lunes, 31 de octubre de 2022

Al pasar por frente al cementerio de Valencia

«Corrió un poco al pasar por frente al cementerio de Valencia, por antojársele que a aquella hora podían salir los muertos a tomar el fresco, y cuando se vio lejos de la fúnebre plazoleta de palmeras, moderó su paso hasta ser éste un trotecillo menudo. 

¡Pobre Nelet! Marchaba como un explorador de misterioso territorio hacia aquella ciudad que, bañada por los primeros rayos del sol, recortaba su rojiza crestería de tejados y torres sobre un fondo de blanquecino azul».

El femater

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez



Cementerio General de Valencia. Finales del XIX

Antoni Esplugas i Puig

https://arxiusenlinia.cultura.gencat.cat/

sábado, 29 de octubre de 2022

Y había que rellenar los campos trayendo muchas barcas de tierra, ¡pero muchas!

«Al mes de esta vida regalada, su padre le habló una noche en el silencio de la barraca. ¿Qué se proponía hacer? Ahora era un hombre y debía dar por terminadas las aventuras, pensando seriamente en el porvenir. Él tenía ciertos planes, de los que deseaba hacer partícipe al hijo, a su único heredero. Trabajando sin descanso, con la tenacidad de hombres honrados, aún podían crearse una pequeña fortuna. Una señora de la ciudad, la misma que le había dado en arriendo las tierras del Saler, conquistada por su sencillez y su afán en el trabajo, acababa de regalarle una gran extensión de terreno junto al lago: un tancat de muchas hanegadas.

No había más que un inconveniente para comenzar el cultivo, y era que el regalo estaba cubierto de agua y había que rellenar los campos trayendo muchas barcas de tierra, ¡pero muchas!»

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"

jueves, 27 de octubre de 2022

El dinero producto de la recolección invertíase en reparar las brechas abiertas en el ajuar de la barraca

«Los muebles viejos y maltrechos, recuerdos perennes de las antiguas peregrinaciones huyendo de la miseria, comenzaban a desaparecer, dejando sitio libre a otros que la hacendosa Teresa adquiría en sus viajes a la ciudad. El dinero producto de la recolección invertíase en reparar las brechas abiertas en el ajuar de la barraca por los meses de espera».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez



Interior de una barraca

Huerta de Valencia

Barberá Masip

Bivaldi

martes, 25 de octubre de 2022

Tonet fue acogido en el Palmar con curiosidad y entusiasmo

«Tonet fue acogido en el Palmar con curiosidad y entusiasmo. Era el único del pueblo que volvía de allá. ¡Y cómo volvía…! Demacrado por la miseria de los últimos días de la guerra, pues era de los que habían sufrido el bloqueo en Santiago. Pero aparte de esto, mostrábase fuerte, y las viejas comadres admiraban su cuerpo enjuto y esbelto, las posturas marciales que tomaba al pie del raquítico olivo que adornaba la plaza, atusándose el bigote, adorno viril que en todo el Palmar sólo lo usaba el cabo de los carabineros, y exhibiendo la gran colección de jipijapas, único equipaje que  había traído de la guerra. Por las noches se llenaba la taberna de Cañamel para oír su relato de las cosas de allá».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la película "Cañas y barro". 1954

https://www.abc.es/play/pelicula/canas-y-barro-1461/

domingo, 23 de octubre de 2022

La barraca, de inmaculada blancura

«La prosperidad de la familia parecía reflejarse en la barraca, limpia y brillante como nunca. Vista de lejos, destacábase de las viviendas vecinas, como revelando que había en ella más prosperidad. Nadie hubiera reconocido la trágica barraca del tio Barret. Los ladrillos rojos del pavimento frente a la puerta brillaban brunidos por las diarias frotaciones; los macizos de albahacas y dompedros y las enredaderas formaban pabellones floridos, por encima de los cuales recortabase sobre el cielo el frontón triangular y agudo de la barraca, de inmaculada blancura. En su interior notábase inmediatamente el revoloteo de las planchadas cortinas cubriendo las puertas de los estudis, los vasares con pilas de platos y con fuentes cóncavas apoyadas en la pared, exhibiendo pajarracos fantásticos y flores como tomates pintadas en su fondo, y sobre la cantarera, semejante a un altar de azulejos, mostrábanse, como divinidades contra la sed, los panzudos y charolados cántaros, y los jarros de loza y de cristal verdoso pendientes en fila de los clavos».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez



