«Era más de media noche cuando llegó al Palmar. Estaba fatigado, con los brazos rotos por el desesperado viaje, y deseaba encontrar tranquila la taberna para caer como un leño en la cama. Al amarrar su barquichuelo frente a la casa, la vio cerrada y silenciosa como todas las del pueblo, pero las rendijas de las puertas marcábanse con líneas de roja luz».
Cañas y barro
Vicente Blasco Ibáñez
Una calle de El Palmar
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