«El pequeño, pálido, casi exánime, echando sangre y más sangre por entre la faja, fue llevado por sus hermanos a la tartana, que aguardaba cerca de la alquería, que trajo por la mañana todo el arreglo de la paella.
—¡Arrea, tartanero!... ¡Al hospital! Donde van los hombres cuando están en desgracia.
Y la tartana se alejó dando tumbos que arrancaban al herido rugidos de dolor».
Guapeza valenciana
Cuentos valencianos
Vicente Blasco Ibáñez
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