«Entre los espectadores veíanse caras pálidas y ojerosas, bocas sonrientes, gente alegre que, después de una noche tormentosa, había venido de Valencia para reír un poco; y cuando se burlaban demasiado fuerte de los grotescos figurones, no faltaba algún soldado de Pilatos que agitaba el espadón amenazante, rugiendo con santa indignación:
-¡Morrals! ... ¡Morrals! ¿Veniu a burlarse?
¡A burlarse de una fiesta tan antigua como el mismo Cabañal!... ¡Señor! de Valencia habían de ser para atreverse a tanto».
Flor de mayo
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