sábado, 31 de agosto de 2019

Había que fijarse en las ventajas del cultivo del arroz: poco trabajo y gran provecho

«No; él se rebelaba; quería sacar a la familia de su miserable postración; trabajar, no sólo para comer, sino para el ahorro. Había que fijarse en las ventajas del cultivo del arroz: poco trabajo y gran provecho. Era una verdadera bendición del cielo; nada en el mundo daba más. Se planta en junio y se recolecta en septiembre; un poco de abono y otro poco de trabajo; total, tres meses; se coge la cosecha, las aguas del lago, hinchadas por las lluvias del invierno, cubren los campos, y ¡hasta el año siguiente! La ganancia se guarda, y en los meses restantes se pesca a la luz del sol y se caza ocultamente para mantener la familia. ¿Qué más podía desear…? El abuelo había sido un pobre, y después de una vida de perro sólo logró construir aquella barraca, donde vivían eternamente ahumados. Su padre, a quien tanto respetaba, no había conseguido guardar un mendrugo para la vejez. Que le dejasen a él trabajar a gusto, y su hijo, el pequeño Tonet, sería rico, cultivaría campos cuyos límites se perderían de vista, y sobre el solar de la barraca tal vez se levantase con el tiempo una casa mejor que todas las del palmar. Hacía mal su padre en indignarse porque sus descendientes cultivaban la tierra. Más valía ser labrador que vivir errante en el lago, pasando hambre muchas veces y exponiéndose a recibir el balazo de un guarda de la Dehesa».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


Campo de trilla. La Albufera

Nuevo Mundo. 16 de diciembre de 1927


viernes, 30 de agosto de 2019

Unos parásitos de los cazadores, que sólo comían carne cuando los forasteros les permitían

«Pero la sorpresa del viejo fue en aumento ante la inesperada resistencia de Tono. Había reflexionado bien sobre el asunto y estaba dispuesto a no arrepentirse. Pensaba en su mujer, en aquel chiquitín que llevaba en brazos, y se sentía ambicioso. ¿Qué eran ellos? Unos mendigos del lago, viviendo como salvajes en la barraca, sin más alimento que los animales de las acequias y teniendo que huir como criminales ante los guardas cuando mataban algún pájaro para dar mayor substancia al caldero. Unos parásitos de los cazadores, que sólo comían carne cuando los forasteros les permitían meter mano en sus provisiones. ¡Y esta miseria prolongándose de padres a hijos, como si viviesen amarrados para siempre al barro de la Albufera, sin más vida ni aspiraciones que las del sapo, que se cree feliz en el cañar porque encuentra insectos a flor de agua!»

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


Cazando en La Albufera

Cortesía de José Navarro Escrich

jueves, 29 de agosto de 2019

Formando entre sus ágiles dedos el hilo

«Y los cordeleros, arrolladas al busto las madejas de cáñamo, andaban de espaldas por la ribera de la acequia, formando entre sus ágiles dedos el hilo que se prolongaba sujeto al incansable torno».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez



Fabricando hilo para hacer las redes

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miércoles, 28 de agosto de 2019

En torno de un esqueleto de madera nueva

«Los calafates agitábanse mazo en mano en torno de un esqueleto de madera nueva, que parecía de lejos la osamenta de un monstruo prehistórico».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Calafates en la playa del Cabañal

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martes, 27 de agosto de 2019

A la orilla de la acequia del Gas

«A la orilla de la acequia del Gas, las mujeres, en cuclillas, moviendo sus inquietas posaderas, lavaban la ropa o fregaban los platos en un agua infecta que discurría sobre fango negruzco cargado de mortales emanaciones».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Detalle de la foto de abajo


Acequia del Gas o En Gasch



lunes, 26 de agosto de 2019

Sobre las redes de color de vino, festoneadas de corcho y tendidas sobre la arena

«Algunas ovejas sucias y flacas rumiaban la hierbecilla de las marismas inmediatas a la población; cantaban las ranas en los charcos confundiendo su monótono rac-rac con la susurrante calma de la playa, y sobre las redes de color de vino, festoneadas de corcho y tendidas sobre la arena, picoteaban los gallos, que irisaban sus luminosas plumas despidiendo reflejos metálicos».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


La red. 1899

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo.50 x 69

Colección privada

domingo, 25 de agosto de 2019

A tales horas debía estar fumando su pipa en el café de Carabina

«A tales horas debía estar fumando su pipa en el café de Carabina, y allá fueron los dos hermanos. 

