«Las escotillas estaban bien cerradas, y por esto la barca, después de pasar sobre ella las montañas de agua, volvía a reaparecer flotando valientemente.
El patrón se convencía de lo desesperado de la situación. Estaban cogidos por la horrible marejada de la escollera. Seguir adelante corriendo el temporal, era ya imposible; había que meterse en el puerto o perecer en la entrada.
Distinguía ahora claramente la muchedumbre que pululaba sobre la escollera, alcanzada muchas veces por el oleaje; llegaba a la barca su griterío de terror».
Flor de mayo
Vicente Blasco Ibáñez
Entrada al Puerto de Valencia. 1901
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