Barraca en la huerta de Valencia

Barberá Masip

Bivaldi

viernes, 21 de octubre de 2022

Con el aspecto triste de los rebaños enfermos, desembarcaban en los puertos

«Un día circuló la noticia de que el hijo del tío Tono estaba en Valencia. La guerra había terminado. Los batallones, sin armas, con el aspecto triste de los rebaños enfermos, desembarcaban en los puertos. Eran espectros del hambre, fantasmas de la fiebre, amarillos como esos cirios que sólo se ven en las ceremonias fúnebres, con la voluntad de vivir brillando en sus ojos profundos como una estrella en el fondo de un pozo. Todos marchaban a sus casas, incapaces para el trabajo, destinados a morir antes de un año en el seno de las familias, que habían dado un hombre y recibían una sombra».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Soldados repatriados tras el desastre de Cuba llegando al puerto de Valencia. 1898

"Tiempos Modernos: Estampas de la Valencia de 1900". Francisco Pérez Puche

Subida por Ximo Paloma‎ a VAHG


miércoles, 19 de octubre de 2022

Parecían haber soltado de una vez toda la vida acumulada en sus entrañas durante diez años de reposo

«En el interior de la barraca, ¡qué abundancia!, ¡qué paz!... Batiste se mostraba admirado de su cosecha. Las tierras, descansadas, vírgenes de cultivo en mucho tiempo, parecían haber soltado de una vez toda la vida acumulada en sus entrañas durante diez años de reposo. El grano era grueso y abundante, y según las noticias que circulaban por la vega, iba a alcanzar buen precio. Había algo mejor —y esto lo pensaba Batiste sonriendo—: él no debía partir el producto satisfaciendo arrendamiento alguno, pues tenía franquicia por dos años. Bien había pagado esta ventaja con largos meses de alarma y de coraje y con la muerte del pobre Pascualet».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez



Huerta de Valencia

Todocolección

lunes, 17 de octubre de 2022

Neleta ejercía sobre él la misma influencia que cuando era su criada

«El viejo sabía mejor que nadie dónde estaba la dolencia del tabernero, y hablaba de ella con expresión maliciosa. Se había despertado en él la bestia amorosa, dormida durante los años en que no sintió otra pasión que la de la ganancia. Neleta ejercía sobre él la misma influencia que cuando era su criada. El brillo de las dos gotas verdes de sus ojos, una sonrisa, una palabra, el roce de sus brazos que se encontraban al llenar las copas en el mostrador, bastaban para que perdiese la calma. Pero ahora Cañamel ya no recibía arañazos, ni al quedar abandonado el mostrador se escandalizaban los parroquianos… Y de este modo transcurría el tiempo: Cañamel quejándose de extrañas enfermedades; doliéndole tan pronto la cabeza como el estómago; grueso y fláccido, con una creciente obesidad tras la cual se adivinaba la consunción de su organismo; y Neleta cada vez más fuerte, como si al derretirse la vida del tabernero cayese sobre ella cual lluvia fecundante».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


Victoria Vera y José Bódalo

Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"

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sábado, 15 de octubre de 2022

El agua subía con lentitud, amenazando a la ciudad

«— ¿Munta?… —preguntaban los que vivían en el interior.

— Sí que munta —contestaban los ribereños.

El agua subía con lentitud, amenazando a la ciudad que audazmente había echado raíces en medio de su curso. Pero a pesar del peligro, los vecinos no iban más allá de una alarmada curiosidad. Nadie sentía miedo ni abandonaba su casa para pasar los puentes, buscando un refugio en tierra firme. ¿Para qué? Aquella inundación sería como todas. Era inevitable de vez en cuando la cólera del río: hasta había que agradecerla, pues constituía diversión inesperada; una agradable paralización de trabajo. La confianza moruna daba tranquilidad a la gente. Lo mismo había hecho en tiempo de sus padres, de sus abuelos y tatarabuelos, y nunca se llevó la población: algunas casas la vez que más. ¿Y había de sobrevenir ahora la catástrofe?…».