Al pasar por cerca de la casa dels bous miraron la barcaza-taberna, cada vez más negra y abandonada, y saludaron con un ¡adiós, mare! el rostro lustroso y de colgantes carrillos que, encuadrado por un pañuelo blanco semejante a toca monjil, asomaba por la boca de cueva abierta sobre el mostrador».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Llenando la pipa. 1899

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo. 51.7 x 70.5

Colección privada

sábado, 24 de agosto de 2019

Buscándose el sustento en el aire o en el agua, cazando y pescando

«¿Cuándo se había visto un Paloma con amo? La familia había vivido siempre libre, como deben vivir los hijos de Dios que en algo se estiman, buscándose el sustento en el aire o en el agua, cazando y pescando. Sus señores habían sido el rey o aquel guerrero franchute que era capitán general en Valencia, amos que vivían muy lejos, que no pesaban y podían tolerarse por su grandeza. ¿Pero un hijo suyo arrendatario de una lechuguina de la ciudad y llevándola todos los años en metal sonante una parte de su trabajo…? ¡Vamos, hombre! ¡Ya estaba tomando el camino para hablar con aquella señora y deshacer el compromiso! Los Palomas no servían a nadie mientras en el lago quedara algo que llevarse a la boca: aunque fuesen ranas».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Pescant a l'Albufera. 1956

https://barcelonafotoantic.com/

viernes, 23 de agosto de 2019

Que Tono había tomado en arriendo, cerca del Saler, ciertas tierras de arroz propiedad de una señora de Valencia

«Pero antes de que le salieran los dientes, lo que ocurrió para el tío Paloma fue el hecho más inesperado de su vida. Le dijeron en la taberna que Tono había tomado en arriendo, cerca del Saler, ciertas tierras de arroz propiedad de una señora de Valencia; y cuando por la noche abordó a su hijo, quedó estupefacto viendo que no negaba el crimen».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


La "fanguechá"

https://lavalldesegoblog.wordpress.com/

jueves, 22 de agosto de 2019

Éste será de los nuestros: no tendrá más casa que la barca

«Pasó el tiempo, y su nuera le dio un nieto, un Tonet, que el abuelo llevaba muchas tardes en brazos hasta la orilla del canal, ladeando la pipa en su boca desdentada para que el humo no molestase al pequeño. ¡Demonio de muchacho, y qué guapo era! La larguirucha y fea de su nuera era como todas las hembras de la familia; lo mismo que su difunta: daban hijos que en nada se parecían a sus progenitores. El abuelo, acariciando al pequeño, pensaba en el porvenir. Lo enseñaba a los camaradas de su juventud, cada vez más escasos, y vaticinaba el porvenir.

"Éste será de los nuestros: no tendrá más casa que la barca. Antes de que le salgan todos los dientes ya sabrá mover la percha…"»

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


La Albufera

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miércoles, 21 de agosto de 2019

¡Habría que ver a un hijo suyo, a un Paloma , convertido en «labrador»…!

«Iban a cultivarlo todo; echaban tierra y más tierra sobre el lago. Por poco que él viviese, aún había de ver cómo la última anguila, falta de espacio, se marchaba moviendo el rabo por la boca del Perelló, desapareciendo en el mar. ¡Y Tono metido en esta obra de piratas! ¡Habría que ver a un hijo suyo, a un Paloma , convertido en «labrador»…! Y el viejo reía, como si imaginase un suceso irrealizable».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Plantando el arroz

La Albufera

https://quinalafem.blogspot.com/

martes, 20 de agosto de 2019

Las antiguas norias, tranquilas y simpáticas, con su rueda de madera carcomida y sus arcaduces negros

«Por la parte de Sueca colocaban ciertos armatostes de hierro dentro de unas casitas con grandes chimeneas, y… ¡eche usted humo! Las antiguas norias, tranquilas y simpáticas, con su rueda de madera carcomida y sus arcaduces negros, iban a ser sustituidas por maquinarias infernales que moverían las aguas con un estrépito de mil demonios. ¡Milagro sería que toda la pesca no tomase el camino del mar, fastidiada por tales innovaciones!».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Barraca en la huerta de Valencia

http://vicenticoaa.blogspot.com.es/

lunes, 19 de agosto de 2019

Pero protestaba, apoyado en la percha

«El barquero aceptaba refunfuñando esta transformación en las costumbres de la casa. La sensatez y la gravedad de su hijo le imponían cierto respeto, pero protestaba, apoyado en la percha, a orillas del canal, conversando con otros barqueros de su buena época. ¡Iban a transformar la Albufera! Dentro de pocos años nadie la conocería».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


