martes, 28 de febrero de 2023

Las Fallas según Blasco Ibáñez. 01

«Llegó la fiesta de San José, que aquel año tuvo para la familia excepcional importancia. Desde una semana antes, la granujería corría las calles arrastrando sillas rotas y esteras agujereadas, pidiendo a gritos, con monótona canturía, "¡ Una estoreta velleta ...!"

La paternidad de la idea fue del dueño del cafetín establecido frente a la casa de doña Manuela, un sujeto panzudo y flemático, que gozaba en el barrio fama de chistoso y había heredado el apodo de Espantagosos, sin duda porque alguno de sus antecesores no estaba en buenas relaciones con la raza canina. Era una que compitiese con las muchas que se estaban arreglando en varios puntos de la ciudad, y la proposición del cafetinero fue acogida con entusiasmo por toda la gente de los pisos bajos.

El iniciador asocióse a dos zapateros y un carpintero, que, por tratarse de San José, se creía con derecho propio, y todos juntos formaron algo que bien podía llamarse Comité de Vecinos, teniendo por principal objeto dar sablazos en todo el barrio para el arreglo de la falla. Como doña Manuela era la vecina más encopetada y su casa la mejor de la plazuela, los pedigüeños pusiéronse bajo su protección, y elogiaron rastreramente su riqueza, la belleza de las niñas y hasta la suya propia: todo para sacarla cinco duros.»

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Cant de l'estoreta

Arxiu de Rafael Solaz

domingo, 26 de febrero de 2023

Su mujer le había contado al día siguiente cómo fue conducido a su barraca el herido valentón

«Su mujer le había contado al día siguiente cómo fue conducido a su barraca el herido valentón. El mismo, desde su vivienda, había oído los gritos y las amenazas de toda la gente que acompañaba, solícita, al magullado Pimentó... Una verdadera manifestación. Las mujeres, sabedoras de lo ocurrido gracias a la pasmosa rapidez con que en la huerta se transmiten las noticias, salían al camino para ver de cerca al bravo marido de Pepeta y compadecerlo como a un héroe sacrificado por el interés de todos».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez


Fotograma de la serie de RTVE "La barraca"


viernes, 24 de febrero de 2023

"Arròs i tartana, casaca a la moda, i rode la bola a la valenciana..."

 "Arròs i tartana, casaca a la moda,

i rode la bola a la valenciana..."

«Pasó el Carnaval y doña Manuela se vio en plena Cuaresma. Era la hora de purgar los derroches y las alegrías de la temporada anterior. La modista francesa presentaba la cuenta de los trajes de las niñas, y además hacía falta dinero para los gastos de la casa. Total, que doña Manuela necesitaba tres mil pesetas».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Això ho pague jo!

Restaurante "La Pepica"

Subida por Pilar Martínez Olmos a VAHG

miércoles, 22 de febrero de 2023

El Carnaval según Blasco Ibáñez. Y 08

«El carruaje de doña Manuela llevaba escolta. Un buen mozo con negro dominó, montando un caballo de alquiler, marchó toda la tarde como pegado a la portezuela, hablando con Concha, mientras la mamá y Amparo miraban las máscaras. Era Roberto del Campo, el cual, a pesar de su gallardía, iba resultando un posma, que sólo sabía decir floreos, sin llegar nunca a declararse. La mamá comenzaba a no encontrar tan seductor a aquel espantanovios. Dios sabe cuántas proposiciones habría perdido la niña por culpa de aquel hombre, que gozaba todas las intimidades de un novio, sin decidirse nunca a serlo. Pero Conchita hombres que las echan de listos caen cuando menos lo esperan: todo era cuestión de tiempo y de presentar buena cara».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Baile de máscaras en el teatro Principal

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lunes, 20 de febrero de 2023

El Carnaval según Blasco Ibáñez. 07

«Toda esta invasión de figurones que trotaba por la ciudad, voceando como un manicomio suelto, dirigíase a la Alameda, pasaba el puente del Real envuelta con el gentío, y así que estaban en el paseo, iban unos hacia el Plantío para dar bromas insufribles, los arneses brillantes y de sus ruedas amarillas, tan finas y ligeras que parecían las de un juguete, aparecía empequeñecida y deslustrada en el gigantesco rosario de berlinas y carretelas, faetones y dog-carts que, como arcaduces de noria, estaban toda la tarde dando vueltas y más vueltas por la avenida central del paseo.

