martes, 17 de junio de 2025

El Corpus según Blasco Ibáñez. 11

«Acercábase el epílogo de la procesión. Sonaba a lo lejos la grave melopea de la marcha solemne y religiosa que entonaba la banda militar. Las cornetas de los regimientos formados en la carrera batían marcha; y mientras los soldados requerían su fusil para inclinarse al paso del Sacramento, la muchedumbre agitábase para ganar un palmo de terreno donde hincar las rodillas.

Estallaban luces de colores, y a su resplandor, tan pronto blanco como rojo, veíanse a lo lejos, terminando la doble fila de cirios, los sacerdotes con capas de oro, manejando los incensarios, con un continuo choque de cadenillas de plata, en el fondo de una nube de azulado y oloroso humo; sobre ella, agitándose dorado y tembloroso entre sus deslumbrantes varas, el palio, que avanzaba lentamente, y bajo la movible tienda de seda, como un sol asomando entre nubes de perfumes, la deslumbrante custodia, que hacía bajar las cabezas, como si nadie pudiera resistir la fuerza de su brillo.

El poético aparato del culto católico imponíase a la muchedumbre con toda su fuerza sugestiva. Las mujeres llevábanse las manos a los ojos, humedecidos sin saber por qué, y las viejas golpeábanse con furia el pecho, entre suspiros de agonizante, lanzando un «¡Señor, Dios mío!» que hacía volver con inquietud la cabeza a los más próximos».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Salida de la Custodia de la Catedral

sábado, 14 de junio de 2025

El Corpus según Blasco Ibáñez. 10

«La procesión estaba ya en su última parte. Desfilaban los invitados, una avalancha de cabezas calvas o peinadas con exceso de cosmético, una corriente incesante de pecheras combadas y brillantes como corazas, de negros fracs, de condecoraciones anónimas y de un brillo escandaloso, de uniformes de todos los colores y hechuras, desde la casaca y el espadín de nácar del siglo pasado hasta el traje de gala de los oficiales de marina. Los papanatas asombrábanse ante las casacas blancas y las cruces rojas de los caballeros de las órdenes militares, honrados y pacíficos señores, panzudos los más de ellos, que hacían pensar en el aprieto en que se verían si por un misterioso retroceso de los tiempos tuvieran que montar a caballo para combatir a la morisma infiel.

La muchedumbre permanecía embobada. El aparato religioso, las imágenes de plata, los cleros entonando sus himnos a voces solas, las interminables cofradías, no la habían impresionado tanto como este continuo desfile de grandezas humanas; y sus ojos se iban deslumbrados tras las fajas de los generales, las placas que centelleaban como soles, los bordados de caprichoso arabesco, las empuñaduras cinceladas y brillantes y las bandas de moaré que cruzaban los pechos como un arroyo ondeante de colorines.

Arriba, en los balcones, la curiosidad señalaba con el dedo a los personajes conocidos que se mostraban a la luz de los cirios, y las cabezas erguidas de algunos invitados cruzaban saludos con las señoras, sin perder por esto el gesto de gravedad propio de las circunstancias».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Viendo la Procesión del Corpus
 
Calle Caballeros
 
Todocolección

viernes, 13 de junio de 2025

El Corpus según Blasco Ibáñez. 09

«Luego volvía a reanudarse la parte teatral de la solemnidad. Todas las extraordinarias visiones del soñador de Patmos, cuantas alucinaciones había consignado el evangelista Juan en su Apocalipsis, pasaban ante el gentío, después de contemplarlas tantos años, adivinase su significación. Desfilaban los veinticuatro ancianos con albas vestiduras y blancas barbas, sosteniendo enormes blandones que chisporroteaban como hogueras, escupiendo sobre el adoquinado un chaparrón de ardiente cera; seguíanles las doradas águilas, enormes como los cóndores de los Andes, moviendo inquietas sus alas de cartón y talco, conducidas por jayanes que, ocultos en su gigantesco vientre, sólo mostraban los pies calzados con zapatos rojos; y cerraba la marcha el apostolado, todos los compañeros de Jesús, con trajes de ropería, en los que eran más las manchas de cera que las lentejuelas; e intercalados entre ellos, niños con hachas de viento, vestidos como los indios de las óperas, pero con aletas de latón en la espalda, para certificar que representaban a los ángeles».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Procesión del Corpus. Años 20-30

Todocolección

miércoles, 11 de junio de 2025

El Corpus según Blasco Ibáñez. 08

«Después venía la parte seria e interesante de la procesión, y el alboroto del gentío cesó instantáneamente.