La Albufera

Cortesía de José Navarro Escrich

domingo, 18 de agosto de 2019

Tenía lo más importante: barca propia, la Garbosa

«Este redondeaba el plan. Tenía lo más importante: barca propia, la Garbosa. Y como Tonet lanzase una exclamación de asombro, el Retor entró en detalles. Ya sabía él que la tal barca estaba casi despanzurrada, con los costillares poco unidos y la cubierta combada hacia abajo; una ruina que al saltar sobre las olas, sonaba como una guitarra vieja; pero no le habían engañado: treinta duros dio por ella; compró la leña y nada más; pero aún sobraba para hombres que conocían el mar y eran capaces de atravesarlo en un zapato».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


La llegada de la pesca. 1889

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo. 88 x 104

Museo de Bellas Artes de Asturias

sábado, 17 de agosto de 2019

Y el tío Mariano no acababa de sacarle aquel empleo tan codiciado en las obras del puerto

«A Tonet le parecía bien. Ya había hecho él dos viajes de tal clase, enganchándose como simple marinero, y ahora que faltaba trabajo en el muelle y el tío Mariano no acababa de sacarle aquel empleo tan codiciado en las obras del puerto, no tenía inconveniente en seguir a su hermano».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Obras de construcción del Puerto de Valencia. 1910

Todocolección

Subida por Isabel Huedo Saiz a VAHG

viernes, 16 de agosto de 2019

Consideraba el contrabando como la profesión más natural

«Y el honradote Retor, incapaz de faltar a lo que le previniese el alguacil del pueblo o el cabo de mar, reíase como un bendito al pensar en aquel alijo de tabaco que hacía tiempo le danzaba en la cabeza, y le parecía ver ya sobre la arena los fardos de lona embreada. Como buen hijo de la costa, recordando las hazañas de sus mayores, consideraba el contrabando como la profesión más natural y honrada para un hombre aburrido de la pesca».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Esperando la llegada de las barcas del bou

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jueves, 15 de agosto de 2019

La barca llena hasta los topes de alguilla y Flor de Mayo

«No temiendo espionajes, el Retor volvió a sentarse al lado de su hermano. 

Su mujer le había metido el proyecto en la cabeza, y él, después de pensarlo mucho, había acabado por creerlo aceptable. Se trataba de un viaje a la costa d’afora, a Argel; como quien dice a la pared de enfrente de aquella casa azul y mudable que tantas veces recorrían como pescadores. Nada de pescado, que no se deja coger siempre que el hombre quiere; buenos fardos de contrabando; la barca llena hasta los topes de alguilla y Flor de Mayo ... ¡Rediel! ese era el negocio; mil veces lo había hecho su pobre padre. ¿Qué le parecía?»

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez



Frontal de cuarterón de tabaco “La flor de mayo” de aquella época

Cortesía de Marga Preda

miércoles, 14 de agosto de 2019

Tendidos en línea recta el Cabañal, el Cañamelar, el Cap de Fransa

«Y después, como una larga cola de tejados, la vista encontraba tendidos en línea recta el Cabañal, el Cañamelar, el Cap de Fransa, una masa prolongada de construcciones de mil colores, que decrecían conforme se alejaban del puerto; al principio fincas con muchos pisos y esbeltas torrecillas, y en el lejano extremo, lindante con la vega, blancas barracas con la caperuza de paja torcida por los vendavales».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Vista aérea. 1920

https://valenciablancoynegro.blogspot.com/2010/01/el-cabanyal-en-1920.html

martes, 13 de agosto de 2019

La gente de dinero, la aristocracia del puerto

«Avanzaba mar adentro la escollera de Levante como un muro ciclópeo de rojos bloques aglomerados al azar por una trepidación del terreno; amontonábanse en el fondo los edificios del Grao, las grandes casas donde están los almacenes, los consignatarios, los agentes de embarque, la gente de dinero, la aristocracia del puerto».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Las Arenas

“València en blanc i negre II”

lunes, 12 de agosto de 2019

Donde en verano se plantan las barraquetes para los bañistas de Valencia

«Y sin esperar contestación púsose en pie y fue hasta la proa de la vieja barca para ver si alguien escuchaba al otro lado. 

