martes, 30 de julio de 2019

Estaba en las Alamedas de Serranos

«Una sensación fresca le despertó de aquella pesadilla, que le hacía caminar como un sonámbulo aterrado. Estaba en las Alamedas de Serranos, y marchaba con la cabeza inclinada, los brazos a la espalda: la misma expresión de los tipos casi lúgubres que acostumbraban a pasear allí».

Arroz y Tartana

Vicente Blasco Ibáñez




Alamedita de Serranos

Todocolección

lunes, 29 de julio de 2019

Le llevaba a la Glorieta a que jugase

«Le hacía daño la inocente melopea infantil. Se veía con la imaginación vistiendo el trajecito escocés de su niñez, cuando su madre, con tocas de viuda, le llevaba a la Glorieta a que jugase con las niñas, pues su timidez y debilidad no le permitían alternar con los revoltosos muchachos. ¡Cuan hermosa estaba con sus negras tocas! Juanito la veía al través de los años como una _Máter dolorosa_, acariciando dulcemente su cabeza de niño y pensando en el doctor Pajares, a pesar de su reciente viudez».

Arroz y Tartana

Vicente Blasco Ibáñez



La Glorieta

?

domingo, 28 de julio de 2019

La Feria de Julio según Blasco Ibáñez. Y 16

«Las dos familias, sufriendo los codazos de la muchedumbre, salieron de la plaza por entre los jinetes de la Guardia Civil que mantenían el turno en el desfile de los coches, fueron en busca de los suyos, teniendo las mamas y las niñas que recoger sus faldas de seda, y manchándose las medias con el barro de la carretera recién regada»

Arroz y Tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Desfile de carruajes por el Real de la Feria, después de la corrida de toros

Nuevo Mundo. 3 de agosto de 1905

sábado, 27 de julio de 2019

La Feria de Julio según Blasco Ibáñez. 15

«La salida de la plaza era lenta, desmayada, contrastando con la llegada, ruidosa como una invasión. Todos parecían cansados y caminaban con cierta lentitud y ensimismamiento, como el que acaba de ser víctima de un engaño o ve defraudadas sus ilusiones. Los únicos que mantenían la algazara de la fiesta eran los que, tostados y sudorosos, salían por las puertas del sol golpeándose amigablemente con las arrugadas botas y las vacías calabazas, dando a entender a gritos que el contenido de aquéllas se hallaba en lugar seguro y servía para algo».

Arroz y Tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Salida de la Plaza de toros. 1902

http://www.skyscrapercity.com/

viernes, 26 de julio de 2019

Y su nuera le dio un nieto, un Tonet

«Pasó el tiempo, y su nuera le dio un nieto, un Tonet, que el abuelo llevaba muchas tardes en brazos hasta la orilla del canal, ladeando la pipa en su boca desdentada para que el humo no molestase al pequeño. ¡Demonio de muchacho, y qué guapo era! La larguirucha y fea de su nuera era como todas las hembras de la familia; lo mismo que su difunta: daban hijos que en nada se parecían a sus progenitores. El abuelo, acariciando al pequeño, pensaba en el porvenir. Lo enseñaba a los camaradas de su juventud, cada vez más escasos, y vaticinaba el porvenir.

"Este será de los nuestros: no tendrá más casa que la barca. Antes de que le salgan todos los dientes ya sabrá mover la percha…"»

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


La Albufera

Todocolección

jueves, 25 de julio de 2019

La Feria de Julio según Blasco Ibáñez. 14

«El primer toro... ¡bueno! Todavía les causaba cierta ilusión el arrojo de los diestros, el valor de aquellos cuerpos esbeltos, nerviosos y ligeros que escapaban milagrosamente de entre las curvas astas; pero apenas comenzó la parte brutal del espectáculo y cayeron pesadamente como sacos de arena los infelices peleles forrados de amarillo, mientras el caballo escapaba, pisándose en su marcha los pingajos sangrientos como enormes chorizos, las jóvenes volvieron la cabeza con un gesto de asco y no quisieron mirar al redondel. ¿A qué iban allí? A lo que van todas: a ver y ser vistas, a lucirse un rato a cambio de palidecer de emoción y lanzar angustioso grito cuando la cornuda cabeza bufa en la misma espalda del torero fugitivo.

