domingo, 26 de julio de 2020

La sonrisa boba con que acogía todas sus palabras

«Aquel hombre debía estar loco. No había más que ver el aire de adoración con que contemplaba a Marieta, la sonrisa boba con que acogía todas sus palabras y las actitudes de chaval con que se mostraba a los cincuenta y seis años bien cumplidos. Y las que más protestaban contra aquel hecho inaudito eran las chicas de las familias acomodadas, que, siguiendo las egoístas tradiciones, no hubieran tenido inconveniente en entregar su morena mano a aquel gallo viejo, que se apretaba la exuberante panza con la faja de seda negra y mostraba sus ojillos pardos y duros bajo el sombrajo de unas cejas salientes y enormes, que según expresión de sus enemigos, tenían más de media arroba de pelo».

La cencerrada

Cuentos valencianos

Vicente Blasco Ibáñez



La sonrisa de Valencia. 1927

Díaz Casariego

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