Desfilaban los cleros parroquiales con sus áureas cruces; los seminaristas con la frente baja y los ojos en el suelo, cruzadas las manos sobre el pecho; y en toda la extensión de la plaza, a la luz de los cirios, que brillaban con más fuerza en el crepúsculo, veíanse dos filas interminables de deslumbrante blancura, compuestas por los rizados roquetes y las albas de ricas blondas. Entre esta oleada de blanca espuma, pasaban llevadas en andas las reliquias en sus ricas urnas, las imágenes de plata con una ventana en el pecho, tras cuyo vidrio marcábase confusamente el cráneo del bienaventurado».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Ante la Procesión del Corpus en la Iglesia Santos Juanes. Circa 1905

lunes, 9 de junio de 2025

El Corpus según Blasco Ibáñez. 07

«En el extremo de la plaza aparecieron las banderolas con las rojas barras de Aragón, y sonaron dulzainas pausada y majestuosamente, tañendo las melancólicas danzas del tiempo de los moriscos.

Inicio de la procesión, la Senyera y les banderoles

http://liturgia.mforos.com/

Detrás iban los enanos, con sus enormes cabezas de cartón, que miraban a los balcones con los ojos mortecinos y sin brillo.


Francesc Jarque

Cortesía de José Navarro Escrich

Y entre el repique de las castañuelas y redoble de los atabales, avanzaban las cuatro parejas de gigantes, enormes mamarrachos cuyos peinados llegaban a los primeros pisos y que danzaban dando vueltas, hinchándose sus faldas como un colosal paracaídas.


Entraron en la plaza las banderas de los gremios, llevando en su remate la imagen del santo patrón del oficio; y era de ver el entusiasmo con que aplaudía el público los prodigios de equilibrio de los portadores sosteniéndolas enhiestas sobre la palma de la mano, moviéndolas a compás del redoble de los enormes y viejos tambores que hacían sonar los toques de los tercios obreros en la guerra de las Germanías.


Después comenzó la parte monótona de la procesión. Un desfile de más de cien imágenes con sus correspondientes cofradías y asilos; más de un millar de cabezas que pasaban por debajo de los balcones con la raya partida y el pelo aceitoso o rizado. Al compás de los valses o marchas fúnebres que entonaban las bandas, contoneábanse los devotos cirio en mano; y el desfile de santos continuaba, lento, monótono, aplastante: unos, desnudos, con las carnes ensangrentadas y sin otra defensa del pudor que unas ligeras enagüillas; otros, vestidos con pesados ropajes de pedrería y oro. Pasaban los mártires con el rostro contraído por un gesto de fiero dolor, los místicos con los brazos extendidos y los ojos velados por el éxtasis de la felicidad; y tan pronto aparecía un santo con dorada mitra o rizada sobrepelliz, como lucía otro sobre su cabeza el acerado casco de guerrero.


La multitud se arremolinó, movida por el regocijo, y exclamaciones de alegre curiosidad salieron de muchas bocas. Desfilaba la parte grotesca de la procesión, conservada por el espíritu tradicional como recuerdo de las épocas más religiosas de nuestra historia, que unían siempre el regocijo a la devoción.


Personajes bíblicos. 1905

http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=1694486&page=566
 

En larga fila, contestando a las cuchufletas y carcajadas del gentío con burlescos saludos, aparecían las figuras más salientes del gran poema bíblico. David, con corona de latón, barba de crin y el floreado manto barriendo los adoquines, avanzaba pulsando los bramantes de su arpa de madera; Noé, encorvado como un arco, apoyado convulsivamente en su bastoncillo, enseñaba el palomo que llevaba en su diestra a aquella muchedumbre que reía locamente ante esta caricatura de la vejez; detrás venía Josué, un mozo de cordel vestido de centurión romano, apuntando con una espada enmohecida a un sol de hoja de lata y caminando a grandes zancadas como un pájaro raro; y cerraban el desfile las heroínas bíblicas, las mujeres fuertes del Antiguo Testamento, que salvaban al pueblo de Dios cortando cabezas o perforando sienes con un clavo, representadas todas ellas por mancebos barbilampiños, embadurnadas las mejillas con albayalde y bermellón y vestidos con trajes de odaliscas. Su paso producía escándalo. Las mujeres sonreían, y no faltaban chuscos que requebraban a aquellos mamarrachos, como si realmente fuesen jóvenes disfrazadas».


Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez

sábado, 7 de junio de 2025

El Corpus según Blasco Ibáñez. 06

«Cada roca esparcía el terror y el regocijo a un tiempo. La movible batería de brazos disparaba ruidosa metralla, cubriendo el aire de objetos; los cristales caían rotos, y hasta las persianas quedaban desvencijadas bajo la granizada de confites.

En los balcones, las señoritas cubríanse el rostro con el abanico, temerosas al par que satisfechas de que las acribillasen con tan brutales obsequios. Abajo estaban los bravos, que por un chichón más o menos no querían mostrar miedo e insultaban a los de las rocas cuando se agotaban los proyectiles, hasta que aquéllos les arrojaban a la cabeza los cestones vacíos. Cada vez que caía un cartucho o un ramo sobre la gente, mil manos se levantaban ansiosas, originándose disputas por su posesión.

Pasó por fin la última roca, la Diablura, donde iba la gente de trueno, más atroz en sus obsequios y tenaz en proporcionar ganancias a los almacenes de cristales, y la calma se restableció en la plaza, comenzando a aclararse el gentío.

—¡La procesión! ¡Ya está ahí la procesión!

A este grito, las señoras mayores abandonaron las butacas de la sala, para apelotonarse en los balcones, teniendo a sus espaldas a los caballeros, que de vez en cuando se alzaban sobre las puntas de los pies para ver mejor».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Esperando la Procesión del Corpus. Años 50

Todocolección



jueves, 5 de junio de 2025

El Corpus según Blasco Ibáñez. 05

«La plaza era un mar multicolor de cabezas. Los balcones estaban adornados con antiguas colgaduras de sólidos colores, las bocacalles vomitaban sin cesar nuevos grupos en el compacto gentío, y los pájaros que anidaban en los árboles del Mercado huían ante la granujería que, montada en las ramas, silbaba y gritaba a los de abajo, con la confianza del que está en su propia casa. El sol de verano caldeaba la muchedumbre, por entre la cual paseaban las chiquillas despeinadas y en chanclas, con el cántaro en la cadera, pregonando el agua fresca, y los mocetones de brazos hercúleos y arremangados, con pañuelo de seda en la cabeza, sosteniendo a pulso las pesadas heladoras y ofreciendo a gritos la horchata y el agua de cebada.

Ya habían sonado las cuatro. En los balcones abríanse, como flores gigantescas, sombrillas de brillantes colores, agitábanse grandes abanicos con aleteo de pájaro, y abajo la muchedumbre removíase inquieta, chocando con las apretadas filas de sillas que orlaban el arroyo. Sonó un rugido a un extremo de la plaza, e inmediatamente fue contestado por un griterío general.

—¡Ya están ahí...! ¡ya están ahí!

Y hubo empellones, codazos, remolinos de cabezas, empujando todos al que estaba delante para ver mejor.

A lo lejos, empequeñecida por la distancia, apareció la primera roca, en torno de la cual, como jinetes liliputienses, hacían caracolear sus caballos los soldados encargados de abrir paso. Un alegre cascabeleo dominaba los ruidos de la plaza y las voces enérgicas del postillón en traje de la huerta, que gritaba "¡ arre ! ¡ arre !" manejando con rara maestría una docena de ramales.

Las rocas, una tras otra, fueron desfilando por la plaza, produciendo cada una de ellas una verdadera revolución. Trotaban, arrastrando los pesados armatostes, las docenas de muías gordas y lustrosas salidas de las cuadras de los molinos, con los rabos encintados, las cabezas adornadas con vistosas borlas y entre las orejas tiesos y ondulantes penachos. Cogidos a sus bridas corrían los criados de los molineros, atletas de ligera alpargata, despechugados y con los brazos al aire, que, a la voz de "¡alto!", se colgaban de las cabezadas, haciendo parar en seco a las briosas bestias. Colgando de las traseras de los carromatos balanceábanse racimos de chicuelos, que al menor vaivén caían en la arena, saliendo milagrosamente de entre las patas de los caballos. En las plataformas iban los de la Lonja, tratantes en trigo, molineros, gente campechana y amiga del estruendo, que, en mangas de camisa, botonadura de diamantes y gruesa cadena de oro en el chaleco, arrojaban a los balcones con la fuerza de proyectiles los ramilletes húmedos y los cartuchos de confites duros como balas, con más almidón que azúcar».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Procesión del Corpus