Y conforme avanzaba la corrida, la mayoría del público contagiábase del aburrimiento del espectáculo, y hasta los del tendido de sol, si no por repugnancia por fastidio, callaban, dejando que los lances en la arena se desarrollasen en medio de un tétrico silencio, como si desearan no provocar incidentes para que la lidia terminase cuanto antes. Sólo los grupos de los aficionados sostenían el entusiasmo palmoteando, aclamando a sus respectivos ídolos y entablando disputas ruidosas».

Arroz y Tartana

Vicente Blasco Ibáñez




Cartel  de 1904 reproducido en 1972

Todocolección

miércoles, 24 de julio de 2019

La Feria de Julio según Blasco Ibáñez. 13

«Eran las cuatro de la tarde y se impacientaba la gente. Por detrás de la barrera iban los chulos de la plaza, con sus blusas rojas, abrumados bajo el peso de las capas de brega, repugnantes andrajos manchados de sangre; y por los tendidos, haciendo prodigios de equilibrio, filtrándose por entre el compacto gentío, avanzaban los vendedores de gaseosas con el cajón al hombro, pregonando la limonada y la cerveza, y los tramusers con un capazo a la espalda, llenando de altramuces y cacahuetes los pañuelos que les arrojaban desde las nayas y devolviéndolos a tan prodigiosa altura con la fuerza de un proyectil.

Sonó la música, y un movimiento de ansiedad, de emoción, dio la vuelta a la plaza, haciendo latir sus corazones. 

Esto era lo que más gustaba a las de Pajares. La lidia las aburría o las horrorizaba; pero la salida de la cuadrilla las enardecía, y movíanse nerviosamente en sus asientos al ver el desfile de jacarandosas figurillas, que, a la luz del sol, destacábanse sobre la arena del redondel como ascuas de oro con el brillo de sus alamares.

Pasada la primera impresión de entusiasmo, cuando las doradas capas cambiáronse por sucios trapos y cesó de tocar la música, saliendo el alguacil del redondel a todo galope, las de Pajares presintieron el aburrimiento».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Plaza de toros de Valencia

Salida de las cuadrillas. Julio de 1949

Todocolección

martes, 23 de julio de 2019

La Feria de Julio según Blasco Ibáñez. 12

«En el tendido de sombra, el graderío circular era un escalonamiento de sombreros blancos que bajaba hasta la barrera. Algunas capotas cargadas de flores o relucientes peinados, destacándose sobre los pañolones de Manila, rompían la monotonía de las hileras de puntos blancos. Las puertas de los palcos abríanse con estrépito, y aparecían en las barandillas, cubiertas con los colores nacionales, las mantillas blancas, las caras risueñas, los peinados con flores; toda una primavera que era saludada a gritos por los entusiastas de abajo, puestos en pie sobre los banquillos de madera. 

Enfrente, bajo el sol que agrietaba la piel en fuerza de sacar sudor, que hacía humear las ropas y ponía un casco de fuego sobre cada cabeza, enloqueciéndola, estaba la demagogia de la fiesta, el elemento ruidoso que aguardaba impaciente, tan dispuesto a arrojar al redondel los sombreros en honor al diestro, como los bancos y los garrotes en señal de protesta. De allí partían las palabras infames contra los picadores que al aproximarse al toro pensaban en la mujer y en los hijos. Esta mitad de la plaza no tenía la regularidad monótona del tendido de sombra. Era un mosaico animado, en el que entraban todos los colores y que al agitarse variaba de composición. Las tintas rabiosas de los trajes de la huerta, las blancas manchas de los grupos en mangas de camisa, los pantalones rojos de los soldados, los enormes quitasoles de seda granate que parecían robados de una antigua sacristía, los gigantescos abanicos de papel moviéndose con incesante aleteo, las botas de vino que a cada instante se alzaban oblicuamente sobre las cabezas, los gritos, las protestas porque se hacía tarde, todo daba a aquella parte de la plaza un aspecto de locura orgiástica, de brutalidad jocosa. Y arriba, sobre la doble galería, clavadas en la crestería del tejado, colgaban lacias e inertes las banderítas rojas y amarillas, palpitando perezosamente cuando un suspiro fresco, enviado por el mar al través de la vega, arrastrábase sobre aquellas gentes aplastadas por la insolación, haciéndoles dilatar fatigosamente los pulmones. En lo alto, como bóveda del gran redondel, el cielo azul, infinito, sin la más leve vedija de vapor, cruzado algunas veces por una serpenteada fila de palomos, que aleteaban impasibles, sin dar importancia a la extraña reunión de tantos miles de personas».

