«Y la pretensión de este vagabundo, que jamás quiso tocar una red y prefería pasar a nado los canales antes que empuñar una percha, pareció tan inaudita, tan grotesca a los pescadores, que todos prorrumpieron en carcajadas.
El Jurado contestaba con displicencia. ¡Largo de allí, maltrabaja! ¿Qué le importaba a la Comunidad que sus abuelos hubiesen sido honrados pescadores, si su padre abandonó la percha para siempre, dedicándose a la holganza, y él no tenía de marinero más que el haber nacido en el Palmar? Además, su padre no había pagado nunca el impuesto y él tampoco; la marca que en otros tiempos llevaban los Sangoneras en sus aparatos de pesca hacía muchos años que había sido borrada de los libros de la Comunidad».
Cañas y barro
Vicente Blasco Ibáñez
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