martes, 26 de noviembre de 2019

Tragando cantidades enormes de alimento, que parecía imposible pudieran contenerse en un estómago humano

«La voracidad de aquel viejo pequeño y enjuto era la de todos los antiguos hijos de la Albufera. No comía seriamente más que por la noche, al volver a la barraca, y sentado en el suelo en un rincón, con el caldero entre las rodillas, pasaba horas enteras silencioso, moviendo a ambos lados su boca de cabra vieja, tragando cantidades enormes de alimento, que parecía imposible pudieran contenerse en un estómago humano».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez


La Albufera

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