Bivaldi

martes, 3 de junio de 2025

El Corpus según Blasco Ibáñez. 04

«Y seguían detrás las dansetes, escuadrones de pillería disfrazada con mugrientos trajes de turcos y catalanes, indios y valencianos, sonando roncos panderos e iniciando pasos de baile; las banderas de los gremios, trapos gloriosos con cuatro siglos de vida, pendones guerreros de la revolucionaria menestralía del siglo XVI; la sacra leyenda, tan confusa como conmovedora, de la huida a Egipto; los Pecados capitales, con estrambóticos trajes de puntas y colorines, como bufones de la Edad Media, y al frente de ellos la Virtud, bautizada con el estrambótico nombre de la Moma; los Reyes Magos, haciendo prodigios de equitación; heraldos a caballo; jardineros municipales a pie, con grandes ramos; carrozas triunfales, todo revuelto, trajes y gestos, como un grotesco desfile de Carnaval, y alegrado por el vivo gangueo de las dulzainas, el redoble de los tamboriles y el marcial pasacalle de las bandas.

Detrás, presidiendo la comitiva, como muda invitación hecha al público para asociarse a la fiesta, iban en las carrozas municipales media docena de señores de frac, tendidos en los blasonados almohadones, llevando sobre el vientre, como emblema concejil, la roja cincha y saludando al público con un sombrerazo protector.

—¡Atrás, niñas!--dijo doña Manuela a sus hijas—. ¡Atrás, que vienen esos brutos!

Los brutos eran los de la _degòlla_: un pelotón de gañanes con la cara tiznada, gabanes de arpillera con furias pintadas, y coronados de hierba, que cerraban la marcha, repartiendo zurriagazos entre los curiosos que ocupaban la primera fila con sus garrotes de lienzo, más ruidosos que ofensivos».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Inicio de la Procesión del Corpus. Años 50

Todocolección

domingo, 1 de junio de 2025

El Corpus según Blasco Ibáñez. 03

«Y todos estos carromatos, legados de la piedad jocosa de pasadas generaciones, eran admirados por el gentío, que, con un entusiasmo puramente meridional, se regocijaba pensando en la fiesta de la tarde, cuando las muías empenachadas se emparejasen en la aguda lanza y los carromatos conmoviesen las calles con sordo rodar, exuberantes las plataformas de arremangados mocetones disparando una lluvia de confites sobre el gentío.

Así como avanzaba la mañana aumentaba el hormigueo en torno de las rocas, que, vistas de lejos, destacábanse como escollos sobre el oleaje de cabezas. El primer sol de verano abrillantaba como espejos las barnizadas tablas de los carromatos, doraba los mástiles, esparcía un polvillo de oro en la plaza, daba al gigantesco toldo una transparencia acaramelada, y este cuadro levantino, fuerte de luz, dulcificábase con el tono blanco de la muchedumbre, vestida de colores claros y cubierta con los primeros sombreros de paja.

A las doce, cuando mayor era la concurrencia, las de Pajares salieron de la catedral, devocionario en mano y al puño el rosario de nácar y oro. Regresaban a casa después de oír misa, y al llegar frente a la Audiencia vieron correr la gente, oyendo al mismo tiempo un lejano tamborileo.

—¡La cabalgata! ¡La cabalgata!—gritaba la chiquillería corriendo por la calle de Caballeros. Y las de Pajares tuvieron que detenerse ante la muralla de curiosos agolpados al paso de la cabalgata.

