jueves, 31 de agosto de 2023

Comprándose una barca para pescar por cuenta propia

«A las dos de la mañana llamaron a la puerta de la barraca.

—¡Antonio! ¡Antonio!

Y Antonio saltó de la cama. Era su compadre, el compañero de pesca, que le avisaba para hacerse, a la mar.

Había dormido poco aquella noche. A las once todavía charlaba con Rufina, su pobre mujer, que se revolvía inquieta en la cama hablando de los negocios. No podían marchar peor. ¡Vaya un verano! En el anterior, los atunes habían corrido el Mediterráneo en bandadas interminables. El día que menos, se mataban doscientas o trescientas arrobas; el dinero circulaba como una bendición de Dios, y los que, como Antonio, guardaron buena conducta e hicieron sus ahorrillos, se emanciparon de la condición de simples marineros, comprándose una barca para pescar por cuenta propia».

En el mar

La condenada y otros cuentos

Vicente Blasco Ibáñez



Bendiciendo la barca. 1895

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo. 50,1 x 71

Museo de Bellas Artes de Asturias. Colección Masaveu. Oviedo

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