miércoles, 12 de junio de 2024

Hizo la petición: quería la Sequiota

«Silencio absoluto. El presidente agitaba el bolsón de cuero para que se mezclasen bien las boletas, y su choque sonaba en el silencio como lejana granizada. Avanzó hasta el estrado un niño pasando de brazo en brazo por encima de los pescadores, y metió la mano en el bolsón. La ansiedad era grande; todos tenían la vista fija en la bellota de madera, de la que iba saliendo penosamente el papel arrollado.

El presidente leyó el nombre, y se notó cierta indecisión en la concurrencia, habituada a los apodos y torpe en reconocer los apellidos, nunca usados. ¿Quién era el del número uno? Pero Tonet se había levantado de un salto gritando: «¡Presente…!». ¡Era el nieto del tío Paloma! ¡Qué suerte la del muchacho…! ¡Alcanzaba el mejor puesto en el primer sorteo a que asistía!

Los más inmediatos le felicitaban con envidia; pero él, con la ansiedad del que no cree aún en su buena fortuna, sólo miraba al presidente… ¿Podía escoger el puesto? Apenas le contestaron con un signo afirmativo, hizo la petición: quería la Sequiota. Y cuando vio que el escribiente tomaba nota, salió como un rayo del local, atropellando a todos, empujando las manos que le tendían los amigos para saludarle».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



La pesca en la Albufera. La Sequiota

El Palmar

López Egea

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