sábado, 27 de mayo de 2023

Cañamel, que no era hijo del pueblo y carecía de derecho para participar del sorteo

«Cañamel, que no era hijo del pueblo y carecía de derecho para participar del sorteo, mostrábase tan interesado como los pescadores. Nunca faltaba a aquella ceremonia. Encontraba allí su negocio para todo el año, que le compensaba de la decadencia del contrabando. Casi siempre, el que conseguía el primer puesto era  un pobre, sin otros bienes que un barquito y algunas redes. Para explotar la Sequiòta necesitaba grandes artefactos, varias embarcaciones, marineros a sueldo; y cuando el infeliz, anonadado por su buena suerte, no sabía cómo empezar, se le aproximaba Cañamèl como un ángel bueno. Él tenía lo preciso; ofrecía sus barcas, las mil pesetas de hilo nuevo que se necesitaban para las grandes barreras que debían cerrar el canal y el dinero necesario para adelantar jornales. Todo como ayuda a un amigo, por el afecto que el agraciado le inspiraba; pero como la amistad es una cosa y el negocio otra, se contentaría a cambio de sus auxilios con la mitad de la pesca. De este modo los sorteos eran casi siempre en beneficio de Cañamèl, que aguardaba con ansiedad el resultado, haciendo votos por que los primeros puestos no correspondiesen a los vecinos del Palmar que tenían alguna fortuna».

Cañas y barro

Vicente Blasco Ibáñez



Fotograma de la serie de TVE "Cañas y barro"

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