«Había roto con su padre, que, enterado por las murmuraciones del pueblo de su vida marital con la tabernera, y viendo que transcurrían las semanas y los meses sin que el hijo durmiese una sola noche en la barraca, tuvo con éste una entrevista rápida y dolorosa. Lo que hacía Tonet era deshonroso para los Palomas. Y no podía tolerar que se llamara hijo suyo un hombre que vivía públicamente a expensas de una mujer que no era su esposa. Ya que quería vivir en el deshonor, alejado de su familia y sin prestarla auxilio… ¡cómo si no se conocieran! Se quedaba sin padre: únicamente podría encontrarlo otra vez cuando recobrase su honra. Y el tío Tono, después de esta explicación, continuó con el fiel auxilio de la Borda el enterramiento de sus campos. Ahora que la gran empresa tocaba a su fin, se sentía desalentado; preguntábase con tristeza quién había de agradecerle tantas fatigas, y únicamente por su tenacidad de trabajador siguió adelante en el empeño».
Cañas y barro
Vicente Blasco Ibáñez
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