracas valencianas

Cristal estereoscópico

Todocolección

sábado, 2 de noviembre de 2019

Cada cual a lo suyo: el uno al lago y el otro a aplastar terrones

«Estaba bien; cada cual a lo suyo: el uno al lago y el otro a aplastar terrones. Vivirían juntos, ya que no había otro remedio. Sus años no le permitían dormir en medio del lago, pues arrastraba una vejez de reumático; pero, aparte de eso, como si no se conocieran. ¡Ay, si levantase la cabeza el primitivo Paloma, el barquero de Suchet, y viese la deshonra de la familia…!»

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


La Albufera. Años 20

https://www.noticiascv.com/la-beneficencia-mostrara-otras-200-fotografias-antiguas-de-valencia-jamas-expuestas/

viernes, 1 de noviembre de 2019

El Panteón del Olvido

«A mi muerte quisiera ser llevado en hombros por estos hombres de "El Progreso Pescador"»


Blasco Ibáñez pronunciando un discurso durante la inauguración de."El Asilo para Inválidos del Mar".

El Pueblo. 20 de febrero de 1911



«Quiero descansar en el más modesto cementerio valenciano. Junto al Mare Nostrum que llenó de ideal mi espíritu, quiero que mi cuerpo se confunda con esta tierra de Valencia que es el amor de todos mis amores». 

17 de mayo de 1921

«En 1933 Javier Goerlich, por encargo del Ayuntamiento de Valencia  proyecta el Mausoleo para Blasco Ibañez a ubicar junto al Cementerio General de Valencia. Se trata de un proyecto grandilocuente destinado a morada eterna de este tan importante novelista y político valenciano.  








Mucho se habló de este proyecto,  que nunca llegó a materializarse y que fue objeto de mofa en un ninot de 1935 titulado “Panteón del olvido”. 


En 1939 y por motivos obvios, el proyecto fue paralizado y abandonado definitivamente. 

El proyecto constructivo del mausoleo y panteón corrió a cargo de Goerlich, mientras que el sarcófago propiamente dicho fue realizado por el escultor Mariano Benlliure, amigo este de Blasco Ibañez y también de Goerlich, pese a la diferencia de edad existente entre ellos.  


Levante EMV. 31 de octubre de 2017



El sarcófago, en la actualidad está ubicado en el Convento del Carmen de Valencia, en la calle Museo 8, concretamente entrando en el claustro gótico en la primera capilla que encontramos abierta a la izquierda».

Fundación Goerlich