Arroz y Tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Plaza de toros de Valencia. Finales de los 50, principios de los 60

Subida por Francis J. Gutiérrez Reyes a VAHG

lunes, 22 de julio de 2019

La Feria de Julio según Blasco Ibáñez. 11

«Entre los carruajes que velozmente y atronando las calles atravesaban el centro de la ciudad, pasó el cochecito de Cuadros, y tras él una carretela de alquiler en la que iban las de Pajares. Doña Manuela en el sitio preferente, empolvada y retocada con tal arte, que su rostro producía cierta impresión asomando por entre los festones de la negra blonda; y frente a ella, las niñas, graciosísimas como un cromo de revista taurina, con zapatito bajo, medias caladas, falda de medio paso con red cargada de madroños y mirando atrevidamente bajo la nube blanca que envolvía sus adorables cabezas, cerrándose sobre el pecho con un grupo de claveles.

¡Qué tarde tan hermosa! Nunca se sintieron las de Pajares más contentas de la vida. Al descender de su carruaje frente a la plaza, llovieron sobre ellas los requiebros; y para todas hubo, hasta para la mamá, que respiraba ruidosamente y enrojecía, satisfecha del triunfo. Indudablemente eran ellas las que más llamaban la atención en toda la plaza. No había más que verlas en el palco abanicándose con negligencia, mientras una gran parte de los señores del tendido, puestos de pie y volviendo la espalda al redondel, las miraban fijamente, con ojos de deseo».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Mundo Gráfico. 1913

domingo, 21 de julio de 2019

La Feria de Julio según Blasco Ibáñez. 10

«Los babiecas ávidos de emociones agolpábanse frente a las fondas donde se alojaban las cuadrillas, esperando pacientemente la salida de los toreros para poder tocar con respeto los alamares del diestro. La gente abría paso con curiosidad cada vez que algún picador empaquetado sobre la silla y con el mozo a la grupa pasaba montado en su jaco huesoso y macilento, que le llevaba hacia la plaza con un trotecillo cochinero».

Arroz y Tartana

Vicente Blasco Ibáñez


 Rafael González Machaquito, en la Feria de Julio de 1913

Subida por Francisco Boluda a VAHG

sábado, 20 de julio de 2019

La Feria de Julio según Blasco Ibáñez. 09

«Muchachos desarrapados rompían las oleadas del gentío, ofreciendo la vida de Lagartijo en aleluyas, los antecedentes y retratos de los seis toros que iban a lidiarse, o pregonaban unos abanicos de madera sin cepillar y en los cuales una mano torpe había estampado un toro como un pellejo de vino y un torero que parecía una rana desollada».

Arroz y Tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Feria de Julio. 1903

Museo taurino de Valencia

viernes, 19 de julio de 2019

La Feria de Julio según Blasco Ibáñez. 08. Vídeo

«La Bajada de San Francisco era un torrente por el que rodaban sin cesar las oleadas de gentío. Las jacas pamplonesas, cubiertas con inquietos borlajes y repiqueteantes cascabeles, pasaban como rayos por entre el gentío tirando de las tartanillas de colores claros, de los coches señoriales y de los carruajes ingleses, en cuyos bancos erguíanse como cimbreantes flores las muchachas vestidas de rosa o azul, con el rostro realzado por el marco de blanca blonda. La gente menuda, los del tendido de sol, pasaban en grupos, con la enorme bota al hombro y un garrote de Liria en la mano, oliendo a vino y vociferando, como si comenzasen a sentir la borrachera de insolación que les aguardaba en la plaza».

Arroz y Tartana

Vicente Blasco Ibáñez


La bajada de san Francisco. 1922

https://sites.google.com/site/antiguavalencia/archivofotogr%C3%A1fico


La Bajada de San Francisco 

jueves, 18 de julio de 2019

La Feria de Julio según Blasco Ibáñez. 07

«El gentío presentaba igual aspecto en todas las calles, como si la ciudad entera se hubiese vestido con arreglo al mismo patrón. Sombreros cordobeses de blanco fieltro o marineras de paja, cazadoras de color claro, corbatas rojas, y en todas las bocas un cigarro de a palmo».

