jueves, 28 de febrero de 2019

El Carnaval según Blasco Ibáñez. 03

«Llegaron los tres días de Carnaval. Por las mañanas, entre las estudiantinas y comparsas que corrían las calles, pasaban las familias ostentando a algún niño infeliz enfundado en la malla de Lohengrin, el justillo de Quevedo o los rojos gregüescos de Mefistófeles. Los ciegos y ciegas que el resto del año pregonan el papelito en el que está todo lo que se canta iban en cuadrilla, guitarra al pecho, vestidos de pescadores u odaliscas, mal pergeñados, con mugrientos trajes de ropería.»

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Grupo con disfraces en los Viveros

Foto Escuder

Todocolección

miércoles, 27 de febrero de 2019

El Carnaval según Blasco Ibáñez. 02

«La entrada de la familia le deslumbraba, sintiendo el infeliz una impresión de vanidad. Las hermanitas, vestidas unas veces con trajes de sociedad, obra de una modista francesa, y que todavía estaban por pagar; graciosamente disfrazadas otras de labradoras, de pierrots o de calabresas; Rafael, de etiqueta, embutido en un gabán claro, tan corto de faldones que parecía una americana; y la mamá satisfecha del éxito alcanzado por sus niñas, y a pesar del cansancio, sonriente y majestuosa con su vestido de seda, que crujía a cada paso, y encima el amplio abrigo de terciopelo, Juanito contemplaba con el cariño de un padre este desfile desmayado que iba en busca de la cama, arrojando al paso en las sillas los adornos exteriores.»

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Mundo gráfico. 12 de febrero de 1913

martes, 26 de febrero de 2019

El Carnaval según Blasco Ibáñez. 01

«El Carnaval de aquel año fue muy alegre para la familia de doña Manuela.

Las niñas se divirtieron. Rafaelito era socio de todos los círculos distinguidos y decentes donde se baila, mientras arriba, en una habitación con luces verdes, guardada y vigilada como antro de conspiradores, rueda la ruleta con sus vivos colorines o se agrupan los aficionados en torno de las cuatro cartas del monte».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Billete de señora para los bailes de máscaras del Teatro Martí. 1917

Todocolección

lunes, 25 de febrero de 2019

Es la guerra -dijo con entusiasmo-, la guerra que llega… ¡Ya era hora!

«Cerca de Europa, una oleada de noticias salió al encuentro del buque. Los empleados del telégrafo sin hilos trabajaban incesantemente. Una noche, al entrar Desnoyers en el fumadero, vio a los notables germánicos manoteando y con los rostros animados. No bebían cerveza; habían hecho destapar botellas de champaña alemán, y la frau consejera impresionada, sin duda, por los acontecimientos, se abstenía de bajar a su camarote. El capitán Erckmann, al ver al joven argentino, le ofreció una copa.

-Es la guerra -dijo con entusiasmo-, la guerra que llega… ¡Ya era hora!»

Los cuatro jinetes del Apocalipsis

Vicente Blasco Ibáñez




domingo, 24 de febrero de 2019

No podía quejarse de sus tierras

«Sus trigos, altos y verdes, formaban como un lago de inquietas ondas al borde del camino; la alfalfa mostrábase lozana, con un perfume que hizo dilatarse las narices del caballo. No podía quejarse de sus tierras; pero dentro de la barraca era donde temía encontrar la desgracia, eterna compañera de su existencia, esperándole para clavar en él sus uñas».

La barraca

Vicente Blasco Ibañez


Nuevo Mundo. 27 de julio de 1905

sábado, 23 de febrero de 2019

Su mayor satisfacción fue al pasar frente a la casa de Copa

«Iba satisfecho del animal; no había perdido el día. Apenas si se acordaba del pobre Morrut, y sintió el orgullo del propietario cuando, en el puente y en el camino, volviéronse algunos de la huerta a examinar el blanco caballejo. 

