viernes, 14 de febrero de 2020

Florecía su extravagante primavera de amor

«Nadie supo cómo fue el encuentro; pero era forzoso que ocurriera, y ocurrió. Dimoni y la Borracha se juntaron y se confundieron. 

Siguieron su curso por el cielo de la borrachera, rozáronse, para marchar siempre unidos, el astro rojizo de color de vino y aquella estrella errante, lívida como la luz del alcohol. 

La fraternidad de borrachos acabó en amor, y fuéronse a sus dominios de Benicófar a ocultar su felicidad en aquella casucha vieja, donde, por las noches, tendidos en el suelo del mismo cuarto donde había nacido Dimoni , veían las estrellas, que parpadeaban maliciosamente a través de los grandes boquetes del tejado, adornados con largas cabelleras de inquietas plantas. Aquella casa era una muela vieja y cariada que se caía en pedazos. Las noches de tempestad tenían que huir como si estuvieran a campo raso, perseguidos por la lluvia, de habitación en habitación, hasta que, por fin, encontraban en el abandonado establo un rinconcito, donde, entre polvo y telarañas, florecía su extravagante primavera de amor».

Dimoni

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