«La taberna tenía poco público. Tras el mostrador estaba Neleta, con su marido y el Cubano, hablando de la fiesta del día siguiente. Los clavarios eran, según costumbre, los agraciados con los mejores puestos en el sorteo de los redolíns, y a Tonet y su consorcio les correspondía el lugar de preferencia. Se habían hecho en la ciudad trajes negros para asistir a la gran misa en el primer banco, y estaban ocupados en discutir los preparativos de la fiesta».
Cañas y barro
Vicente Blasco Ibáñez