«En el interior de la barraca, ¡qué abundancia!, ¡qué paz!... Batiste se mostraba admirado de su cosecha. Las tierras, descansadas, vírgenes de cultivo en mucho tiempo, parecían haber soltado de una vez toda la vida acumulada en sus entrañas durante diez años de reposo. El grano era grueso y abundante, y según las noticias que circulaban por la vega, iba a alcanzar buen precio. Había algo mejor —y esto lo pensaba Batiste sonriendo—: él no debía partir el producto satisfaciendo arrendamiento alguno, pues tenía franquicia por dos años. Bien había pagado esta ventaja con largos meses de alarma y de coraje y con la muerte del pobre Pascualet».
La barraca
Vicente Blasco Ibáñez
Huerta de Valencia
Todocolección
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