«La reconcentrada y silenciosa alegría de la madre notábase también en Batiste. Había que verle un domingo por la tarde, fumando una tagarnina de a cuarto en honor a la festividad, paseando ante la barraca y mirando sus campos amorosamente. Dos días antes había plantado en ellos maíz y judías, como muchos de sus vecinos, pues a la tierra no hay que dejarla descansar».
La barraca
Vicente Blasco Ibáñez
A la puerta de la barraca
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