«Era flojo el viento de la costa, y la Garbosa había pasado todo el día en atravesar el golfo. Ahora tenía ante su proa el mar libre: estaban en la entrada del verdadero camino de Argel.
El Retor, sentado en la popa, junto a la caña del timón, miraba la obscura masa del cabo como orientándose, y al mismo tiempo examinaba un viejo compás de su tío, sobre cuyo empañado vidrio proyectábase la luz del farolillo que iluminaba el barco».
Flor de mayo
Haciéndose a la mar. 1908
Joaquín Sorolla y Bastida
Óleo. 82.5 x 107.5
Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba. La Habana
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