«Le abrió la tía de Neleta, y al reconocerle hizo un gesto de atención, designando con el rabillo del ojo a unos hombres sentados ante el hogar. Eran labradores de la parte de Sueca que habían venido a la tirada; antiguos parroquianos, que tenían campos cerca del Saler, y a los que no se podía despedir, so pena de inspirar sospechas. Habían cenado en la taberna y dormitaban junto al fuego, para montar en sus barquitos una hora antes de romper el día y esparcirse por el lago, esperando los pájaros que escapasen ilesos de los buenos puestos.
Tonet los saludó a todos, y después de cambiar algunas palabras sobre la fiesta del día siguiente, subió al dormitorio de Neleta».
Cañas y barro
Vicente Blasco Ibáñez
La Albufera. Caza de volátiles en el lago
Delcampe
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