Rafaelito habíase disfrazado de clown, y con otros de su calaña ocupaba un carro de mudanzas, sobre cuya cubierta hacían diabluras y saludaban con palabras groseras a todas las muchachas que estaban a tiro de sus voces aflautadas. ¡Vaya unos chicos graciosos!».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



La Alameda. Grupo de paseo en carruaje

Todocolección

Subida por Isabel Huedo Saiz a VAHG

sábado, 18 de febrero de 2023

El Carnaval según Blasco Ibáñez. 06

«Por la tarde, Nelet enganchaba la galerita, y a la Alameda, donde la fiesta tomaba el carácter de una saturnal de esclavos ebrios.

El disfraz de labrador era un pretexto para toda clase de expansiones brutales; y acompañados por el retintín de los cascabeles de las ligas, trotaban los grupos de zaragüelles planchados, chalecos de flores, mantas ondeantes y tiesos pañuelos de seda. lo infinito, como el grito de guerra de los pieles rojas, conmovía las calles. Las criadas, endomingadas, huían despavoridas al escuchar el vocerío; y pasaba la tribu al galope, dando furiosos saltos, con sus caretas horriblemente grotescas y esgrimiendo por encima de sus cabezas enormes navajas de madera pintada con manchas de bermellón en la corva hoja. Revueltos con ellos, iban los disfraces de siempre: mamarrachos con arrugadas chisteras y levitas adornadas con arabescos de naipes; bebés que asomaban la poblada barba bajo la careta y al compás del sonajero decían cínicas enormidades; diablos verdes silbando con furia y azotando con el rabo a los papanatas; gitanos con un burro moribundo y sarnoso tintado a fajas como una cebra; payasos ágiles, viejas haraposas con una repugnante escoba al hombro, y los tíos de «¡al higuí!» golpeando la caña y haciendo saltar el cebo ante el escuadrón goloso de muchachos con la boca abierta».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



El Carnaval en La Alameda. 1898

Archivo de Rafael Solaz

jueves, 16 de febrero de 2023

El Carnaval según Blasco Ibáñez. 05

«Los estudiantes, con el manteo terciado, tricornio en mano y ondeante en la manga el lazo de la Facultad, corrían las calles como un rebaño loco, asediando a los transeúntes para sacarles el dinero en nombre de la caridad. Por la plazuela de las de Pajares desfilaron los de Medicina y Derecho, y en torno de la enhiesta bandera amarilla o roja, las músicas rompieron a tocar alegres valses, que rápidamente poblaban los balcones.

La expansión ruidosa de la juventud libre y sin cuidados invadía la plaza como una atronadora borrachera. Volaban los tricornios a los balcones; y había muchacho que, impulsado por alguna copita traidora, despreciaba la vulgar invitación de las escaleras y se encaramaba por la fachada, agarrándose a las rejas, para entregar un ramo de flores a la niña y pedirle un duro a la mamá. Concha y Amparo recibían una ovación y doña Manuela, roja de orgullo, repartía sonrisas y pesetas a todo el enjambre de diablos negros, voceadores y gesticuladores que se agolpaba bajo el balcón. A espaldas de ellas estaba Andresito Cuadros, que acababa de entrar en el salón con el manteo terciado, una bayeta infame que tiznaba de negro la camisa y la cara. Llevaba ramos para la mamá y las niñas, y estuvo locuaz, atrevido, aunque, con gran desencanto de Amparito, no intentó como los otros, subir por la fachada, sistema que a ella le parecía muy interesante».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez




