«Junto a la puerta principal estaba el mostrador, mugriento y pegajoso; detrás de él, la triple fila de pequeños toneles, coronada por almenas de botellas conteniendo los diversos e innumerables líquidos del establecimiento. De las vigas, como bambalinas grasientas, colgaban pabellones de longanizas y morcillas o ristras de pequeños pimientos rojos y puntiagudos como dedos de diablo, y rompiendo la monotonía de tal decorado, algún jamón rojo y borlones majestuosos de chorizos.
El regalo para los paladares delicados estaba en un armario de turbios cristales, junto al mostrador. Allí, las estrellas de pastaflora, las tortas de pasa, los rollos escarchados de azúcar. las magdalenas, todo con cierto tonillo oscuro y motas sospechosas que denunciaban antigüedad, y el queso de Murviedro, tierno, fresco, de suave blancura, en piezas como panes, destilando todavía suero».
La barraca
Vicente Blasco Ibáñez
Que maravilla de pintura. Y que preciosidad de Historia.narrada por nuestro gran Blasco Ibáñez.un lujo para los sentidos del Pueblo Valenciano
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