«¿Qué era aquello, recordons? ¿Pescadores del Cabañal y temblaban? Parecía que se hubieran embarcado por primera vez. ¿Acaso no conocían las bromas del Levante? Aquello pasaría; y si no pasaba, ¿qué remediaban con el miedo? Los valientes deben morir en el mar. Ya sabían el dicho: «más valía ser comido de carranchs que no que les cantasen els capellans». ¡Ánimo, recristo! A atarse todo el mundo, que por el momento nada necesitaba la barca, y lo importante era librarse de los golpes de mar.
El tío Batiste y los dos marineros se amarraron al mástil por la cintura; Tonet ató sólidamente a su sobrino a una argolla de popa, y él, viendo que su hermano por un alarde de serenidad seguía sentado junto al timón con el cuerpo libre, le imitó, agazapándose tras la borda, agarrando con sus manos crispadas los salientes de la barca».
Flor de mayo
Vicente Blasco Ibáñez
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