«Corría la gente, cerrábanse las puertas con estrépito, sonaban pitos y más pitos al extremo de la calle, sin que por esto se viese un quepis por parte alguna, y aprovechándose del pánico abandonaron los Bandullos la protectora esquina, avanzando cuchillo en mano hacia el inerte cuerpo, al que removieron de una patada como si fuese un talego de ropa.
Ben mort está.
Y para convencerse más, se inclinó uno de ellos sobre la cabeza del muerto, guardándose algo en el bolsillo.
Cuando llegaron los guardias y se amotinó la gente en torno del Juzgado, viose a la luz de algunos fósforos la cara moruna de Pepet el de la Ribera, con los ojos desmesurados y vidriosos, y junto a la sien derecha una desolladura roja que aún manaba sangre.
Le habían cortado una oreja como a los toros muertos con arte».
Guapeza valenciana
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