«Este tranquilo paisaje era la idealización de una Arcadia laboriosa y feliz. Allí no podía existir gente mala. Batiste desperezabase con voluptuosidad, dominado por el bienestar tranquilo de que parecía impregnado el ambiente. Roseta, con los chicos, se había ido al baile de la alquería; su mujer dormitaba bajo el sombrajo, y él se paseaba desde su vivienda al camino, por el pedazo de tierra inculta que daba entrada al carro.
En pie en el puentecito, iba contestando a los saludos de los vecinos, los cuales pasaban riendo como si fuesen a presenciar un espectáculo graciosísimo».
La barraca
Vicente Blasco Ibáñez
Barraca en la huerta de Valencia
Barberá Masip
Bivaldi
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