«Las grandes tiradas de la Albufera ponían en conmoción a todas las escopetas valencianas. Eran fiestas antiquísimas, cuyo origen conocía el tío Paloma de la época en que guardaba los papeles de Jurado, relatándolo a sus amigos en la taberna. Cuando la Albufera era de los reyes de Aragón y sólo podían cazar en ella los monarcas, el rey don Martín quiso conceder a los ciudadanos de Valencia un día de fiesta, y escogió el de su santo. Después la tirada se repitió igualmente el día de Santa Catalina. En estas dos fiestas toda la gente podía entrar libremente en el lago con sus ballestas, cazando los innumerables pájaros de los carrizales; y el privilegio, convertido en tradición, venía reproduciéndose a través de los siglos. Ahora las tiradas gratuitas tenían un prólogo de dos días, en los cuales se pagaba al arrendatario de la Albufera por escoger los mejores puestos, viniendo a ellas los tiradores de todos los pueblos de la provincia».
Cañas y barro
Vicente Blasco Ibáñez