Su mayor satisfacción fue al pasar frente a la casa de Copa. Hizo emprender al rocín un trotecillo presuntuoso, cual si fuese un caballo de casta, y vio cómo, después de pasar él, se asomaban a la puerta Pimentó y todos los vagos del distrito con ojos de asombro. ¡Miserables! Ya estarían convencidos de que era difícil hincarle el diente, de que sabía defenderse solo. Bien podían verlo: caballo nuevo. ¡Ojalá lo que ocurría dentro de la barraca pudiera arreglarse tan fácilmente!»

La barraca

Vicente Blasco Ibañez




Barraca en la huerta de Valencia

?

jueves, 21 de febrero de 2019

A ser el tripulante de más confianza en la barca del tío Borrasca

«El Retor era todo un marinero, fornido, cachazudo, bravo en el peligro. De gato había ascendido a ser el tripulante de más confianza en la barca del tío Borrasca , y cada mes solía entregar a su madre cuatro o cinco duros de ahorros para que los guardase».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez



Pescadores del Cabañal. 1910

http://elargonautavalenciano.blogspot.com

lunes, 18 de febrero de 2019

En un vapor de Hamburgo: el König Friedrich August

«Había salido de Buenos Aires en un vapor de Hamburgo: el König Friedrich August. El mundo estaba en santa tranquilidad cuando el buque se alejó de tierra. Sólo en México blancos y mestizos se exterminaban revolucionariamente, para que nadie pudiese creer que el hombre es un animal degenerado por la paz. Los pueblos demostraban en el resto del planeta una cordura extraordinaria. Hasta en el transatlántico, el pequeño mundo de pasajeros de las más diversas nacionalidades parecía un fragmento de la sociedad futura implantado como ensayo en los tiempos presentes, un boceto del mundo del porvenir, sin fronteras ni antagonismos de razas».

Los cuatro jinetes del Apocalipsis

Vicente Blasco Ibáñez


Vapor König Friedrich August

http://www.histarmar.com.ar/LineasPaxaSA/101-Hapag.htm

domingo, 17 de febrero de 2019

O el mantecoso arroz con nabos y judías

«La abundancia reinaba igualmente entre el puente y la proa, donde estaban la cocina y el alojamiento de los marineros, espacio del buque respetado por todos como dominio incontestable del tío Caragol .

Este viejo apodado «Caracol» —otro amigo antiguo de Ferragut— era el cocinero de a bordo, y aunque no se atrevía a tutear al capitán, como en otros tiempos, la expresión de su voz daba a entender que mentalmente seguía usando de esta familiaridad. Había conocido a Ulises cuando huía de las aulas para remar en el puerto, y él, por el mal estado de sus ojos, acababa de retirarse de la navegación de cabotaje, descendiendo a ser simple lanchero. Su gravedad y su corpulencia tenían algo de sacerdotal. Era el

Su talento culinario sufría eclipses cuando no figuraba el arroz como tema fundamental de sus composiciones. Todo lo que este alimento puede dar de sí lo conocía perfectamente. En los puertos del Trópico, los tripulantes, hastiados de bananas, piñas y aguacates, saludaban con entusiasmo la aparición de la gran sartén de arroz con bacalao y patatas o de la cazuela de arroz al horno, con la dorada costra perforada por la cara roja de los garbanzos y el lomo negro de las morcillas. Otras veces, el cocinero, bajo el cielo plomizo de los mares septentrionales, les hacía evocar el recuerdo de la lejana patria dándoles el monástico arroz con acelgas o el mantecoso arroz con nabos y judías».

Mare Nostrum

Vicente Blasco Ibáñez


Arròs amb fesols i naps. Fiestas de Campanar

Plaza de la Iglesia de Campanar

?

viernes, 15 de febrero de 2019

No impidió que saliese a luz lo que tan urgente hacía el matrimonio

«Pero toda la desesperación de la pobre mujer no impidió que saliese a luz lo que tan urgente hacía el matrimonio; y a los pocos meses la siñá Tona despachaba copas tras el mostrador, enseñando su pecho voluminoso de vaca rolliza, y agarrada al obscuro pezón una niña blanca, enteca, de ojos azules y cabeza rubia y voluminosa, que parecía una bola de oro».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Pescadora con su hijo. 1908