Tuna en la calle Avellanas 1926 

https://valenciadesaparecida.blogspot.com/

martes, 14 de febrero de 2023

El Carnaval según Blasco Ibáñez. 04

«Muchachos con pliegos de colores voceaban las décimas y cuartetas, alegres y divertidas, para las máscaras, colecciones de disparates métricos y porquerías rimadas, que por la tarde habían de provocar alaridos de alegre escándalo en la de crin, ligas multicolores con sonoros cascabeles, y caretas pintadas, capaces de oscurecer la imaginación de los escultores de la Edad Media, unas con los músculos contraídos por el dolor, un ojo saltado y arroyos de bermellón cayendo por la mejilla; otras con una frente inmensa, espantosa; caras de esqueletos con las fosas nasales hundidas y repugnantes; narices que son higos aplastados, o que se prolongan como serpenteante trompa con un cascabel en la punta; sonrisas contagiosas que provocan la carcajada y carrillos rubicundos a los que se agarra un repugnante lagarto verde».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez




Tarde de carnaval en la Alameda

Ignacio Pinazo Camarlench

domingo, 12 de febrero de 2023

El Carnaval según Blasco Ibáñez. 03

«Llegaron los tres días de Carnaval. Por las mañanas, entre las estudiantinas y comparsas que corrían las calles, pasaban las familias ostentando a algún niño infeliz enfundado en la malla de Lohengrin, el justillo de Quevedo o los rojos gregüescos de Mefistófeles. Los ciegos y ciegas que el resto del año pregonan el papelito en el que está todo lo que se canta iban en cuadrilla, guitarra al pecho, vestidos de pescadores u odaliscas, mal pergeñados, con mugrientos trajes de ropería».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Grupo con disfraces en los Viveros

Foto Escuder

Todocolección



viernes, 10 de febrero de 2023

El Carnaval según Blasco Ibáñez. 02

«La entrada de la familia le deslumbraba, sintiendo el infeliz una impresión de vanidad. Las hermanitas, vestidas unas veces con trajes de sociedad, obra de una modista francesa, y que todavía estaban por pagar; graciosamente disfrazadas otras de labradoras, de pierrots o de calabresas; Rafael, de etiqueta, embutido en un gabán claro, tan corto de faldones que parecía una americana; y la mamá satisfecha del éxito alcanzado por sus niñas, y a pesar del cansancio, sonriente y majestuosa con su vestido de seda, que crujía a cada paso, y encima el amplio abrigo de terciopelo, Juanito contemplaba con el cariño de un padre este desfile desmayado que iba en busca de la cama, arrojando al paso en las sillas los adornos exteriores».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



La Semana Gráfica. 25 de febrero de 1928


miércoles, 8 de febrero de 2023

El Carnaval según Blasco Ibáñez. 01

«El Carnaval de aquel año fue muy alegre para la familia de doña Manuela.

Las niñas se divirtieron. Rafaelito era socio de todos los círculos distinguidos y decentes donde se baila, mientras arriba, en una habitación con luces verdes, guardada y vigilada como antro de conspiradores, rueda la ruleta con sus vivos colorines o se agrupan los aficionados en torno de las cuatro cartas del monte».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Billete de señora del Círculo Valenciano. 1903

Archivo de Rafael Solaz


lunes, 6 de febrero de 2023

Y cayó Pimentó con la cabeza rota de un taburetazo

«Ya no sentía inquietud. La imagen de su familia hambrienta y sin hogar le dió una agresividad colérica. Hasta sintió deseos de acometer a aquella gente sólo por haberle exigido tal monstruosidad.

—T'en vas? T'en vas? (¿Te vas? ¿Te vas?) —preguntaba Pimentó, cada vez más fosco y amenazador.

No, no se iba. Lo dijo con la cabeza, con su sonrisa de desprecio, con una mirada de firmeza y de reto que fijó en todo el corro.

—¡Granuja! —rugió el matón, al mismo tiempo que caía una de sus manos sobre la cara de Batiste, sonando una terrible bofetada.

