«Grandes hachones de cera, que servían en la iglesia para los entierros, iluminaban la plaza. Dimoni tocaba con su dulzaina las antiguas contradanzas valencianas, la cháquera vella o el baile al estilo de Torrente, y las muchachas del Palmar danzaban ceremoniosamente, dándose la mano, cruzándose las parejas, como damas de empolvada peluca que se hubieran disfrazado de pescadores para bailar una pavana a la luz de las antorchas. Después venía el ú y el dos, baile más vivo, animado por coplas, y las parejas saltaban briosamente, promoviéndose una tempestad de gritos y relinchos cuando alguna muchacha, al girar como una peonza, mostraba sus medias bajo la ondeante rueda de los zagalejos».
Cañas y barro
Vicente Blasco Ibáñez
Un baile en la huerta
Gómez Durán
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