«Marcharon todos hacia la acequia, que murmuraba en la sombra. La inmensa vega perdíase en azulada penumbra; ondulaban los cañares como rumorosas y oscuras masas, y las estrellas parpadeaban en el espacio negro.
Batiste se metió en la acequia hasta las rodillas, colocando la barrera que había de detener las aguas, mientras su hijo, su mujer y hasta su hija atacaban con los azadones el ribazo, abriendo boquetes por donde entraba el riego a borbotones.
Toda la familia experimentó una sensación de frescura y bienestar.
La tierra cantaba de alegría con un goloso glu-glu que les llegaba al corazón a todos ellos. «¡Bebe, bebe, pobrecita!» Y hundían sus pies en el barro, yendo encorvados de un lado a otro del campo para ver si el agua llegaba a todas partes.
Batiste mugió con la satisfacción cruel que produce el goce de lo prohibido. ¡Qué peso se quitaba de encima!... Podían venir ahora los del tribunal y hacer lo que quisieran. Su campo bebía; esto era lo importante».
La barraca
Vicente Blasco Ibáñez
Molino de "Nou Moles" sobre la acequia de Favara, 1908. Actual calle de Torres Torres
Archivo de José Huguet
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