Primero pasaron los portadores de las banderolas, con sus dalmáticas de seda con las barras aragonesas y altas coronas de latón sobre melenas y barbazas de estopa; tras ellos el cura municipal, el famoso "capellán de las rocas", jinete en brioso caballo encaparazonado de amarillo, el manteo de seda descendiendo desde el alzacuello a la cola del caballo, y enseñando la limpia y blanca tonsura al saludar con el bonete al público de los balcones».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



El Capellà de les Roques 

https://valenciablancoynegro.blogspot.com/2012/09/anos-30-el-capella-de-los-roques.html

viernes, 30 de mayo de 2025

El Corpus según Blasco Ibáñez. 02

«Allí estaba la roca Valencia, enorme ascua de oro, brillante y luminosa desde la plataforma hasta el casco de la austera matrona que simboliza la gloria de la ciudad; y después, erguidos sobre los pedestales los santos patronos de las otras _rocas_: San Vicente, con el índice imperioso, afirmando la unidad de Dios; San Miguel, con la espada en alto, enfurecido, amenazando al diablo sin decidirse a pegarle; la Fe, pobre ciega, ofreciendo el cáliz donde se bebe la calma del anulamiento; el Padre Eterno, con sus barbas de lino, mirando con torvo ceño a Adán y Eva, ligeritos de ropa como si presintiesen el verano, sin otra salvaguardia del pudor que el faldellín de hojas; la Virgen, con la vestidura azul y blanca, el pelo suelto, la mirada en el cielo y las manos sobre el pecho; y al final, lo grotesco, lo estrambótico, la bufonada, fiel remedo de la simpatía con que en pasadas épocas se trataban las cosas del infierno, la _roca Diablera_; Pintón coronado de verdes culebrones, con la roja horquilla en la diestra, y a sus pies, asomando entre guirnaldas de llamas y serpientes, los Pecados capitales, horribles carátulas con lacias y apolilladas greñas, que asustaban a los chicuelos y hacían reír a los grandes».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Rocas del Corpus en la Plaza de la Virgen. 1904

?

miércoles, 28 de mayo de 2025

El Corpus según Blasco Ibáñez. 01

«La vela del Corpus, con sus anchas listas azules y blancas, sombreaba desde los altos mástiles la plaza de la Virgen.

La muchedumbre, endomingada, agitábase en torno de las rocas, admirando una vez más las carrozas tradicionales que todos los años salían a luz: pesados armatostes lavados y brillantes, pero con cierto aire de vetustez, luciendo en sus traseras, cual partida de bautismo, la fecha de construcción: el siglo XVII.

Recordaban aquellas enormes fábricas de madera pintada, con su lanza semejante a un mástil de buque y sus ruedas cual piedras de molino, las carrozas sagradas de los ídolos indios o los carromatos simbólicos que güelfos y gibelinos llevaban a sus combates.

La gente pasaba revista con una curiosidad no exenta de ternura a la fila de rocas, como si su presencia despertara gratos recuerdos».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Día del Corpus en la Plaza de la Virgen. 1925

?

lunes, 26 de mayo de 2025

El sobrino de la Samaruca, pudo separar a las dos mujeres

«El médico que estaba con él salió del dormitorio, y ayudado por el sobrino de la Samaruca, pudo separar a las dos mujeres, después de grandes esfuerzos y de recibir no pocos arañazos. En la puerta se agolpaban los vecinos. Admiraban el ciego ensañamiento con que riñen las mujeres, y alababan el coraje de la rubia pequeñita, que lloraba por no poder "desahogarse" más».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"

sábado, 24 de mayo de 2025

Y las dos mujeres se agarraron del pelo mudamente, con sorda rabia, revolviéndose, yendo de un lado a otro

«A media tarde entró como un huracán en la casita de Ruzafa. Al verla, la Samaruca, palideció, e instintivamente fue de espaldas a la puerta; pero apenas intentó retirarse, la alcanzó una bofetada de Neleta, y las dos mujeres se agarraron del pelo mudamente, con sorda rabia, revolviéndose, yendo de un lado a otro, chocando contra las paredes, haciendo rodar los muebles, con las manos crispadas hundidas en el moño, como dos vacas uncidas que se pelearan con las cabezas juntas sin poder separarse.

La Samaruca era fuerte e inspiraba cierto miedo a las comadres del Palmar, pero Neleta, con su sonrisita dulce y su voz melosa, ocultaba una vivacidad de víbora, y mordía a su enemiga en la cara con un furor que la hacía tragarse la sangre».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"

jueves, 22 de mayo de 2025

¡Recordons! —gritó, como un barquero de los que concurrían a la taberna

«Ante esta noticia, Neleta se mostró tal como era. Su vocecita mimosa, de dulzonas inflexiones, se tornó ronca; brillaron como si fuesen de talco las claras gotas de sus ojos, y por su piel blanca corrió una oleada de verdosa palidez.

