«La frescura que sintió siguiendo el pretil del río pareció reanimarle. Comenzaba el crepúsculo. En el cauce del río, las charcas y riachuelos, reflejando en su fondo el rojo horizonte, brillaban como si fuesen de encendida lava. En la ciudad, los vidrios de los altos balcones y de las esbeltas torrecillas destacábanse sobre la masa obscura de los edificios como placas de fuego. La calma del crepúsculo, compuesta de murmullos imperceptibles, de lánguidos suspiros que exhala la Naturaleza próxima a adormecerse, invadía el ambiente».
Arroz y Tartana
Vicente Blasco Ibáñez
Cauce del Turia
Todocolección
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