Como animado por tal agresión, todo el corro se lanzó contra el odiado intruso; pero encima de la línea de cabezas empezó a moverse un brazo nervudo empuñando un taburete con asiento de esparto, el mismo, tal vez, en que estuvo hasta poco antes Pimentó.

Para el forzudo Batiste era un arma terrible este asiento de fuertes travesaños y gruesas patas de algarrobo con aristas pulidas por el uso.

Rodaron jarros y mesillas; la gente se hizo atrás instintivamente, aterrada por el ademán agresivo de este hombre siempre pacífico, que parecía ahora agigantado por la rabia; y antes que pudieran todos retroceder un nuevo paso, «¡Plaf!», sonó un ruido de puchero que estalla, y cayó Pimentó con la cabeza rota de un taburetazo».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez


Fotograma de la película "La barraca"



sábado, 4 de febrero de 2023

Se vio otra vez con todos sus muebles sobre el carro, errante por los caminos

«Pimentó, rodando por la pendiente de su cólera, sintió caer de un golpe sobre su cerebro todo el aguardiente bebido en dos días. Había perdido su serenidad de ebrio inquebrantable, y al levantarse, tambaleando, tuvo que hacer un esfuerzo para sostenerse sobre sus piernas. Sus ojos estaban inflamados, como si fuesen a manar sangre; su voz era trabajosa, cual si tirasen de ella, no dejándola salir el alcohol y la cólera.

—Vesten! —dijo con imperio a Batiste, avanzando una mano amenazante hasta rozar su rostro—. Vesten o te mate! (¡Vete!... ¡Vete o te mato!)

¡Irse!... Esto es lo que deseaba Batiste, cada vez más pálido, más arrepentido de verse allí. Pero bien adivinaba el significado de aquel  imperioso «¡Vete!» del valentón, apoyado por las muestras de asentimiento de todos.

No le exigían que se fuese de la taberna, librándolos de su presencia odiosa; le ordenaban con amenaza de muerte que abandonase sus tierras, que eran como la carne de su cuerpo; que perdiese para siempre la barraca donde había muerto su chiquitín, y en la cual cada rincón guardaba un recuerdo de las luchas y alegrías de la familia en su batalla con la miseria. Y rápidamente se vio otra vez con todos sus muebles sobre el carro, errante por los caminos, en busca de lo desconocido, para crearse otra existencia, llevando como tétrica escolta la fea hambre, que iría pisándole los talones... ¡No! El rehuía las cuestiones; pero que no le tocasen el pan de los suyos».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de RTVE "La barraca"


jueves, 2 de febrero de 2023

¡Ah! Lo del arado era muy chistoso

«Pimentó, hablando con vehemencia de su trabajo, mostraba tal impudor, que algunos sonreían... Bueno; él no trabajaba mucho, porque era listo y había conocido la farsa de la vida. Pero alguna vez trabajaba, de tarde en tarde, y esto era bastante para que las tierras fuesen con más justicia de él que de aquella señorona gorda de Valencia. Que viniera ella a trabajarlas; que fuese agarrada al arado con todas sus arrobas de carne, y las dos chicas de los lacitos uncidas y tirando de él, y entonces sería su legítima dueña.

Las bromas groseras del valentón hacían rugir de risa a la concurrencia. A todo el corro, toda aquella gente, que aún guardaba el mal sabor de la paga de San Juan, le hacía mucha gracia ver tratados a sus amos tan cruelmente. ¡Ah! Lo del arado era muy chistoso; y cada cual se imaginaba ver a su amo, al panzudo y meticuloso rentista o a la señora vieja y altiva, enganchados a la reja, tirando y tirando para abrir el surco, mientras ellos, los de abajo, los labradores, chasqueaban el látigo.

Y todos se guiñaban un ojo, reían, se daban palmadas para expresar su contento. ¡Oh! Se estaba muy bien en casa de Copa oyendo a este hombre. ¡Qué cosas se le ocurrían!...».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez



Arando. Huerta de Valencia

Todocolección