Nadie. La playa estaba desierta. No se veía una sola persona en la extensión de arena donde en verano se plantan las barraquetes para los bañistas de Valencia. A lo último veíase el puerto erizado de mástiles con banderas, vergas entrecruzadas, chimeneas encarnadas y negras y grúas que parecían horcas».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Casetas de baño en la playa de Levante. Circa 1930 

Barberá Masip

https://valenciablancoynegro.blogspot.com/2015/09/

sábado, 10 de agosto de 2019

En el mar está el pan para todos

«Tonet miraba a su hermano con expresión interrogante, esperando que su calma cachazuda acabase de formular todo el plan. 

Por fin habló el Retor . En una palabra: que estaba ya cansado de ganar el dinero lentamente, y quería dar un golpe como lo habían hecho otros. En el mar está el pan para todos; sólo que unos lo cogen negro y a costa de muchos sudores, mientras que otros lo pillan del más sabroso si tienen pecho para exponerse. ¿Le entendía Tonet?»

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


El pescador. 1904

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo sobre tela. 76 × 106 cm

Museo Sorolla

Sonaban los pesados mazos de los calafates

«Y hablaba con lentitud, mascando la negra tagarnina de contrabando y sumiéndose en el majestuoso silencio de la playa. Algunas veces, sobre el lento susurro del agua tranquila, destacábase la voz lejana de una muchacha, como si saliera de bajo de la tierra, entonando una canción de monótona cadencia; sonaba lentamente el ¡oh ... oh, isa! de unos cuantos muchachos que tiraban de un pesado mástil al compás de la soñolienta exclamación; gritaban como pájaros desde las cubiertas de las barcas las mujeres desgreñadas, llamando a comer a los gatos, que estaban en los establos contemplando los bueyes; sonaban los pesados mazos de los calafates con incesante regularidad, y todos los ruidos absorbíanse en la calma majestuosa del ambiente impregnado de luz, que envolvía sonidos y objetos en una vaguedad fantástica».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez




Calafate

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viernes, 9 de agosto de 2019

Las puntiagudas velas que corrían por la línea verdosa del horizonte

«Seguía con la vista las puntiagudas velas que corrían por la línea verdosa del horizonte como alas de palomas que bebían allá lejos, y después miraba la costa, que se encorvaba formando golfo, con su orla de masas verdes y blancos caseríos: las colinas del Puig, enormes tumefacciones de la playa baja que invadía el mar en sus ratos de cólera; el castillo de Sagunto, enroscando sus ondeados baluartes sobre la larga montaña de un suave color de caramelo, y desde allí, tierra adentro y cerrando el horizonte, la dentellada cordillera, oleaje de rojo granito que, con sus crestas inmóviles, parecía lamer el cielo».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


La llegada de la pesca. 1889

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo. 88 x 104

Museo de Bellas Artes de Asturias

jueves, 8 de agosto de 2019

Ondeaban izadas en los mástiles las redes rojizas puestas a secar

«Ondeaban izadas en los mástiles las redes rojizas puestas a secar, las camisetas de franela, los calzones de bayeta amarilla, y por encima de este vistoso empavesado pasaban las gaviotas trazando círculos, como si estuvieran borrachas de sol, hasta que se dejaban caer por un instante en el mar azul y tranquilo, agitado por leves estremecimientos e hirviente con burbujas luminosas bajo el calor del mediodía».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez



Playa del Cabañal

Todocolección

miércoles, 7 de agosto de 2019

Detrás, parejas del bou con idéntica altura e iguales colores

«Reinaba en esta población improvisada, tal vez deshecha a la noche para esparcirse por la inmensidad de la faja azul que cerraba el horizonte, el orden y la simetría de una ciudad moderna tirada a cordel. 