Arroz y Tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Mundo Gráfico. 5 de agosto de 1914

miércoles, 17 de julio de 2019

La Feria de Julio según Blasco Ibáñez. 06

«Llegó el día de la primera corrida. La atmósfera parecía cargada de un ambiente extraño de locura y brutalidad. Por la mañana arremolinábase la gente, con empujones y codazos, en torno de los revendedores que en la plaza de San Francisco voceaban las de «sol» y de «sombra»; y como si la ciudad acabase de sufrir una invasión, tropezábase en todas partes con gentes de la huerta y de los pueblos: unos con pantalones de pana y manta multicolor; y otros, los tipos socarrones de la Ribera, vestidos de paño negro y fino, la chaqueta al hombro, dejando al descubierto la blanca manga de la camisa, los botines de goma entorpeciéndoles el paso, y en la mano un bastoncillo delgado, casi infantil, movido siempre con insolencia agresiva».

Arroz y Tartana

Vicente Blasco Ibáñez



 Ruzafa la bien plantada

Juan Luis Corbín Ferrer

Subida por Carlos Tárrega Momblanch a VAHG

martes, 16 de julio de 2019

La Feria de Julio según Blasco Ibáñez. 05

«La gran preocupación de la familia eran las tres corridas de toros, festejo el más ruidoso de la feria. La tertulia tenía ya ultimado sus proyectos. El señor Cuadros compraría un palco de los mejores para las dos familias; y lo mismo las de Pajares que Teresa, proponíanse deslumbar al público con su elegancia.

Las niñas tenían preparados sus trajes de «manola», y un sinnúmero de veces se habían ensayado ante el espejo para aprender a colocarse con naturalidad y buen gusto la blanca mantilla de blonda. En cuanto a las dos mamas, pensaban lucir obscuros trajes de seda, con costosas mantillas negras, regaladas a las dos por el señor Cuadros».

Arroz y Tartana

Vicente Blasco Ibáñez


Plaza de toros de Valencia

La Semana Gráfica. 1927

lunes, 15 de julio de 2019

La Feria de Julio según Blasco Ibáñez. 04

«Las niñas, con Andresito, hacían planes para la próxima feria. Recordaban los rigodones en el pabellón de la Agricultura y los alegres valses en el del Comercio; pensaban en los trajes que les había traído la modista francesa, y que guardaban intactos para dar golpe en la Alameda en la primera noche de feria, y hasta sentían su poquito de maligna alegría considerando el efecto que su elegancia causaría en las amigas. 

La calma y la felicidad habían vuelto a aquella casa».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


El Pabellón de la Sociedad de Agricultura. Feria de Julio. 1944

Todocolección

domingo, 14 de julio de 2019

El segundo domingo de julio era para el Palmar el día más importante del año

«El segundo domingo de julio era para el Palmar el día más importante del año. 

Se sorteaban los redolíns, los puestos de pesca de la Albufera y sus canales, entre los vecinos del Palmar, ceremonia solemne y tradicional presidida por un delegado de la Hacienda, misteriosa señora que nadie había visto, pero de la que se hablaba con respeto supersticioso, como dueña que era del lago y la interminable pinada de la Dehesa. 

A las siete, el esquilón de la iglesia había hecho correr a misa a todo el pueblo. Solemnes resultaban las fiestas al Niño Jesús después de Navidad, pero no pasaban de ser pura diversión; mientras que en la ceremonia del sorteo se jugaba al azar el pan del año y hasta el riesgo de enriquecerse si la pesca era buena. 

Por eso la misa de este domingo era la que se oía con más devoción. Las mujeres no tenían que ir en busca de sus maridos, llevándolos a empujones a que cumpliesen el precepto religioso. Todos los pescadores estaban en la iglesia con gesto de recogimiento, pensando en el lago más que en la misa, y con la imaginación veían la Albufera y sus canales, escogiendo los puestos mejores por si la suerte los agraciaba con los primeros números».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez




Imagen de la serie de RTVE "Cañas y barro". 1978

Todocolección

sábado, 13 de julio de 2019

La Feria de Julio según Blasco Ibáñez. 03

«Arriba, sobre los tejados, cubriendo la plaza como un toldo de apelillado raso que transparentaba infinitos puntos de luz, el cielo del verano con su misteriosa y opaca transparencia. En los obscuros balcones distinguíanse, entre los tiestos de flores y el botijo puesto al fresco, confusas siluetas ligeras de ropa. Otros abiertos e iluminados, dejaban escapar, como los de las de Pajares, el sonoro tecleo del piano, acompañado algunas veces por el rítmico chorrear de las macetas recién regadas».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez




Chica tocando el piano

J. Derrey

Todocolección

viernes, 12 de julio de 2019

Trabajar todo el día con barro a la cintura

«Esta tarea de trabajar en el barro, de martirizar los campos, correspondía a los forasteros, a los que vivían lejos de la Albufera. Los hijos del lago estaban libres de tal esclavitud. Por algo les había puesto Dios junto a aquella agua que era una bendición. En su fondo estaba la comida, y era un disparate, una vergüenza, trabajar todo el día con barro a la cintura, las piernas comidas de sanguijuelas y la espalda tostada por el sol, para coger unas espigas que, finalmente, no eran para ellos. ¿Iba su hijo a hacerse «labrador»…? Y al formular esta pregunta, el viejo metía en sus palabras todo el asombro, la inmensa extrañeza de un eco inaudito, como si hablase de que algún día la Albufera podía quedarse en seco».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


Plantando el arroz. La Albufera

Todocolección

jueves, 11 de julio de 2019

Despreciaba el lago para buscar la vida en los campos

«Con esta satisfacción coincidió un disgusto. Su hijo parecía olvidar las tradiciones de la familia. Despreciaba el lago para buscar la vida en los campos, y en septiembre cuando recogían el arroz y los jornales se pagaban caros, abandonaba la barca, haciéndose segador, como muchos otros que excitaban la indignación del tío Paloma»

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


Siembra del arroz en La Albufera

http://vicenticoaa.blogspot.com.es/2014/07/

miércoles, 10 de julio de 2019

La Feria de Julio según Blasco Ibáñez. 02

«Por los balcones abiertos penetraba el hálito caliginoso de las neones de verano, cargado de enervantes perfumes. La plazuela animábase. El calor arrojaba de sus estrechos cuchitriles a la gente de los pisos bajos, y las puertas estaban obstruidas por corrillos de blancas sombras sentadas en sillas bajas y respirando ruidosamente».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez


A la fresca en el Marítimo

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martes, 9 de julio de 2019

La Feria de Julio según Blasco Ibáñez. 01

«La proximidad de la feria de Julio preocupaba a la familia. Nunca se habían pasado veladas tan agradables en casa de las de Pajares. Por la noche, después de la cena, llegaban el señor Cuadros, Teresa y su hijo, y comenzaba la alegre reunión».

Arroz y Tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Guía de Valencia y su Feria. 1915

Editada por genaro Vicente

Cortesía de José Navarro Escrich

lunes, 8 de julio de 2019

Y el viejo tuvo en la barraca un ser más con quien hablar y a quien reñir

«Tono escogió una: cualquiera, la que menos obstáculos opuso a su timidez. Se verificó la boda, y el viejo tuvo en la barraca un ser más con quien hablar y a quien reñir. Sentía cierta voluptuosidad al ver que sus palabras no quedaban en el vacío y que la nuera oponía protestas a sus exigencias de malhumorado».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


Una calle de "El Palmar"

Todocolección

domingo, 7 de julio de 2019

Con sus ropas lavadas en el agua pútrida de los canales

«El viejo, con su desprecio a la mujer, escupía viendo las jóvenes, entre las cuales se ocultaba su futura nuera. No; no eran gran cosa aquellas vírgenes del lago, con sus ropas lavadas en el agua pútrida de los canales, oliendo a barro y las manos impregnadas de una viscosidad que parecía penetrar hasta los huesos. El pelo, descolorido por el sol, blanquecino y pobre, apenas si sombreaba sus caras enjutas y rojizas, en las que los ojos brillaban con el fuego de una fiebre siempre renovada al beber las aguas del lago. Su perfil anguloso, la sutilidad escurridiza de su cuerpo y el hedor de los zagalejos las daba cierta semejanza con las anguilas, como si una nutrición monótona e igual de muchas generaciones hubiera acabado por fijar en aquella gente los rasgos del animal que les servía de sustento».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


Lavando la ropa en El Palmar

Archivo J. Huguet

sábado, 6 de julio de 2019

¡Y para las muchachas que había en el Palmar…!

