«María Santísima: su hijo iba a morir. Se lo decía el corazón. ¡Ay, reina y soberana! Todos morirían; sus dos hijos, su nieto: parecía que una maldición pesase sobre la familia. La mar cochina se los tragaría a todos, como ya había devorado a su pobre Pascual.
Y mientras la pobre mujer gritaba como una loca y las demás le hacían coro, los marineros, ceñudos y sombríos, empujados por el egoísmo de la existencia, por la conquista del pan, que hace afrontar los mayores peligros, entraban en el agua hasta la cintura y montaban en sus barcas, tendiendo las grandes velas».
Flor de mayo
Vicente Blasco Ibáñez
Las tres velas. 1903
Joaquín Sorolla y Bastida
Óleo. 96.52 x: 137.8
Colección privada
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