«La siñá Tona se quedaba sola. El Retor estaba siempre en el mar persiguiendo la peseta, como él decía, unas veces pescando y otras enganchándose como marinero en algún laúd de los que iban por sal a Torrevieja; Tonet, corriendo tabernas o metido en casa del tío Paella, y ella aviejándose tras el mostrador de su tiendecilla, sin otra compañía que aquella chicuela rubia, a la que quería de un modo raro, con intermitencias, pues era el viviente recuerdo del pillo de Martínez. ¡Ojalá se lo haya llevado el demonio!...»
Flor de mayo
Vicente Blasco Ibáñez
Niños en la playa. 1916
Joaquín Sorolla y Bastida
Óleo
Colección privada
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