«Despedazábanse en los corros enormes sandías; hundíanse las botas en tajadas como medias lunas; pringábanse las caras con el rojo zumo: extendíanse los arrugados moqueros bajo la barba para no mancharse, y, al fin, la gente, con el vientre hinchado de agua, sumíase en dulce beatitud, escuchando como angélicas melodías los arañazos de los acordeones».
¡Cosas de hombres!
Cuentos valencianos
Vicente Blasco Ibáñez
Niño comiendo sandía. 1920
Joaquín Sorolla y Bastida
Óleo. 99.5 x 75
Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba. La Habana
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