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo. 90,50 x 128,50 

Museo Sorolla

jueves, 14 de febrero de 2019

Un carabinero joven que estaba de servicio en aquella parte de la playa

«Y la siñá Tona hacía confidente de sus desdichas a Martínez, un carabinero joven que estaba de servicio en aquella parte de la playa, y pasaba las horas del calor sentado bajo el sombrajo de la taberna, con el fusil entre las rodillas, mirando vagamente el límite del mar, con el oído atento a las eternas lamentaciones de la tabernera».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Esperando las barcas

Playa del Cabañal

http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?p=68555811

miércoles, 13 de febrero de 2019

Para echar a correr con un bacalao bajo del brazo

«Era una alhaja el tal Tonet. ¡Dios mío! ¿A quién se parecía? Era una vergüenza que de padres tan honrados saliese un muchacho así; un pillete que, teniendo en su casa comida abundante, pasaba el tiempo huroneando por cerca de los vapores que venían de Escocia, aguardando un descuido de los descargadores para echar a correr con un bacalao bajo del brazo. Un hijo así iba a ser su castigo. Doce años a la espalda y sin afición al trabajo ni el menor respeto a su madre, a pesar de los rabos de escoba que le había roto en las costillas».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez



Venta de bacalao en el Mercado Central de Valencia 

Cortesía de José Navarro Escrich

martes, 12 de febrero de 2019

Y en verano zambullíase en el puerto

«Juntábase con la pillería de la playa, un tropel de chicuelos que no sabían más de sus padres que los perros vagabundos que les acompañaban en sus correteos por la arena; nadaba como un pez, y en verano zambullíase en el puerto, mostrando con impudor tranquilo su cuerpo enjuto y rojizo para coger con la boca piezas de dos cuartos que le arrojaban los paseantes. Presentábase por la noche en la taberna con el pantalón roto y la cara arañada; su madre le había sorprendido varias veces amorrado con delicia al tonelillo del aguardiente, y una tarde tuvo que ponerse el mantón e ir á la capitanía del puerto para pedir con lágrimas y lamentos que le soltasen, prometiendo que ella le quitaría el feo vicio de arañar en el interior de las cajas de azúcar depositadas en el muelle».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez



Puerto de Valencia

Todocolección

lunes, 11 de febrero de 2019

La posibilidad de una guerra con Alemania…

«-¿Qué hay de la guerra? -le había dicho Argensola antes de preguntarle por el resultado de su viaje-. Tú vienes de fuera y debes de saber mucho. 

Luego se había dormido en su antigua cama, guardadora de gratos recuerdos, mientras el secretario paseaba por el estudio hablando de Servia, de Rusia y del káiser. También este muchacho escéptico para todo lo que no estuviese en relación con su egoísmo, parecía contagiado por la preocupación general. Cuando despertó, la carta de ella citándole para las cinco de la tarde contenía igualmente algunas palabras sobre el temido peligro. A través de su estilo de enamorada, parecía transpirar la preocupación de París. Al salir en busca del almuerzo, la portera, con pretexto de darle la bienvenida, le había pedido noticias. Y en el restaurante, en el café, en la calle, siempre la guerra…, la posibilidad de una guerra con Alemania…»

Los cuatro jinetes del Apocalipsis

Vicente Blasco Ibáñez


Soldados franceses entonan "La Marsellesa" antes de partir hacia el frente. París, agosto de 1914

https://www.biografiasyvidas.com/

domingo, 10 de febrero de 2019

Según la calidad del último alijo hecho en el Cabañal

«Tabaco no faltaba, y el tío Borrasca dábase a todos los demonios viendo con qué rapidez desaparecía de los bolsillos de su chaquetón unas veces la alguilla de Argel y otras la picadura de la Habana, según la calidad del último alijo hecho en el Cabañal».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Haciendo caliqueños en el Cabanyal. Años 80

Cortesía de José Navarro Escrich

sábado, 9 de febrero de 2019

Una iniciativa de Blasco Ibáñez. El Museo de Etnografia y Folklore de Valencia

Una iniciativa de Blasco Ibáñez. El Museo de Etnografia y Folklore de Valencia

«Y yo pienso: nosotros, que somos un pueblo de artistas, ¿Qué museo no podríamos hacer en Valencia, un museo que perpetuase la vida valenciana? Esto hace falta aquí como no podéis daros idea. 