En primera fila, junto a las olas que se adelgazaban como láminas de cristal sobre los arabescos de arena, estaban las barcas pequeñas, las que pescan al volantí, pequeños y airosos esquifes, que parecían la vistosa pollada de las grandes barcas alineadas detrás, parejas del bou con idéntica altura e iguales colores».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Barcos de pesca. 1915 

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo sobre lienzo

Museo Sorolla

martes, 6 de agosto de 2019

Con la gorra calada hasta las orejas, repasando las redes

«Los mástiles latinos, inclinados graciosamente hacia la proa con sus puntas gruesas y romas, formaban un bosque de lanzas; entrecruzábanse las embreadas cuerdas, como lianas y trepadoras de aquella selva de palos; bajo las gruesas velas caídas en las cubiertas, rebullía toda una población anfibia, al aire las rojizas piernas, con la gorra calada hasta las orejas, repasando las redes o atizando el fogón, en el que burbujeaba el suculento caldo de pescado, y sobre la ardiente arena descansaban las ventrudas quillas pintadas de blanco o azul, como panzas de monstruos marinos tendidos voluptuosamente bajo las caricias del sol».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Redes de pescar. 1893

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo. 60 x 70

Colección privada 


lunes, 5 de agosto de 2019

Los enormes bueyes para el arrastre de las barcas

«La playa estaba en reposo. La casa dels bous, donde rumiaban en sus establos los enormes bueyes para el arrastre de las barcas, alzaba su cuadrada mole con rojizo tejado y azules cuadrantes en sus paredes sobre las largas filas de barcas puestas en seco, que formaban en la orilla una ciudad nómada con calles y encrucijadas; algo semejante a un campamento griego de la edad heroica, donde las birremes puestas en seco servían de trincheras».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Pareja de bueyes en la playa del Cabañal, al fondo Las Termas

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domingo, 4 de agosto de 2019

Agazapados a la sombra de un laúd

«Aunque el día era de invierno, picaba tanto el sol, que el Retor y Tonet estaban en la playa, agazapados a la sombra de un laúd viejo encallado en la arena. Tiempo les quedaba de tostarse cuando saliesen al mar. 

Los dos hablaban lentamente, como adormecidos por el brillo y el calor de la playa. ¡Vaya un día hermoso! Parecíales imposible que estuviesen en vísperas de Semana Santa, época de los aguaceros y de los repentinos temporales».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


A la sombra de la barca. 1903 - 1904

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo. 42 x 54,50

Museo Sorolla

sábado, 3 de agosto de 2019

Cuando Rosario necesitaba desahogo y consuelo, iba a la playa. Vídeo

«Cuando Rosario, roja de indignación y con los ojos llorosos, necesitaba desahogo y consuelo, iba a la playa, a la barcaza-taberna, que adquiría un color sombrío y parecía envejecer como su dueña. Allí la oían silenciosamente, moviendo su cabeza, con expresión de desconsuelo, la siñá Tona y Roseta, las cuales, a pesar de su íntimo parentesco, vivian con huraña hostilidad, no coincidiendo más que en su despreciativo odio a los hombres. La barca que les servía de madriguera era como un observatorio, desde el que contemplaban lo que ocurría entre las dos familias».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez



La playa

viernes, 2 de agosto de 2019

Acribillada por los profundos agujeros de las granadas francesas

«Levantó la cabeza y vio que se había separado del pretil, siguiendo por el camino de ronda. Ante él alzaban sus pesadas moles cilíndricas las dos torres de la puerta de Cuarte, con la rojiza costra acribillada por los profundos agujeros de las granadas francesas y las de las insurrecciones republicanas».

Arroz y Tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Torres de Quart

Todocolección

jueves, 1 de agosto de 2019

O las de los guardias de Consumos sentados ante sus garitas

«Ya no creía en su madre. La fe se había rasgado en él como una virginidad irreparable. Le nacía daño el canto infantil, y para no llorar salió rápidamente del paseo, siguiendo el pretil del río.

Caminando junto a la carretera polvorienta, sin ver otras caras que las de los carreteros que marchaban perezosamente tras sus vehículos, o las de los guardias de Consumos sentados ante sus garitas, Juanito se encontraba mejor. No tenía miedo, como el poeta, a encontrarse con su dolor a solas, y caminaba por aquel lugar poco frecuentado, saboreando con gozo cruel el hondo pesar que, de vez en cuando, estallaba en ruidosos suspiros».

Arroz y Tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Puente de Serranos, a la derecha el fielato

https://valenciablancoynegro.blogspot.com/2015/02/al-mercado.html