«¡Recristo! Era muy triste morir a la vista de los amigos, oyendo casi sus voces y sin poder recibir auxilio. ¡Perra mar!... ¡Chochino Levante! Y el Retor, enfurecido, insultaba a las olas, y en su desesperación las escupía, mientras la barca tan pronto se encabritaba hasta ponerse derecha, como se arrojaba proa abajo en los hirvientes remolinos. Causaba vértigos el zarandeo interminable, y el mástil lo mismo se inclinaba a babor metiendo la verga en el agua, como caía sobre el costado opuesto, desapareciendo en las olas la mitad de la cubierta.
¡Allá va! ya empezaban los golpes de muerte. Y una ola lívida, traidora, sin espuma y sin ruido, cayó sobre la popa, cubriendo toda la barca, barriéndola con una manotada feroz».
Flor de mayo
Vicente Blasco Ibáñez
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