Entre naranjos

Vicente Blasco Ibáñez



Riada de 1957. Cauce del Turia

http://www.ofmval.org/ 

jueves, 13 de octubre de 2022

El trigo, los sacos repletos que Batiste y su hijo subían al granero

«El dinero cautivo en los estudis durante el invierno, oculto en el arca o  en el fondo de una media, comenzaba a circular por la vega. A la caída de la tarde llenábanse las tabernas de hombres enrojecidos y barnizados por el sol, con la recia camisa sudorosa, que hablaban de la cosecha y de la paga de San Juan, el semestre que había que entregar a los amos de la tierra.

También la abundancia había hecho renacer la alegría en la barraca de Batiste. La cosecha hacía olvidar al albaet. Únicamente la madre delataba con repentinas lágrimas y algún profundo suspiro el fugaz recuerdo del pequeño.

El trigo, los sacos repletos que Batiste y su hijo subían al granero y al caer de sus espaldas hacían temblar el piso, conmoviendo toda la barraca, era lo que interesaba a la familia».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez



La huerta de Vera


martes, 11 de octubre de 2022

Pensando en las tortas de trigo nuevo, en la vida de abundancia y satisfacción que empezaba en las barracas

«Las hoces relampagueantes iban tonsurando los campos, echando abajo las rubias cabelleras de trigo, las gruesas espigas que, apopléticas de vida, buscaban el suelo, doblando tras ellas las delgadas cañas.

En las eras amontonábase la paja formando colinas de oro que reflejaban la luz del sol; aventábase el trigo entre remolinos de polvo, y en los campos desmochados, a lo largo de los rastrojos, saltaban los gorriones buscando los granos perdidos.

Todo era alegría y trabajo gozoso. Chirriaban las carretas en los caminos; bandas de muchachos correteaban por los campos o daban cabriolas en las eras, pensando en las tortas de trigo nuevo, en la vida de abundancia y satisfacción que empezaba en las barracas al llenarse el granero, y hasta los viejos rocines mostraban los ojos más alegres, marchando con mayor desembarazo, como fortalecidos por el olor de los montes de paja que, lentamente, como un río de oro, iban a deslizarse por sus pesebres en el curso del año».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez



Horno en la huerta de Vera

La Semana Gráfica. 7 de noviembre de 1931



domingo, 9 de octubre de 2022

Esa virginidad que tendrá la novela valenciana que escribí con grandísimo entusiasmo

«Y puedo deciros que la novela valenciana es la que he hecho con más entusiasmo, porque al mismo tiempo que hacía vivir al artista, había en torno a mí algo, un ambiente de familia, algo sincero e íntimo que debo confesar no he encontrado cuando hacía otras novelas, otras novelas que he hecho con más maestría, con lo que llaman los franceses métier, conociendo mejor mi oficio, no con la inexperiencia de cuando joven, pero que no tendrán la frescura, esa virginidad que tendrá la novela valenciana que escribí con grandísimo entusiasmo».

Valencia y lo valenciano

Fragmento del discurso pronunciado por Don Vicente Blasco Ibáñez en Valencia el 16 de mayo de 1921, en agradecimiento por el nombramiento de Director Honoris Causa del Centro de Cultura Valenciana



"A las cinco de la tarde de hoy se ha celebrado la ceremonia de cerrar el féretro que contiene los restos del ilustre escritor. El acto, que resultó conmovedor, fue presenciado por la viuda e hijos del finado, los periodistas Espía y Giménez, el escritor Joaquín Belda, Just y algunos íntimos.

El cadáver de Blasco Ibáñez ha sido cubierto totalmente por la Señera, habiéndose depositado también dentro del féretro la tierra de la huerta valenciana, traída exprofeso por los comisionados de su país natal.

La caja mortuoria ha sido llenada igualmente de flores valencianas".