Sabéis que mis novelas, por un azar de la fortuna tal vez, están hoy traducidas a casi todos los idiomas de los pueblos civilizados. Y he recibido numerosas cartas de señoras francesas y de señoras norteamericanas que han pasado por aquí, y me decían: "Yo he leído sus novelas entusiasmada. Estuve en Valencia y no vi nada, ni flores encontré".


Y esto es verdad. Hay que decirlo entre nosotros que somos valencianos. La vida valenciana no pudo verla por ninguna parte. Afortunadamente para la ciudad, hay calles nuevas, ideales... Pero lo antiguo, ¿Dónde lo van a encontrar? ¿Dónde van a ver nuestras costumbres tradicionales? No las hay. Y yo miraba lo de Provenza. Ciudad muy interesante por su poesía, es una Valencia pobre. No se puede comparar con la nuestra ni remotamente. Viene a ser una Valencia de la montaña, con trajes apagados; un país pobre, un país de olivos, que es lo único que allí se cultiva. 

Imaginaos qué Museo podremos hacer tan grande aquí en este país, feliz durante siglos, donde las labradoras se han vestido de brocado de seda, donde la loza nuestra tiene todo el nacarado del mar, de ese mar Mediterráneo, y tiene el oro, el azul y el blanco de las puestas de sol y la aurora de nuestro cielo. 

Sí; este es el pueblo más artístico y más hermoso de la antigua Grecia, que tal vez no ha existido y que son los poetas quienes nos lo pintan.


El tema del proyectado Museo de Folklore de Valencia idea que expuso con anterioridad el novelista Blasco Ibañez fue tambien utilizado por el artista Luis Debon para la falla de la plaza de la Merced en 1933

Cortesía de José Navarro Escrich

Si Valencia, si el Ayuntamiento nos da el Palacio Municipal, que nos lo dará, y todos trabajamos llenos de entusiasmo, sobre todo la juventud, todas estas asociaciones y, sobre todo, el Centro de Cultura Valenciana que tomase esto bajo su dirección, podemos hacer una obra magnífica. 

Y esto sería más hermoso que cuanto pudiéramos escribir sobre el pasado de Valencia. Porque lo que se escribe sobre el pasado de Valencia tiene un valor enorme para la gente intelectual; pero este Museo nuestro tendría la fuerza que tiene toda representación plástica, porque interesaría no solamente a personas ilustradas, sino a todos los ignorantes. 

La gente sencilla consideraría el Museo de Valencia como una especie de Partenón porque guardaba todas las glorias de nuestra raza, todo nuestro pasado y todo nuestro presente artístico».

Valencia y lo valenciano

Fragmento del discurso pronunciado por Don Vicente Blasco Ibáñez en Valencia el 16 de mayo de 1921, en agradecimiento por el nombramiento de Director Honoris Causa del Centro de Cultura Valenciana




Nuevo Mundo. 12 de agosto de 1932

jueves, 7 de febrero de 2019

Sus infortunios como carretero le habían hecho conocer las bestias

«Batiste no parecía descontento del examen: pero hizo esfuerzos por mostrarse disgustado, valiéndose de mohínes y toses. Sus infortunios como carretero le habían hecho conocer las bestias, y se reía interiormente de algunos curiosos que, influídos por el mal aspecto del caballo, discutían con el gitano, diciendo que sólo era bueno para enviarlo a la Caldera. Su aspecto triste y cansado era el de los animales de trabajo que obedecen con resignación mientras pueden sostenerse».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez



Alrededores de Valencia. Entrada en Valencia

?

miércoles, 6 de febrero de 2019

Apareció junto a éste un gitano, obsequioso, campechanote

«Apenas pasó una mano por las ancas del rocín, apareció junto a éste un gitano, obsequioso, campechanote, tratándole como si le conociese toda su vida. 

