«Con la dispersión de la banda no se aclaró el gentío de la plaza. En un extremo de ella comenzó a sonar el redoble de un tamboril, y al poco rato se anunció una dulzaina con prolongadas escalas que parecían cabriolas musicales. La muchedumbre aplaudió. Era Dimoni, el famoso dulzainero de todos los años: un alegre compadre, tan célebre por sus borracheras como por la habilidad en la dulzaina. Sangonera era su mejor amigo, y cuando el dulzainero venía a las fiestas, el vagabundo no se separaba de él un momento, sabiendo que al final se beberían fraternalmente el dinero de los clavarios».
Cañas y barro
Vicente Blasco Ibáñez
Nit d'albaes
http://collabrials.blogspot.com/
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