«—Demane la paraula —gritó una voz junto a la puerta.
¿Quién deseaba hablar para nuevas y abrumadoras reclamaciones? Se abrieron los grupos, y una gran carcajada saludó la aparición de Sangonera, que avanzaba gravemente, frotándose sus ojos enrojecidos de borracho, haciendo esfuerzos por mostrarse en su apostura digno de tomar parte en la reunión. Viendo desiertas todas las tabernas del Palmar, se había deslizado en la escuela, y antes del sorteo creyó necesario pedir la palabra.
—¿Qué vols tú? —dijo el Jurado con mal humor, molestado por una intervención del vagabundo que venía a colmar su paciencia después de las excusas de los deudores.
¿Qué quería…? Deseaba saber por qué causa no figuraba su nombre en los sorteos de todos los años. Él tenía tanto derecho como el que más a gozar un redolí en la Albufera. Era el más pobre de todos; pero ¿no había nacido en el Palmar? ¿no le habían bautizado en la parroquia de San Valero de Ruzafa? ¿no era descendiente de pescadores? Pues debía figurar en el sorteo».
Cañas y barro
Vicente Blasco Ibáñez
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