—Es un animal de perlas; bien se ve que usted conoce las buenas bestias... y barato: me parece que no reñiremos... ¡Monote!, sácalo de paseo, para que vea el señor con qué garbo bracea. 

Y el aludido Monote, un gitanillo con el trasero al aire por las roturas del pantalón y la cara llena de costras, cogió al caballo del ronzal y salió corriendo por los altibajos de arena, seguido de la pobre bestia, que trotaba displicente, como fatigada de una operación tantas veces repetida. 

Corrió la gente curiosa, agrupándose en torno a Batiste y al gitano, que seguían con sus miradas la marcha del animal. Cuando volvió Monote con el caballo, el labriego lo examinó detenidamente. Metió sus dedos entre la amarillenta dentadura, pasó sus manos por las ancas, levantó sus cascos para inspeccionarlos, lo registró cuidadosamente entre las piernas. 

—Mire usted, mire usted —decía el gitano—, que para eso está... Más limpio que la patena. Aquí no se engaña a nadie: todo natural. No se arreglan los animales, como hacen otros, que desfiguran un burro en un santiamén. Lo compré la semana pasada y ni me he cuidado de arreglarle esas cosillas que tiene en las piernas. Ya ha visto usted con qué salero bracea... ¿Y tirar de un carro?... Ni un elefante tiene su empuje. Ahí en el cuello, verá usted las señales».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez


Estampa. 17 de julio de 1928


martes, 5 de febrero de 2019

Batiste pasó y repasó varias veces entre las bestias

«Para concertar los chambos y solemnizar las ventas buscábase el amparo de un sombrajo, bajo el cual una mujerona vendía bollos adornados por las moscas o llenaba pegajosas copas con el contenido de media docena de botellas alineadas sobre una mesa de cinc. 

Batiste pasó y repasó varias veces entre las bestias, sin hacer caso de los vendedores que le asediaban adivinando su intención.

Ninguna le gustaba. ¡Ay, pobre Morrut! ¡Cuán difícil era encontrarle un sucesor! De no verse acosado por la necesidad, se hubiera ido sin comprar; creía ofender al difunto fijando su atención en aquellas bestias antipáticas. 

Al fin se detuvo ante un rocín blanco, no muy gordo ni lustroso, con algunas rozaduras en las piernas y cierto aire de cansancio; una bestia de trabajo que, no obstante su aspecto de abrumamiento, parecía fuerte y animosa».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez


Mercado de caballerías

Todocolección

lunes, 4 de febrero de 2019

Al desembarcar había estado dos horas en un café de Boulogne

«Sabía a qué atenerse. Había desembarcado a las diez de la noche, aún no hacía veinticuatro horas que pisaba tierra, y su mentalidad era la de un hombre que viene de lejos, a través de las inmensidades oceánicas, de los horizontes sin obstáculos, y se sorprende viéndose asaltado por las preocupaciones que gobiernan a los grandes grupos humanos. Al desembarcar había estado dos horas en un café de Boulogne, contemplando cómo las familias burguesas pasaban la velada en la monótona placidez de una vida sin peligros. Luego, el tren especial de los viajeros de América le había conducido a París, dejándolo a las cuatro de la madrugada en un andén de la estación del norte entre los brazos de Pepe Argensola, joven español al que llamaba unas veces mi secretario y otras mi escudero, por no saber con certeza qué funciones desempeñaba cerca de su persona. En realidad era una mezcla de amigo y de parásito, el camarada pobre complaciente y activo que acompañaba al señorito de familia rica en mala inteligencia con sus padres, participando de las alternativas de su fortuna, recogiendo las migajas de los días prósperos e inventando expedientes para conservar las apariencias en las horas de penuria».

Los cuatro jinetes del Apocalipsis

Vicente Blasco Ibáñez


Boulogne sur Mer

Todocolección