domingo, 19 de agosto de 2018

Toda la huerta que tenía agravios que vengar estaba allí

«Llegaban unos tirando de sus caballejos con el serón cargado de estiércol, contentos de la colecta hecha en las calles; otros, en sus carros vacíos procurando enternecer a los guardias municipales para que los dejasen permanecer allí; y mientras los viejos conversaban con las mujeres, los jóvenes se metían en el cafetín cercano para matar el tiempo ante la copa de aguardiente, mascullando su cigarro de diez céntimos. 

Toda la huerta que tenía agravios que vengar estaba allí, gesticulante y ceñuda, hablando de sus derechos, impaciente por soltar ante los síndicos o jueces de las siete acequias el interminable rosario de sus quejas».

La barraca

Vicente Blasco Ibáñez


Tribunal de las Aguas. Bernardo Ferrándiz. 1865


La Esfera. 14 de julio de 1917

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