—¡Recordons! —gritó, como un barquero de los que concurrían a la taberna.

¿Y para esto se había casado ella con Cañamel? ¿Para esto aguantaba una enfermedad interminable, esforzándose por aparecer dulce y cariñosa? Vibraba en pie dentro de ella, con toda su inmensa fuerza, el egoísmo de la muchacha rústica que coloca el interés por encima del amor.

En el primer impulso quiso golpear a su tía, que le comunicaba tales noticias a última hora, cuando tal vez no había remedio. Pero la explosión de cólera le haría perder tiempo, y prefirió correr a la barca del tío Paloma, con tanta prisa, que ella misma empuñó una percha para salir cuanto antes del canal y tender la vela».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"

martes, 20 de mayo de 2025

Su tía había llegado por la mañana con noticias que la dejaron inmóvil... La Samaruca estaba en Ruzafa hacía cuatro días

«Neleta abandonó repentinamente la taberna para ir a Ruzafa. Tan grande fue su prisa, que no quiso esperar la barca-correo, y llamó al tío Paloma para que en su barquito la condujese al Saler, al puerto de Catarroja, a cualquier punto de tierra firme desde donde pudiera dirigirse a Ruzafa

Cañamel estaba muy grave: agonizaba. Para Neleta no era esto lo más importante. Su tía había llegado por la mañana con noticias que la dejaron inmóvil de sorpresa tras el mostrador. La Samaruca estaba en Ruzafa hacía cuatro días. Se había metido en la casa como parienta, y la pobre tía no osaba protestar. Además llevaba con ella a un sobrino, al que quería como un hijo, y que vivía con ella: el mismo a quien Tonet había pegado la noche de les albaes. Al principio la enfermera calló, con su bondad de mujer sencilla: eran parientes de Cañamel y no tenía tan mal corazón que fuese a privar al enfermo de estas visitas. Pero después oyó algunas de las conversaciones de Cañamel y su cuñada. Aquella bruja se esforzaba por convencerle de que nadie le quería como ella y el sobrino. Hablaba de Neleta, asegurando que, tan pronto como él emprendió el viaje, el nieto del tío Paloma entraba en su casa todas las noches. Además… —aquí vacilaba de miedo la vieja— el día anterior se presentaron en la casa dos señores conducidos por la Samaruca y su sobrino: uno que preguntaba a Cañamel con voz queda y otro que escribía. Debía ser cosa de testamento».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"

domingo, 18 de mayo de 2025

El padre, enternecido, abrazó a Tonet

«Tonet, por su parte, colgó la escopeta en la barraca de su padre y juró ante éste un arrepentimiento eterno. Quería que le tuvieran por hombre grave. Sería para el tío Tono respetuoso y bueno, como éste lo había sido con el abuelo. Acababan para siempre las calaveradas. El padre, enternecido, abrazó a Tonet, lo que no había hecho desde que volvió de Cuba, y juntos se entregaron al enterramiento de los campos con el ardor del que ve su obra próxima a terminar».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"

viernes, 16 de mayo de 2025

Allí podría valerse de los médicos y las farmacias de Valencia

«Esta manifestación de la enfermedad sacó a Cañamel de su sopor. Ya sabía él lo que era aquello: la humedad maldita del Palmar que se le metía por los pies al permanecer quieto. Y obedeció a Neleta, que le ordenaba trasladarse a otro terreno. En Ruzafa tenían, como todos los ricos del Palmar, su casita alquilada para casos de enfermedad. Allí podría valerse de los médicos y las farmacias de Valencia».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"

miércoles, 14 de mayo de 2025

A principios del otoño tuvo que volver a Ruzafa en peor estado

«A principios del otoño tuvo que volver a Ruzafa en peor estado. La hinchazón comenzaba a extenderse por sus piernas enormes, desfiguradas por el reúma, verdaderas patas de elefante, que arrastraba con dificultad, apoyándose en el más cercano y lanzando un quejido al colocar el pie en el suelo.