«Y mientras el muchacho buscaba por cuenta propia, el viejo barquero comunicaba sus propósitos a todas las comadres del Palmar. Su Tono quería casarse. Todo lo suyo era del muchacho: la barraca, la barca grande con su vela nueva y otra vieja que aún era mejor; dos barquitos, no recordaba cuántas redes, y encima de esto, las condiciones del chico: trabajador serio, sin vicios y libre del servicio militar por un buen número en el sorteo. En fin, no era un gran partido, pero desnudo como un sapo de las acequias no estaba su Tono; ¡y para las muchachas que había en el Palmar…!»

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


Fotograma de la serie "Cañas y barro" de RTVE

viernes, 5 de julio de 2019

Para esperar en el Saler a un cazador de Valencia

«Un día abordó a Tono con su expresión imperiosa de padre al uso latino, que considera a los hijos faltos de voluntad y dispone sin consulta de su porvenir y su vida. Debía casarse; así no estaban bien: en la casa faltaba una mujer. Y Tono acogió esta orden como si le hubiera dicho que al día siguiente había de aparejar la barca grande para esperar en el Saler a un cazador de Valencia. Estaba bien. Procuraría cumplir cuanto antes la orden de su padre».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


La Albufera

?

jueves, 4 de julio de 2019

Afirmando que el chiquillo de Dolores tenía la misma cara de Tonet

«Después de cuatro años de matrimonio, Dolores resultó encinta. El Retor sonreía como un bendito al dar a todo el mundo la fausta noticia, y las vecinas alegrábanse también, pero de un modo maligno. Era pura sospecha, pero se comentaba la coincidencia de aquel embarazo tardío con la época en que Tonet mostró mayor apego a la casa de su hermano, pasando en ella más tiempo que en el café. 

Las dos cuñadas riñeron con toda la franqueza salvaje de sus caracteres; entre ellas marcóse eterna división, y en adelante sólo visitó Tonet la casa del Retor , lo que indignaba á Rosario, haciendo que las riñas conyugales terminasen siempre con bárbaras palizas.

Y de este modo transcurrió el tiempo. Rosario, afirmando que el chiquillo de Dolores tenía la misma cara de Tonet».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Cuidado, no lo despiertes. 1899

Joaquín Sorolla y Bastida

Acuarela

miércoles, 3 de julio de 2019

Ante los humeantes chocolates

«Para que Tonet pasase la noche en el café, en la tertulia de maquinistas de vapor y patrones de barca, ahogaba muchas mañanas en la Pescadería su hambre rabiosa, excitada ante los humeantes chocolates y las chuletas entrepanadas que veía sobre las mesas de sus compañeras».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez


"Niñitos" tomando chocolate

Foto F. Martín

Valencia. 1958

martes, 2 de julio de 2019

Descendió a la vida embrutecedora y fatigosa de pescadera de las más pobres

«Pasó un año de felicidad. El dinero, amasado ochavo sobre ochavo en la mísera tiendecita donde nació Rosario, escapábase locamente por entre los dedos de Tonet; pero llegó el momento de verle el fondo al saco, como decía la tabernera de la playa al reprender las prodigalidades de su hijo. 

Comenzaron los apuros, y con ellos la discordia, el llanto y hasta las palizas en casa de Tonet. Ella se agarró a la cesta del pescado, como lo hacían todas las vecinas. De su fama de rica descendió a la vida embrutecedora y fatigosa de pescadera de las más pobres. Levantábase poco después de media noche; esperaba en la playa con los pies en los charcos y el cuerpo mal cubierto por el viejo mantón, que muchas veces ondeaba con el viento de tempestad; iba a pie á Valencia, abrumada por el peso de las banastas; volvía por la tarde a su casa desfallecida por el hambre y el cansancio, pero se tenía por feliz si podía mantener al señor en su antiguo boato y evitarle toda humillación que se tradujera en maldiciones y alborotos».

Flor de mayo

Vicente Blasco Ibáñez



Pescadora valenciana. 1900

Joaquín Sorolla y Bastida

Colección privada

lunes, 1 de julio de 2019

Con que la restauración borbónica había adornado el antiguo cementerio de la Magdalena

«Desalentado por esta decepción, siguió paseando. Su mal humor le hizo ver considerablemente agrandada la fealdad del monumento con que la restauración borbónica había adornado el antiguo cementerio de la Magdalena. Pasaba el tiempo sin que ella llegase. En cada una de sus vueltas miraba con avidez hacia las entradas del jardín».

Los cuatro jinetes del Apocalipsis

Vicente Blasco Ibáñez



La Magdalena. París

Todocolección