«Todos hablaban del próximo sorteo con la emoción temblorosa del que confía su porvenir al azar. Antes de una hora iba a decidirse para cada uno la miseria de un año o la abundancia. En los corrillos se hablaba de los seis primeros puestos, de los seis redolíns mejores, los únicos que podían hacer rico a un pescador, y que correspondían a los seis primeros nombres que salían de la bolsa. Eran los puestos de la Sequiòta, o los inmediatos a ella, el camino que seguían las anguilas en las noches tempestuosas, huyendo hacia el mar, para encontrarse con las redes de los redolíns, donde quedaban prisioneras».
Cañas y barro
Vicente Blasco Ibáñez
Arrastrá en la Sequiòta
Todocolección
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