«El tío Paloma hablaba de los tiempos pasados, cuando la gente no se multiplicaba como los conejos de la Dehesa y sólo entraban en el sorteo unos sesenta pescadores, únicos que constituían la Comunidad. ¿Cuántos eran ahora? En el sorteo del año anterior habían figurado más de ciento cincuenta. Si continuaba creciendo la población, serían más los pescadores que las anguilas y perdería el Palmar las ventajas de su privilegio de los redolíns, que le daba cierta superioridad sobre los otros pescadores del lago».
Cañas y barro
Vicente Blasco Ibáñez
Una calle de El Palmar
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