Neleta acompañó a su marido hasta la barca-correo. La tía había ido delante, por la mañana, en el "carro de las anguilas", para preparar la casita de Ruzafa».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"

lunes, 12 de mayo de 2025

La Samaruca, su terrible cuñada, se había aproximado a él desde que expulsó a Tonet de la taberna

«La Samaruca, su terrible cuñada, se había aproximado a él desde que expulsó a Tonet de la taberna. Al fin, como afirmaba ella con fiereza de arpía, su cuñado había tenido vergüenza una vez.

Salía a su encuentro cuando Cañamel paseaba por el pueblo, le llamaba fuera de la taberna —pues no se atrevía a presentarse ante Neleta dentro de su casa, segura de que la pondría en la puerta—, y en estas entrevistas se enteraba con exagerado interés de la salud del cuñado, lamentando sus locuras. Debía haber permanecido solo después de la pérdida de "la difunta". Había querido hacer el chaval casándose con una muchacha, y todo lo tenía: disgustos y falta de salud. Aquella imprudencia le salía al exterior, y gracias que no le costase la vida».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"

sábado, 10 de mayo de 2025

La festividad de la Virgen de los Desamparados según Blasco Ibáñez. Y 02

«El día de la Virgen fue con Tónica y su amiga a la primera misa en la capilla de los Desamparados. Dentro del templo sonaba la música; la multitud, oprimida en la mezquina rotonda, esparcíase por la plaza hasta la fuente, adornada con un ridículo templete que parecía de confitería. Todos estaban en actitud reverente, sin ver otra cosa de la misa que las obscuras puertas, en cuyo fondo brillaban como chispas de oro las luces de los altares, sintiendo en sus descubiertas cabezas el vientecillo de primavera, semejante al halago de una mano invisible, tibia y olorosa. En esta confusión, cuando Juanito, sacando los codos, guardaba de empujones a las dos mujeres, vio a corta distancia a su familia y la del señor Cuadros».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Festividad de la Patrona de Valencia. 1972

Agencia EFE

jueves, 8 de mayo de 2025

Que eran los primeros del cielo para el tío Caragol —San Vicente Mártir, San Vicente Ferrer, la Virgen de los Desamparados y el Cristo del Grao—

«En los domingos y fiestas de santos valencianos, que eran los primeros del cielo para el tío Caragol —San Vicente Mártir, San Vicente Ferrer, la Virgen de los Desamparados y el Cristo del Grao—, aparecía la humeante paella, vasto redondel de arroz, sobre cuya arena de hinchados granos yacían despedazadas varias aves. El cocinero sorprendía a su gente repartiendo cebollas crudas, voluminosas, de acre perfume que arrancaba lágrimas y una blancura de marfil. Eran un regalo de príncipe mantenido en secreto. No había mas que quebrarlas de un puñetazo para que soltasen su viscosidad, y luego se perdían en los paladares como bocados crujientes de un pan dulce y picante, alternando con las cucharadas de arroz.»

Mare Nostrum

Vicente Blasco Ibáñez



La Semana Gráfica. 11 de mayo de 1929

martes, 6 de mayo de 2025

La festividad de la Virgen de los Desamparados según Blasco Ibáñez. 01

«Desde las Pascuas que era grande la intimidad entre las dos familias; Juanito había oído hablar la noche anterior de cierto plan de esparcimiento matutino, como principio de fiesta, por ser los días de Amparito. Oirían la primera misa en la capilla de los Desamparados, porque a doña Manuela, como buena valenciana, le parecía que ninguna misa del resto del año valía tanto como aquélla y después tomarían chocolate en un huerto de fresas, bajo un toldo de plantas trepadoras, recreándose el olfato con el olor de los campos de flores y el humillo del espeso soconusco».

Arroz y tartana

Vicente Blasco Ibáñez



Real Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados


domingo, 4 de mayo de 2025

Sólo las madres sienten una ternura instintiva e inmensa por sus hijos desde el momento que nacen

«Tonet, para explicarse esta frialdad, recordaba lo que muchas veces había oído a su abuelo. Sólo las madres sienten una ternura instintiva e inmensa por sus hijos desde el momento que nacen. Los padres no los aman en seguida: necesitan que transcurra el tiempo, y sólo cuando crece el pequeño se sienten unidos a él por un continuo contacto, con cariño reflexivo y grave».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



El primer hijo. 1890

Óleo. 48 x 65

Colección privada

Joaquín Sorolla y Bastida