El Pueblo. 30 de enero de 1928


 El Ayuntamiento de Valencia entregando a la Casa de Beneficencia, la Real Senyera para su restauración

16 de diciembre de 1927


viernes, 7 de octubre de 2022

Bajo el cual cobijaba la vega sus rumorosas acequias y sus húmedos surcos

«Había llegado San Juan, la mejor época del año; el tiempo de la recolección y la abundancia.

El espacio vibraba de luz y de calor. Un sol africano lanzaba torrentes de oro sobre la tierra, resquebrajándola con sus ardorosas caricias. Sus flechas de oro deslizábanse por entre el follaje, toldo de verdura bajo el cual cobijaba la vega sus rumorosas acequias y sus húmedos surcos, como temerosa del calor que hacía germinar la vida por todas partes.

Los árboles mostraban sus ramas cargadas de frutos. Doblegábanse los nísperos con el peso de los amarillos racimos cubiertos de barnizadas hojas; asomaban los albaricoques entre el follaje como rosadas mejillas de niño; registraban los muchachos con impaciencia las corpulentas higueras, buscando codiciosos las brevas primerizas, y en los jardines, por encima de las tapias, exhalaban los jazmines su fragancia azucarada, y las magnolias, como incensarios de marfil, esparcían su perfume en el ambiente ardoroso impregnado de olor a mies».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez



Barracas en la huerta de Valencia

Barberá Masip

Bivaldi

miércoles, 5 de octubre de 2022

Pero las cartas de Tonet eran tranquilizadoras y revelaban gran confianza

«Pero las cartas de Tonet eran tranquilizadoras y revelaban gran confianza. Ahora era cabo en una guerrilla montada y parecía muy contento de su existencia. Él mismo se describía, con gran minuciosidad, vestido de rayadillo, con un gran jipijapa, medias botas de charol, el machete golpeándole el muslo, la carabina máuser cruzada en la espalda y la canana repleta de cartuchos. No había cuidado; aquella vida era la suya: buena paga, mucho movimiento y la gran libertad que proporciona el peligro. «¡Venga guerra!», decía alegremente en sus cartas. Y adivinábase a larga distancia el soldado fanfarrón, satisfecho de su oficio, encantado de sufrir fatigas, hambre y sed, a cambio de librarse del trabajo monótono y vulgar, de vivir fuera de las leyes de los tiempos normales, de matar sin miedo al castigo y considerar como suyo todo cuanto ve, imponiendo su voluntad al amparo de las duras exigencias de la guerra».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"


lunes, 3 de octubre de 2022

Los músicos rompieron a tocar un vals juguetón y alegre

«Emprendieron la marcha los chicuelos, llevando en alto grandes ramos de albahaca. Don Joaquín sabía hacer bien las cosas. Después, rompiendo el gentío, aparecieron las cuatro doncellas sosteniendo el blanco y ligero altar sobre el cual iba el pobre albaet, acostado en su ataúd, moviendo la cabeza con ligero vaivén, como si se despidiese de la barraca.

Los músicos rompieron a tocar un vals juguetón y alegre, colocándose detrás del féretro, y después de ellos abalanzáronse por el camino, formando apretados grupos, todos los curiosos.

La barraca, vomitando lejos de ella su digestión de gentío, quedó muda, sombría, con ese ambiente lúgubre de los lugares por donde acaba de pasar la desgracia».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez



Ilustración de José Benlliure para "La Barraca"

La Esfera. 10 de enero de 1931

sábado, 1 de octubre de 2022

La cuñada del novio iba de puerta en puerta vomitando injurias

«Esta lucha había de tener fin. Neleta era demasiado firme para no rendir a aquel panzudo, que temblaba ante sus amenazas de no volver más a la taberna. Todo el Palmar se conmovió con la noticia del matrimonio de Cañamel a pesar de que era un suceso esperado. s. Las mujeres formaban corrillos ante las barracas… ¡La mosquita muerta! ¡y qué bien había sabido manejarse para pescar al hombre más rico de la Albufera! Nadie se acordaba del antiguo noviazgo con Tonet. Habían transcurrido seis años desde que partió, y raramente se volvía de allá donde él estaba».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"