«Sí; todo era mentira. Pero él no estaba allí para ser burla de la gente. Además, le cargaba ver a Tonet siempre en la taberna, tomándose con Neleta aquellas familiaridades de hermano. No quería en su casa más hermanazgos postizos: se acabó. Estaba de acuerdo con el tío Paloma. En adelante seguirían el negocio de la Sequiota los dos solos, y el abuelo ya se entendería con el nieto para que cobrase su parte. Tonet nada tenía que tratar con Cañamel. Si no estaba conforme, podía decirlo. Él era el amo de la Sequiota por el sorteo, pero el tío Paco retiraría sus redes y su capital, Tonet disgustaría a su abuelo, y ¡allí veríamos cómo se las arreglaba solo!
Tonet no protestó ni opuso resistencia. Lo que acordase su abuelo bien hecho estaba».
Cañas y barro
Vicente Blasco Ibáñez
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