sábado, 3 de marzo de 2018

Este milagro era innegable. Él lo había visto con sus ojos

«La galera de Alfonso V de Aragón —el único rey marino de España— chocaba al salir del golfo de Nápoles con un peñasco oculto, cerca de la isla de Capri. Se partía un costado de la nave, sin que ésta hiciese agua, y seguía navegando a velas desplegadas, con el rey, las damas de su corte y el séquito de barones cubiertos de hierro. Veinte días después llegaban a Valencia sanos y salvos, como todo navegante que en momentos de peligro pide auxilio a la Virgen del Puig. Al registrar los maestros calafates el casco de la galera, veían a un pescado enorme desprenderse de su fondo con la tranquilidad de una persona honrada que ha cumplido su deber. Era un delfín enviado por la Santísima Señora para que pegase su lomo a la brecha abierta. Y así, como un tapón, había navegado de Nápoles a Valencia, sin dejar pasar una gota de agua. 

El cocinero no admitía críticas y protestas. Este milagro era innegable. Él lo había visto con sus ojos cuando estaban buenos; lo había visto en un cuadro antiguo del monasterio del Puig, y todo aparecía en la tabla con el relieve de la verdad: la galera, el rey, el peixòt , y la Virgen en lo alto dándole la orden».

Mare Nostrum

Vicente Blasco Ibáñez


Todocolección

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